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Ojo seco

Emanuel Barberá Loustaunau

Dr. Emanuel Barberá Loustaunau, oftalmólogo y coordinador del Instituto oftalmológico Quirónsalud A Coruña

¿Cómo se define clínicamente el síndrome del ojo seco?

El ojo seco es una enfermedad multifactorial y crónica, que afecta a la superficie ocular y que produce molestias, problemas visuales y, en algunos casos, lesiones en la córnea y la conjuntiva.

¿Qué problemas y complicaciones pueden surgir a causa del ojo seco?

El principal síntoma es la sensación de cuerpo extraño, de sequedad ocular, sobre todo al levantarse por las mañanas, con dificultad para abrir los ojos. Otros síntomas frecuentes son picor, escozor, irritación, cansancio ocular, ojo rojo y fotofobia. El paciente comenta una sensación de arena que tiene en los ojos, con un gran disconfort, incluso con ligera visión borrosa y fluctuante.

Existe un importante componente ambiental. Es muy frecuente que las molestias se agraven en determinados ambientes (calefacción excesiva, aire acondicionado, aires cargados de humos) o en determinadas épocas del año, en función de la humedad ambiental.

Si existe afectación corneal (queratitis punctata), aparecerá además una fotofobia moderada o intensa, incluso con lagrimeo.

El diagnóstico de la enfermedad se basa en la sintomatología de la paciente, apoyada por los datos que aportan pruebas diagnósticas que miden la concentración, cantidad y calidad de la lágrima, así como el estado de las glándulas de Meibomio (donde se producen los lípidos que esta contiene).

¿Existen diferentes tipos de ojo seco y cuáles son sus características?

Existen varias causas y tipos de ojo seco, en función de los cuales varía el grado de severidad y la estrategia terapéutica a realizar, para obtener los mejores resultados en cada paciente. Es fundamental un diagnóstico correcto mediante un examen oftalmológico exhaustivo y pruebas diagnósticas específicas. De una exploración experta dependerá una orientación individualizada y un tratamiento a medida y eficaz.

El ojo seco se produce por disminución de la producción de lágrima, generalmente del componente acuoso. Los casos más severos se asocian al síndrome de Sjögren, por una evaporación rápida de la lágrima, siendo este el motivo más frecuente, causado principalmente por la disfunción de las glándulas de Meibomio. En algunos casos, el origen es neurotrófico, por un déficit en la inervación de la córnea, lo que limita la secreción de lágrima y la regeneración de la superficie ocular; o neuropático, por alteración en la inervación de la córnea, que se caracteriza por una gran intensidad de síntomas, con una exploración ocular dentro de la normalidad o con mínimas alteraciones.

En la mayoría de los pacientes con ojo seco existen diferentes grados de inflamación clínica o subclínica.

¿Qué porcentaje de la población desarrolla síntomas de ojo seco y cuáles son los factores de riesgo?

Su prevalencia oscila entre el 10 y el 20% de la población, aunque en algunos países puede llegar a un 30%. Es común en población adulta, más frecuente en edad avanzada. La comparativa en la prevalencia en hombres y mujeres, ajustada a los distintos grupos de edad, muestra una tasa de prevalencia significativamente más alta en las mujeres en todos los grupos de edad, especialmente a partir de los 50 años, con una prevalencia un 70% más alta en las mujeres frente a los hombres.

Entre los factores de riesgo consistentes para el desarrollo del ojo seco se encuentra la edad avanzada, causas hormonales, las enfermedades del tejido conjuntivo, enfermedades autoinmunes (artritis reumatoide, síndrome de Sjögren, fibromialgia…), la medicación tópica de forma crónica, uso de lentes de contacto, consumo de fármacos antidepresivos y antihistamínicos (para la alergia), factores ambientales (aire acondicionado, calefacción, ambientes secos o muy contaminados…), tratamiento con quimioterapia o radioterapia y déficits alimenticios.

¿En qué medida pueden los tratamientos actuales mejorar los síntomas del ojo seco?

En función de la causa y de las características del paciente, el ojo seco puede requerir distintos tratamientos diseñados a medida. El tratamiento más frecuente del ojo seco es la sustitución de las lágrimas mediante el aporte de lágrimas artificiales, preferiblemente sin conservantes. También es muy útil el uso de pomadas oftálmicas, que usadas por la noche mantienen una adecuada humedad.

El ojo seco es una enfermedad crónica y requiere de una serie de hábitos que el paciente debe mantener: Higiene palpebral, para eliminar el exceso de bacterias y de grasa, aplicando calor sobre los párpados, masajeándolos y limpiándolos con solución jabonosa o toallitas específicas. Extremar la precaución en caso de ser portador de lentes de contacto, consultando el tipo de lentillas idóneo y realizando un correcto uso y mantenimiento. Medidas ambientales como evitar la calefacción y el aire acondicionado, utilizar humidificadores, proteger los ojos con gafas e hidratarlos con lágrimas artificiales. Realizar descansos visuales cada 20 minutos (apartando la mirada de la actividad de visión cercan en la que estemos inmersos) y evitar otros hábitos como frotarse los ojos.

Será necesario el uso de antiinflamatorios o antibióticos tópicos, siempre bajo prescripción del especialista, en los casos en los que exista inflamación o lesiones en la superficie ocular.