El párroco a la cuidadora: “Si te insinúan que lo envenenaste, di que le dabas la medicación que decían y punto”

Las intervenciones telefónicas a los dos investigados por el homicidio de un anciano en Cullera evidencian las instrucciones del cura, que exigía 15.000 euros, y le dijo que tirara las cenizas al río

Testimonio del sobrino del anciano de Cullera por cuya muerte son investigados un párroco y la cuidadora

Ignacio Cabanes

Sin cadáver al haber sido incinerado por orden de la propia cuidadora investigada, las intervenciones telefónicas suponen una prueba clave para tratar de demostrar que José Félix Cirujeda, el anciano de 91 años muerto en agosto de 2023, fue presuntamente asesinado suministrándole antipsicóticos. Además la transcripción de dichas conversaciones incriminatorias, tanto entre los propios investigados como con personas de su entorno, también desmontan la tesis de la defensa del párroco también investigado por los delitos de homicidio y extorsión, quien aseguraba no tener relación con la cuidadora, y suponen para los investigadores de la Guardia Civil indicios claros de su presunta participación en la trama para quedarse con el patrimonio del nonagenario, que adelantó Levante-EMV.

“Si te insinúan que lo envenenaste, … perdona yo le daba la medicación que me han dicho y punto”, le indica el cura a Remedios S. P., la mujer a la que la víctima nombró heredera universal a los 18 días de estar trabajando en su casa y tras comenzar a tomar un fármaco prescrito para tratar unas alucinaciones que curiosamente empezó a padecer cuatro días después de que comenzara a trabajar dicha cuidadora, y que provoca entre otros efectos, confusión, somnolencia y sedación. Tanto ella como el párroco investigados están en libertad con medidas cautelares.

"A por ti irán también"

“Van a por ti en todo, en todo lo que sea posible”, le adelanta el cura de la parroquia San Antonio Abad de Cullera tras haber sido interrogado por la Guardia Civil como testigo (en ese momento la acusación todavía no se dirigía contra él). “¿A por mí? A por ti irán también”, responde la cuidadora investigada. “A por mí no, a por ti”, se muestra confiado el párroco.

Es uno de los pocos momentos en los que el investigado cae en el error de hablar por teléfono sobre su posible implicación. Pero en otras conversaciones de la cuidadora, en las que habla con su hermano y con su hija, sin saber que su teléfono está pinchado, ella misma incrimina al cura, del que manifiesta abiertamente que le pedía 15.000 euros (su parte del pastel) y no los 6.000 que ante notario el anciano - ya bajo medicación que afectaba a sus capacidades - dejó en herencia a la parroquia junto a todos los muebles y enseres de su vivienda, valorada en 80.000 euros, que cedió a la cuidadora.

En otra conversación con su hija, la cuidadora investigada le dice textualmente que el cura “ha cogido a un montón de abuelos con las herencias”, lo que hace pensar que no era la primera vez que utilizaba presuntamente esta estrategia para desviar el patrimonio de ancianos a las arcas de la Iglesia o a su bolsillo. “Sabe que tiene todas las de perder él también”, le confiesa.

Había encontrado una nueva víctima

El cura quiere quitarse el muerto, porque el cura ve que puede ser descubierto y puede ir a tomar por culo el clero”, son palabras de un anciano al que la cuidadora también se aproximó tras la muerte de José Félix. La Guardia Civil sospecha que la cuidadora estaba tratando de ganarse la confianza de esta nueva víctima, también de avanzada edad, frágil de salud y sin herederos.

De igual modo, de las intervenciones telefónicas aportadas a la causa que investiga el Juzgado de Instrucción número uno de Sueca también se desprende la animadversión y faltas de respeto al anciano por parte de la cuidadora a la que nombró su heredera en poco más de medio mes bajo sus cuidados. En las conversaciones en las que hace referencia a él le llama “maricón”, se queja de su mal olor y de sus continuas deposiciones. Además confiesa que arrojó sus cenizas al río, por indicación del propio párroco.

El caso fue destapado por la denuncia de un sobrino del fallecido, quien había estado encargándose de sus cuidados hasta que decidió buscar a través del párroco a una mujer para que estuviera las 24 horas con su tío. Lo que no podía imaginar este familiar es que apenas dos meses más tarde, y tras aislarlo de ellos y de sus amistades, Pepe fallecería y su cuerpo sería incinerado contra su voluntad y tras mentir a la funeraria diciendo que no tenía familia