Pasapalabra no sólo es uno de los concursos líderes de la televisión en España, sino que además también es una auténtica caja de sorpresas. Esta semana, de hecho, ha regalado a sus espectadores un momento singular: la llegada de una persona que ha pasado de manejar una cartera ministerial en el Gobierno de España a sentarse en la silla de Pasapalabra.

Y, mientras, la lucha sin cuartel por hacerse con el gran premio del concurso sigue sin descanso. Vicky y Manu se enfrentan cada tarde de lunes a viernes para intentar ser los primeros en completar correctamente las 25 definiciones del rosco de Pasapalabra y, así, embolsarse una recompensa que ya supera con creces los 250.000 euros.

Así es Pasapalabra

Para llegar hasta el rosco, la prueba final y cumbre de Pasapalabra, es necesario que los concursantes atraviesen antes una serie de pruebas menores en las que impera la diversión y el buen ambiente.

Las pruebas son idénticas para cada concursante y cada equipo, aunque con letras o temáticas distintas. Hay de todo: desde juegos de memoria hasta pistas con música, sopas de letras o palabras cruzadas.

Conforme los concursantes ganan o pierden estas pruebas previas, consiguen más o menos tiempo que, luego, podrán utilizar en el rosco. A mayor tiempo, más tranquilidad y más posibilidades de poder pensar las respuestas a las definiciones que se les preguntarán en el último juego.

Esas pruebas previas no las afrontan solos. Cada uno cuenta con dos ayudantes que colaboran con cada concursante y que forma parte, durante una semana, de su equipo. Estos invitados son personalidades del mundo de la cultura, el cine, la música, el teatro, las letras, el deporte o cualquier otra disciplina relevante en la sociedad.

Los invitados han de participar en las pruebas e intentar resolverlas para ayudar a conseguir tiempo al concursante que forme parte de su equipo. Todos ellos aseguran disfrutar mucho de la experiencia y estar encantados con la invitación.

Los invitados y su papel en el concurso

Pues bien, precisamente entre estos invitados estaba la persona que ha pasado de dirigir un ministerio en el Gobierno de España a sentarse en la silla de Pasapalabra como integrante de uno de los equipos que cada tarde se enfrentan en el plató de Pasapalabra.

No es otro que el valenciano Máximo Huerta, quien tuvo en sus manos brevemente la cartera ministerial de Cultura y a la que tuvo que renunciar al poco tiempo. El periodista y escritor está centrado en los últimos tiempos en su faceta de hombre de letras y ha dejado un poco al margen el mundo del entretenimiento en televisión, donde era un habitual.

Máximo Huerta, en Pasapalabra. A3

A cambio, su producción literaria se ha incrementado e incluso ha abierto una librería local en Buñol, una población próxima a València en la que actualmente reside de manera permanente tras renunciar a su vida en la capital de España para cuidar de su madre enferma.

Máximo Huerta ha acudido a Pasapalabra, donde permanecerá unos días, para colaborar con Manu en el equipo azul. Con él participa en cada una de las pruebas, a excepción del rosco, para ayudarlo a ganar segundos extra y facilitarle así su camino en la prueba final del concurso.