El espíritu de las Fallas del 89 que vuelve una generación después

Paula Valls López. Falla Sagunt-Sant Guillem. 22 años

Paula Valls Lopez (Sagunt Sant Guillem)   copia

Paula Valls Lopez (Sagunt Sant Guillem) copia / M. Domínguez

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Viajemos en el tiempo a las Fallas de 1989, aquellas que fueron tan accidentadas, que empezaron con las ascuas del castillo cayendo entre el público de la Crida al diluvio que malogra una buena parte la Semana Fallera. Un año lleno de épica, del que surgió, con un carisma como nunca hasta entonces, la fallera mayor de València, Covadonga Balaguer.

En ese ejercicio, y por primera vez, las preselecciones permitían elegir dos candidatas por sector -aunque ahora nos parezca imposible, hasta entonces había sido una única candidata por barrio-. Y desde Zaidía no sólo llegó Cova, sino uno de los que iba a ser sus grandes apoyos porque se conocían de antes: Maite López Pérez, a la que tenía muy cerca porque formaba parte de la última pareja, la última en «abandonarla» al ser nombradas.

Ahora, una generación completa después, Paula Valls, López, su hija, tratará de reescribir la historia. Esa de la que ya se quedó en puertas en el otoño de 2009 -porque es otra de las muchísimas aspirantes de este año que, de niña, fue preseleccionada infantil-. «La historia de aquel 1989 me la cuenta mi madre, mi abuela, mi abuelo… y aunque tuviera que ser así, de verdad que lo daría todo por poder vivirlo yo también. La veo tan contenta, me cuenta tantas cosas, tantos episodios, que no puedo menos que desear revivirlo». Le falta un paso.

Paula Valls y su madre, Maite López, corte de honor 1989

Paula Valls y su madre, Maite López, corte de honor 1989 / M. Domínguez

Paula Valls, en la procesión del Cristo de la Fe

Paula Valls, en la procesión del Cristo de la Fe / M. Domínguez

La falla de Nino Bravo en el barrio de Nino Bravo

Poco han cambiado las cosas. Madre e hija son altas y se tienen un punto de parecido. Y nada ha cambiado porque proceden del mismo recodo del camino: Sagunt-Sant Guillem. «Es la falla de toda mi familia. Me apuntaron al nacer y siempre he dicho que jamás me cambiaría de falla. Si no existiera mi falla tendría un problema muy grande. Me he criado con ella y con estas calles. Aquí están mis amigos. Es mi vida». Vida larga la de la comisión, una de las más antiguas del otro lado del río. Y que si a ella, como fallera mayor, le hizo disfrutar de su matinal motera, también tuvo una de las fallas menos convencionales del año. «¿Verdad que chocaba? Quizá no se entendió del todo porque era experimental, pero de mi falla guardo uno de los momentos más bonitos de mi año, sin necesidad de ser un «acto» propiamente dicho: es cuando todos los falleros nos pintamos las manos y las estampamos en el corazón blanco que rendía homenaje a Nino Bravo, que era a quien estaba dedicada la falla».

Un "completo" de Magisterio

Acaba de terminar «un completo» de Magisterio: Infantil, Primaria y especialización en Pedagogía Terapéutica en la Universidad Católica. Una más de las muchas que tienen el futuro encaminado a la enseñanza. Con lo que ahora tiene toda la vida por delante para completar su realización personal en forma de trabajo estable. «Acabé en junio y ahora empieza la otra carrera. Desde niña tengo pasión por los niños. Estar con ellos es trabajo y es hobby. No lo dudé ni un momento. Siempre me había gustado la educación infantil pero este año, al hacer las prácticas en pedagogía terapéutica... la verdad es que son unos niños que te transmiten un amor que me ha fascinado.

«He hecho prácticas en todos los años de carrera y tengo muy claro que es lo que quiero hacer». Ya tiene a quien dedicárselo o en quien pensar si la Fonteta le es venturosa. «Tengo la inmensa suerte de tener a los cuatro abuelos. Imagínate que en casa se pudiera volver a vivirlo...». Pero sin agua, mejor.