Opinión | Punto y aparte

Las mujeres vestimos como nos da la gana

A la consellera Montes la critica alguien, en pleno 2024, por llevar minifalda. A otras, antes, por llevar camisetas. ¿Hasta qué edad se supone que las mujeres tenemos que pedir permiso para vestir una minifalda, un top o lo que una quiera?

La consellera Montes en un acto en Alicante.

La consellera Montes en un acto en Alicante. / Efe/Morell

Hace mucho tiempo que tomé la decisión de no criticar jamás a una mujer por su forma de vestir, su peinado, maquillaje o estética en general. A veces no lo consigo y se me escapa un chascarrillo malicioso por mi propio carácter socarrón y la maldad periodística en si misma, pero lo intento tras muchos años de escuchar y participar en despiadados comentarios que desprestigiaban a una determinada mujer, o a varias, solo por el aspecto que ofrecía. Desde bien pequeña me llamó la atención -y siempre lo recuerdo- cómo hablaba mi abuela de algunas de las mujeres que salían en televisión en los años 80. Donde yo veía artistas, ella veía 'gordas'; donde yo periodistas, ella 'feas' y donde yo veía políticas, ella veía mujeres 'que pareixen hòmens'. Esa violencia verbal contra su propio género me generaba desconcierto, incomodidad y, como no, muchas inseguridades. Yo era la nieta y mi abuela disparaba a todo. ¿Cómo hacerlo para estar bien y no parecer todo aquello que, según ella, era abominable?

La sociedad, siempre tan atroz a la hora de juzgar a una mitad de la población, no solo no ayuda a frenar esos ataques constantes a la mujer, haga lo que haga, diga lo que diga y vista como vista, sino que los promueve con avidez. Y las redes sociales, más. Y cuando digo sociedad y digo redes sociales me refiero a gente de derechas y de izquierdas, porque en el hostigamiento a la mujer no hay ideología que marque un 'stop' Desde los términos 'perroflauta' o 'camisetera pancartera', de un lado, a 'opusiana' y, ahora, minifaldera, de otro. Lo digo a tenor de la lamentable -y espero que breve- polémica suscitada porque una consellera del gobierno valenciano, la de Turismo, Nuria Montes, viste minifalda en sus actos oficiales. Bueno, y si la viste... ¿qué? Durante años hemos visto a hombres políticos con importantes cargos sin corbata, con polo, con pantalones de pana y camiseta sin que generara su estilismo ningún tipo de reprobación público. Como toca. Ahora vemos a dirigentes del gobierno valenciano mostrándose sudorosos mientras corren y graban 'reels' de Instagram y nadie dice esta boca es mía. También bien.

En cambio, todavía hoy, en julio de 2024 tenemos que escuchar y leer comentarios penosos sobre si una mujer de tal o tal edad puede vestirse o no como a ella le dé la gana. ¿Hasta qué edad se supone que las mujeres tenemos que pedir permiso para vestir una minifalda, un top o lo que una quiera? Es más, ¿cuántos centímetros están permitidos de tela y cuántos no? ¿A partir de los 50 debemos llevar todas luto, como hace cien años, o mejor mantilla? ¿O quizás es una cuestión de kilos? Hasta los 55 sí y luego a taparse, chicas.

Señores y señoras 'señoros', por favor, déjennos en paz. Las mujeres vestimos como queremos porque nada tiene que ver las labores y responsabilidades que desarrollamos con la longitud de la falda. El largo invierno del franquismo ya pasó. Y al resto, no les sigamos el juego. Cada piedra contra una mujer, vista como vista y tenga la ideología que tenga, es una piedra contra la libertad de elección. Critiquemos si desarrolla bien o no sus competencias, si está preparada para las labores que se le han encomendado o gestiona correctamente los recursos públicos, pero no nos quedemos con el trapo que la cubre. Vaya, hagamos simplemente lo que hacemos diariamente con la vestimenta de los hombres. O sea, nada. Miren si es sencillo.