Opinión | Algo personal

Fútbol, política y gramática

A Sergio Manzanera y Joan Cordero, por el fútbol más noble y por la amistad

Entrenamiento de la selección española de fútbol.

Entrenamiento de la selección española de fútbol. / EFE

 No sé si se habían enterado. Por si acaso viven en otro planeta, se lo aclaro: se está celebrando la Eurocopa. Fútbol a todas horas. Hace muchos años me gustaba. El fútbol, digo. Era un crío y ya andaba peloteando por cualquier sitio. Con muchos críos como yo. Con pelotas de trapo o de papel. El fútbol de aquel tiempo no era el negocio que es ahora. Ahora lo que llaman fútbol no es fútbol: es una máquina de hacer dinero en vez de hacer goles en la portería contraria. La esencia, el alma del fútbol, siempre fue el gol. Recuerdo que leí en un libro que las alineaciones las formaban un portero, un defensa y nueve delanteros. No había bastantes números en los marcadores para los goles que se anotaban en los partidos. Ahora la mayoría de los partidos acaban sin goles. Los entrenadores saben que si pierden serán despedidos y por eso juegan a no perder, no a ganar. Ahora se estila, desde que el gran Johan Cruyff inventó el fútbol moderno, lo que se llama tiqui-taca. El balón va de un jugador a otro siempre en horizontal y tarda más de un año en llegar a la portería enemiga. Si un partido acaba dos a cero se dice que la victoria ha sido por goleada. ¡Ay, si Mundo, Zarra y Waldo levantaran la cabeza! Eran los que lucían el 9 en las camisetas. La figura señera del delantero centro. Ahora una de las figuras clave en un partido es el “falso 9”. ¿El falso qué? ¡Por Dios, ¿no hay manera de parar tanta tontería en el mundo del fútbol?!

Otra tontería es que los futbolistas no pueden opinar de política. Algunos famosos futbolistas franceses se han manifestado para que la extrema derecha no gane hoy las elecciones en su país. Aquí sale el portero de la selección española, el vasco del Athletic Unai Simón, y dice que ellos no están para hablar de política. Y se queda tan ancho. No sé si lo ha hablado con su colega Carvajal, que juega de defensa lateral derecho (nunca mejor dicho) en el Real Madrid y en la selección. Cuando el beso forzado de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, el madridista dijo que no estaba seguro de que la futbolista agredida fuera en realidad víctima de esa agresión. Y más aún: cuando en la madrileña Plaza de Colón se juntaron en 2019 el PP, Vox y Ciudadanos para salvar a España del gobierno progresista, ahí saltó el patriota Carvajal para defender esa manifestación y acabó su mensaje en redes con un ¡Viva España! al que sólo le faltó la música del Cara al sol o Montañas nevadas. O sea que si un futbolista es de derechas o de extrema derecha sí que puede opinar de política, ¿no? Imagino que eso es lo que ha querido decir Unai Simón. En fin…

Seguramente, lo que más me aleja del fútbol es cómo se ha roto una de sus mejores tradiciones. El rito de las tardes de domingo. Sólo ese día había partido. Las canciones. Recuerdo la de la italiana Rita Pavone desde el punto de vista de la mujer: pensaba que el marido la engañaba con la excusa de los partidos de futbol. Y decía que, si lo descubría, ella “volvería con su mamá”. Y la versión machista de Los 4 de la Torre: se pregunta el marido por qué la mujer no lo acompaña a los partidos. Sospecha que ella los aprovecha para serle infiel. Y la conclusión: “si descubro que tú conmigo te burlas, te haré sufrir”. Como pueden comprobar, el tipo no sólo piensa en hacer sufrir a la mujer sino que de paso también destroza impunemente la gramática.

Y acabo. Buena parte de lo que sale en esta columna lo cuentan Joan Carles Martí y Toni Mollà en el libro Sobretot que perda el Madrid. El fútbol que no es sólo el culto desaforado al capitalismo, el fútbol como regreso emocional a la infancia, como esa pasión que encierra lo más luminoso y a la vez sombrío de una sociedad que tantas veces nos avergüenza, como esa necesaria puesta en común de lo que nos hace de verdad humanos o unos canallas de campeonato. Decían Roland Barthes y Carmen Martín Gaite que si no te diviertes escribiendo será difícil que quien lee lo que escribes se divierta. Con este libro las dos cosas se ven felizmente cumplidas. Se lo juro a ustedes. Se lo juro.

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