Opinión | Al margen

Existe más mundo que Europa

Aunque alguno se resistan a reconocerlo, existe un mundo más allá de Europa y al que nuestras guerras, como la de Ucrania, parecen quedarle muy lejanas. Lo acaba de demostrar, para enojo de Occidente, el presidente ruso, Vladimir Putin, con su visita a la región del Asia Pacífico. Aunque su entrevista con el dictador norcoreano, Kim il Jung, haya llamado más la atención de los medios por el carácter de ese régimen, es seguramente más significativa la visita que hizo a continuación a Vietnam.

El Gobierno comunista de Hanói practica una política que intenta ser neutral y sabe utilizar siempre en provecho propio las buenas relaciones que mantiene con unos y otros.

Vietnam coopera hoy lo mismo con la superpotencia que intentó destruirlo desde los años cincuenta hasta los setenta del siglo pasado que con su vieja enemiga, China, o con Rusia, país, este último, que le que le ofrece seguridad frente al poderoso vecino.

En los últimos meses, Hanói ha recibido con idénticos honores militares al presidente de EEUU, Joe Biden, al líder chino, Xi Jinping, y ahora, al presidente ruso.

Esta última visita parece haber sido especialmente fructífera ya que en su transcurso se firmaron once acuerdos bilaterales en temas que van desde la cultura, la tecnología militar o la energía nuclear hasta el turismo.

Especial atención merece el mutuo deseo de construir en la región una «infraestructura de seguridad y cooperación» al margen de los bloques.

También llegaron Moscú y Hanói a un acuerdo para la exploración de los yacimientos de gas y petróleo en aguas próximas a las islas Spratly, que se disputan varios países: Vietnam, Brunéi, Malasia, Filipinas y China.

En vísperas de la visita de Putin, Washington intentó, según The Guardian, presionar a Vietnam: un portavoz de la embajada de EEUU advirtió a Hanói de que ningún país debía ofrecer a Rusia una plataforma desde la que «defender su guerra contra Ucrania y normalizar sus atrocidades».

Hanói se ha resistido hasta ahora, al igual que otros países de la región, a condenar a Rusia por la invasión de Ucrania, que considera un asunto exclusivamente europeo que deben resolver los interesados.

El gobierno de Malasia parece también seguir la misma senda, y así su primer ministro, Anwar Ibrahim defraudó las expectativas de quienes confiaban en que, tras su llegada al poder, estrechara sus lazos con Occidente.

Kuala Lumpur decidió, por el contrario, continuar la cooperación con Pekín pese a las presiones recibidas. Y el primer ministro Ibrahim, harto de presiones, declaró al Financial Times que no se dejaría influir por «los fuertes prejuicios antichinos» de algunos.

A diferencia de sus vecinos, el nuevo Gobierno de Manila tomó la decisión contraria y se pudo claramente de parte de EEUU en su conflicto con China por Taiwán.

La consecuencia inmediata ha sido una peligrosa escalada de la tensión militar con Pekín por la soberanía de las disputadas islas del mar del Sur de la China. Hay ciertamente muchos más conflictos que el de Ucrania.

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