CANDIDATAS A FALLERA MAYOR DE VALÈNCIA 2024

Una baza ruzafeña que tiene «Alas» para proponérselo todo

Nuria Miralles Serrano. Peris y Valero-Cuba. 26 años.

Nuria Miralles Serrano (Peris y Valero Cuba)   copia

Nuria Miralles Serrano (Peris y Valero Cuba) copia

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

«Las alas son para recordarme, cuando se me olvide, que no debo ponerme límites», afirma. No las tiene, las alas, en la espalda desprendiendo plumas. Son cuatro letras tatuadas en el brazo, casi en la muñeca. «Y para recordarme que puedo hacer todo lo que me proponga». Ser fallera mayor o de la corte depende de ella, pero también del jurado. Y si Nuria Miralles Serrano (26) lo consigue, será la octava cortesana de Peris y Valero-Cuba que llega a lo más alto desde 1980. Las dos últimas fueron las primas Yagüe, Virginia y Susana en 2010 y 2019.

Regreso a casa y todo a favor

Fue fallera mayor en el año 50+1 de la comisión ruzafeña. Estaba acabando el máster, había completado la carrera de periodismo en Castelló y marchó a la Villa y Corte para un máster de Protocolo y Eventos. «No teníamos fallera mayor para 2023. No tenía pensado aún haber sido fallera mayor, pero vino rodado. Además, mi tía fue elegida presidenta...» (se refiere a la también este año presidenta, Virtudes Serrano). En junio empezó una nueva vida: «regresé de Madrid, me nombraron fallera mayor y empecé a trabajar». 

Junto a la rajola de su falla en la Ciudad del Artista Fallero

Junto a la rajola de su falla en la Ciudad del Artista Fallero / Falla Peris y Valero-Cuba

"Me ha sido difícil llegar"

«La única opción sin azúcares añadidos, ultraprocesados ni fritos en toda la carta. ¡Que no te engañen!». Con este rimbombante lema, City Poke vende sus productos saludables de inspiración hawaiana. Y detrás del departamento de comunicación y marketing puede estar Nuria. «Antes, además de en las dos agencias, trabajé en una revista de moda. No: no es fácil esta profesión y creo que me va bien porque me ha sido difícil llegar».

Llegó a la comisión a los tres años «que es cuando me apuntaron mi madre y mi tía, que son las falleras de la familia. De hecho, mi padre ha sido fallero por primera vez este año. Vivimos a una calle de distancia». Tranquila es la comisión en medio del huracán que es Russafa en Fallas. «Vivimos nuestra existencia muy tranquilos. La suerte de nuestra falla es estar en todo el meollo ruzafeño, pero a a vez tenemos la tranquilidad de ser los últimos, los más recogiditos en un rincón. Bueno, que también viene gente porque van a ver las grandes... de verdad, muy a gusto». Obsesionada con «visualizar atardeceres y la luna», cosa que no es fácil en la ciudad, las alas las necesitará para tratar de emprender el último vuelo en la noche de Fonteta.