Un día de inmersión en el taller de reparación de motores de Iberia

En las instalaciones de La Muñoza, Iberia lleva a cabo tanto el mantenimiento de estas unidades de potencia como también el de los distintos aviones de las compañías del grupo IAG

Un avión de Iberia en mantenimiento en el Hangar 6 de La Muñoza.

Un avión de Iberia en mantenimiento en el Hangar 6 de La Muñoza. / Levante-EMV

Juanma Vázquez

Juanma Vázquez

El sol de media mañana golpea con la fuerza propia de mitad de julio el rojizo cartel de Iberia que preside la entrada a la nave de motores que la compañía aérea tiene en La Muñoza. El complejo, de una superficie conjunta de 220.000 metros cuadrados ubicado en las cercanías del aeropuerto de Barajas, está destinado al mantenimiento de aviones y motores. Un cuidado, revisión y reparación de las aeronaves y sus componentes -que realizan aproximadamente 2.100 trabajadores- que este diario puede ver en primera persona gracias a una visita organizada por la firma por algunas de sus instalaciones.

Un paseo por el área de motores

Un particular 'tour' que comienza en el área destinada a la reparación de los motores no solo de las compañías del holding IAG (Iberia, Vueling...), sino también de firmas externas. Allí, según relatan diversos trabajadores de la compañía, se llevan a cabo tanto aquellos arreglos programados como los que se producen por algún fallo durante el periodo de actividad, un mantenimiento que en 2023 alcanzó las 172 unidades de potencia en una infraestructura que, eso sí, es capaz de asumir aproximadamente 200 reparaciones a lo largo del año.

La calendarización de todas ellas comienza en el área de organización del taller, espacio en el que tres visibles letreros permiten saber rápidamente los modelos de motor que se arreglan allí y el tiempo medio necesario para ello, que va desde los 55 días de los CFM56 a los 120 que tardan los RB211.

Es la primera parada -en un recorrido guiado siempre a través de la visible línea azul que delimita el lugar por el que se puede transitar dentro de la planta de forma segura- en el que empleados de Iberia explican cómo el paso inicial de este proceso pasa por saber -gracias a una cámara- cómo está el motor internamente y, con ello, conocer si hay daños más allá de los previstos. Es una comprobación importante para mesurar en qué consistirá la reparación. No obstante, no es la única observación.

Un motor de Iberia, en reparación, en las instalaciones de motores de La Muñoza.

Un motor de Iberia, en reparación, en las instalaciones de motores de La Muñoza. / Levante-EMV

Revisión interna de los motores

Porque tras ella viene el desmontaje de estas unidades de potencia en las aproximadamente 3.000 piezas que las componen. Las mismas son limpiadas a conciencia para, posteriormente, ser revisadas visualmente o, en el caso de los elementos más importantes, ser llevados a la zona de ensayos no destructivos, donde se someten a pruebas que van desde la colocación de un líquido que brilla con un intenso verde cuando se posa una luz ultravioleta y hay una grieta, a tests magnéticos o por ultrasonido. Todo para detectar si hay cualquier problema y clasificar las mismas en tres tipos: las que no requieren una reparación, las que sí tienen que arreglarse -que se llevan a una zona específica siempre que se tenga la autorización para ello- y, por último, las que se tienen que retirar definitivamente.

Una vez todas están disponibles, explican los trabajadores de Iberia, llega "una de las partes más difíciles" como es el momento de montar el motor de nuevo. Este culmina con el añadido de las cubiertas y el traslado mediante rieles de la unidad de potencia hasta un banco de pruebas escondido para el visitante ocasional tras dos gigantescas puertas que aíslan las condiciones del enclave como si de un túnel de viento se tratara. Allí es donde el motor se somete a tests para comprobar que está al nivel o incluso por encima del estándar mínimo que se requiere para volver a volar. Son pruebas, para las que solo hace falta que el motor tenga combustible, electricidad y aire a presión, en las que se mide tanto el empuje -fuerza que tiene que hacer el motor para elevar el avión- como el comportamiento del mismo. Un requerimiento que, según explican desde Iberia, pasan la prueba en más del 95 % de las ocasiones.

Un motor en el banco de pruebas de La Muñoza.

Un motor en el banco de pruebas de La Muñoza. / Levante-EMV

Hangar 6, espacio para el mantenimiento

Sin embargo, la visita por La Muñoza no acaba en el área de motores. Pocos minutos después de salir de ella, cuando el sol muestra su pleno apogeo, toca el turno del Hángar 6, el más grande que tiene la compañía y el lugar en el que se lleva a cabo el mantenimiento de los diferentes aviones de IAG, bien sea con revisiones periódicas cada año y medio o dos o con las estructurales, planificadas cuando la aeronave ya tiene seis años de vida y que requieren un desmontaje prácticamente completo del avión.

Este espacio, cuyo tamaño es similar al de dos campos de fútbol, puede albergar en su interior hasta nueve aviones -ocho pequeños y uno más grande- en mantenimiento al mismo tiempo, un pico de actividad que se suele dar -explican- en paralelo a la temporada baja en materia turística (de octubre a abril), cuando los aparatos no son tan necesarios. Por eso en el día de esta visita, un martes cualquiera de julio, solo hay cinco en su interior. Un bajo número si se tiene en cuenta que, como señalan desde Iberia durante la visita, una revisión corta puede durar solo siete días, pero una larga puede extenderse hasta los 28.

Un avión de Iberia en mantenimiento en el Hangar 6 de La Muñoza.

Un avión de Iberia en mantenimiento en el Hangar 6 de La Muñoza. / Levante-EMV

En total, son alrededor de 600 los trabajadores que se encuentran en este enclave, la masa importante de ellos -un 70 %- son técnicos en mantenimiento aeronáutico (TMA) que en muchas ocasiones vienen desde la Formación Profesional -justamente, explica uno de los trabajadores en esta área de Iberia, es la falta de mano de obra "la que nos va a impedir crecer" tanto como se podría-, mientras que el 30 % restante son ingenieros o personal soporte.

Suscríbete para seguir leyendo