¿Cuál es el recuerdo imprescindible de su abuelo?

La imagen que me viene primero a la cabeza es él sentado en su biblioteca con papeles y escribiendo. Solía ponerse por la mañana uno de esos trajes que te pones nada más salir de la cama...

¿Una bata?

No... Era un pantalón y una chaqueta de color piel de camello. Ahí estaba en su escritorio, donde tenía una pieza de mármol con el reloj, los tinteros y las plumas, y todos los papeles. Era la época, por cierto, en la que escribía sus memorias.

Unas memorias que se publicarán algún día, ¿no?

Están en un momento inicial, son un esbozo. Hay que reunir diferentes cosas de él, y es algo que todavía está por hacer. Falta un trabajo de investigación, y publicarlo entonces como Obras Completas. Es un trabajo que sigue pendiente, seria una cosa a largo plazo.

¿Se podrán leer entonces?

Sí, están en el programa.

En el documental «Ciudadano Negrín» hay unas imágenes suyas de la etapa del exilio en Inglaterra, cuando su abuelo compra una gran propiedad para reunir a toda la familia tras la Guerra Civil, y en las que usted aparece de niña con su hermano. Expresan unas ganas muy grandes de empezar de nuevo ¿Me equivoco?

Esa casa le debía recordar, en cierta forma, a su vida en Canarias. Era una residencia enorme, con terrenos, y eso era algo que le trasladaba a su niñez... A una vida entre fincas... Su idea era reconstruir todo ello en el exilio, aunque el sueño se vino abajo muy pronto porque los ingleses le prohibieron trabajar en Inglaterra y la familia, mis tíos, estaban bien instalados en Estados Unidos, en el caso de mi padre en México...

Me llamó la atención sus carreras detrás de las gallinas.

Había que sobrevivir. Es un poco el concepto de autosuficiencia, autodesarrollo, que ahora vuelve a estar de moda con lo de la crisis. Sí, estaban las gallinas, se recogían los huevos, teníamos arboles con frutas para hacer mermeladas que se conservaban luego para todo el año.

Hay cierto debate sobre si su abuelo era o no una persona prolífica con la escritura. ¿Cuál es su opinión?

Escribió mucho. Él siempre contestaba a las cartas, que ahora están distribuidas por muchos sitios, de algunas hay copias y de otras no. Hay que decir que él siempre tomaba nota, y que hay cuadernos con pensamientos filosóficos de otras personas que a él le interesaban.

¿Y sus máquinas de escribir? Las llevaba siempre consigo.

Sí, hay dos máquinas: una que tenía en su biblioteca y otra con la que viajaba, la que tenía siempre a mano en el periodo que escribía sus memorias. Como ocurre con los manuscritos de Proust, las copias de sus textos están llenas de añadidos, correcciones, notas en el margen... Resulta difícil saber cuál era la primera, la segunda o la tercera versión de sus escritos.

En una carta que le remite a sus hijos antes de fallecer habla del tratamiento médico al que se encontraba sometido su corazón, y también se refiere a la depresión con la que lucha desde hace años. Pese a ese abatimiento mental, Negrín seguía adelante con una fuerza de voluntad tremenda.

Él seguía o trataba de seguir, pero efectivamente...

Aguantó los golpes.

Cuando era joven era más fácil, pero a medida que se hacía mayor era más difícil. Y uno de los últimos golpes fue el reconocimiento del gobierno de Franco por las Naciones Unidas. Creo que fue el golpe de gracia, porque aunque él se había retirado de la política siempre tenías esperanzas.

¿Y también las peleas?

Yo deduzco que influyó todo el final de la guerra y las peleas mezquinas de socialistas, las acusaciones de la oposición... A él le daban igual las de los franquistas, pero las disputas internas siempre duelen, y claro era una mala noticia tras otra. Influyó además el hecho de que en Estados Unidos no había tampoco una coyuntura favorable, dado que iban saliendo una tras otra opciones republicanas que no variaban la posición. Era una potencia, incluso con más peso que ahora, que por tanto no presionaba sobre Franco. Todo eso le llegaba a afectar, como a cualquier persona, pero a él más que a nadie porque se había implicado y había dado su vida entera por ello. Al fin y al cabo dejó su trabajo de científico.

Le oyó usted manifestar alguna vez su arrepentimiento por haber dejado la carrera.

No, pero él abandona la carrera de científico en el sentido de que ya no tenía un laboratorio ni tampoco tenía estudiantes, pero su interés y su curiosidad por ir a conferencias fue algo que nunca dejó de hacerlo. De hecho, al final iba a las conferencias que le interesaban del Colegio de Francia sobre temas muy diversos, y participaba activamente en los debates, tal como escribió el presidente de la prestigiosa institución en su momento.

Mariano Ansó, que fue ministro y hombre de confianza de Negrín, revela en sus memorias cómo fueron los contactos para entregar a Franco los llamados papeles del Oro de Moscú.

Yo quiero corregir una cuestión: no era a Franco, era al Estado español reconocido por la Sociedad de Naciones, que es muy diferente. Su visión no era Franco o no Franco, se trataba de España, y como estaba reconocida por la Sociedad de Naciones, pues bueno... ¡Que estaba el imperturbable gobierno de Franco! Ya, pero hay que hacer la distinción.

Una cuestión de Estado...

Y no de la persona...

¿Negrín hubiese aceptado el traspaso de su archivo al Estado español si hubiese mediado un trato digno para el exilio?

No lo sé. Hace un tiempo Ángel Viñas y yo hablamos del asunto... Pero los papeles que Negrín escogió en aquel momento eran los relacionados con el oro de Moscú, y la motivación que estaba detrás de ello era debido a que España empezaba a tratar de reanudar relaciones con Rusia. Entonces, para que no hubiera ninguna reclamación, en un sentido o en otro, él entregaba estos papeles.

¿Cuál es su idea de futuro para la parte personal del archivo?

Queda un metro cúbico (risas) de documentos, y tengo que ir mirando uno por uno... Tengo que tener tiempo, ahora soy abuela y lo volveré a ser dentro de poco.

El proceso de negociación para traer el archivo a Las Palmas de Gran Canaria les ha unido más como familia.

Hay alguno miembros de la familia que se han interesado y otros no. Mi hermano siempre ha estado ahí. Pero curiosamente ha sido la tercera generación, por el lado de mi tío Miguel, que acaba de fallecer, donde hay dos nietas que han mostrado interés. En la familia ya nadie hablaba español, y ellas se vinieron y pasaron un tiempo en Sevilla, estudiaron el castellano... Y sí, tienen una curiosidad por saber.

Después de levantar la Fundación Juan Negrín, de pensar tanto en su abuelo, en su legado, de ayudar a la reconciliación... ¿Hay hueco para el perdón?

No sé muy bien lo que es el perdón. Lo que me interesa es que se sepa la verdad, que exista una Justicia, porque con ella va la reparación. Desde un punto de vista filosófico me parece necesario. El perdón es una palabra que es muy personal, que depende mucho de cada uno.