El declive de la perdiz continúa pese a prohibirse su caza en la Vall y la Costera

La cría del animal sigue muy limitada en las comarcas como consecuencia de la agricultura intensiva, la proliferación de jabalíes y zorros o el cambio climático

La perdiz roja, una de las especies en declive.

La perdiz roja, una de las especies en declive. / SEO/Birdlife

Patricio Simó

Patricio Simó

Tampoco este año ha sido bueno para la perdiz. No ha criado bien y no se ven polladas. 

Desde hace años, la perdiz salvaje está experimentando un declive considerable. Muchas voces y estudios ya alertaban del peligro que corre la reina de la caza menor por antonomasia. Prohibir su caza tampoco ha sido la solución.

Son muchos los factores que han influido para que la perdiz esté en claro retroceso. La mecanización del campo y el paso a una agricultura intensiva, con la utilización de productos altamente nocivos para la cría, es uno de los factores. La perdiz criaba mucho mejor hace unos años de lo que lo hace ahora y esto, sin duda, está relacionado con la cantidad de productos tóxicos que se echan al campo y que afectan a la fertilidad de los animales.

El paisaje agrícola ha cambiado sustancialmente. En un pueblo como Fontanars dels Alforins, fundamentalmente agrícola y con grandes extensiones de viñedo, las cepas en vaso han sido sustituidas por viñas de conducción en espaldera, donde la perdiz no cría. No tiene refugio y está al albur de los depredadores. El animal ha ido perdiendo poco a poco su hábitat natural. Se han eliminado linderos y se queman rastrojos que son refugio y alimento para las perdices.

La supervivencia de la perdiz depende básicamente de una buena gestión cinegética de los cotos

Ahora no se siembra, pero cuando se esparcía cereal (bien centeno o avena), la paja se recogía enseguida, nada más recolectado. No se dejaba en el campo durante unas semanas, sino que se retiraba muy pronto. Muchos nidos de perdices y codornices se han echado a perder por el paso de las máquinas cosechadoras, que no respetan la época de cría. Se han visto nidos destrozados y animales atrapados por las máquinas empacadoras en las balas de paja.

Otro factor importante ha sido la proliferación de alimañas, sobre todo jabalíes y zorros. Según un estudio, el jabalí es el causante de la depredación de casi el 40% de los nidos destruidos. Esto nos da una idea de lo dañino que puede llegar a ser, y no solo en la agricultura.

Otros factores que han coadyuvado al declive de la perdiz han sido el cambio climático, la concatenación de grandes periodos de sequía con lluvias torrenciales; la desaparición del conejo en algunas zonas —que ha hecho que cambie la dieta alimenticia de algunos depredadores— o las repoblaciones descontroladas con perdices de granja, transmisor de enfermedades en las perdices salvajes.

Una imagen que ya es historia

Antes, la llegada de la primavera era sinónimo de una eclosión de vida en el campo. Al principio del verano era normal cruzarse en un camino o en la carretera con un bando de patirrojas con su madre protectora al frente, guiando a la prole de perdigones. Esta imagen ya es historia.  

El año pasado, muchos cotos sociales de la Costera y la Vall d’Albaida prohibieron la caza de la perdiz. Otros acotados redujeron el cupo a una perdiz por cazador y día, permitiendo solo su caza en la sierra durante las primeras semanas de la temporada para abrir después en los bancales. La supervivencia de la perdiz depende básicamente de una buena gestión cinegética en los cotos y esa tarea corresponde a los cazadores.