Camarero sale reforzada tras ejercer de reverso de Vox en el Consell

Mazón asciende a Camarero a vicepresidenta única tras ejercer de contrapeso habitual de los voxistas en el Consell

La consellera tiene por delante también desatascar unos servicios sociales saturados

La vicepresidenta del Consell, Susana Camarero, interviene en la sesión de control de las Corts.

La vicepresidenta del Consell, Susana Camarero, interviene en la sesión de control de las Corts. / Germán Caballero

"Ohhh", dijeron, entre el lamento, la broma y la protesta, los diputados de Compromís cuando Susana Camarero se levantó para responder una pregunta durante la última sesión de control dirigida a Vicente Barrera sobre discriminación LGTBI. La escena fue el jueves, pero se ha repetido en varias ocasiones en las que Camarero ha actuado de pararrayos del Consell, del reverso de Vox y sus representantes, y en las que pese a recibir varios voltios, no solo ha salido indemne sino que la reestructuración del Ejecutivo demuestra que su potencia ha aumentado.

Camarero celebra el primer aniversario el Consell aupada como única vicepresidenta tras la salida de Barrera, quien tenía el cargo honorífico de ser vicepresidente primero. Esa catalogación desaparece y la también titular de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda, y secretaria del Consell (con poder en las reuniones de altos cargos y en marcar los temas del pleno de Gobierno) se queda como única en el escalafón. Por encima de ella, solo el presidente, Carlos Mazón, que ha hecho visible este tiempo la impronta de la exsecretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad.

Su pasado en el Gobierno de España dirigido por Mariano Rajoy entre 2014 y 2016 ha sido munición para la oposición en no pocas ocasiones (recordando recortes en la Dependencia), pero a la ya única vicepresidenta le ha servido de escudo frente a las críticas sobre feminismo y violencia de género que le llegaban al Consell, especialmente atacando el flanco de Vox. Ha reivindicado que bajo su gestión se impulsó y negoció el primer Pacto de Estado contra la Violencia de género (se firmó en 2017) o se incorporó a los hijos como víctimas de violencia machista.

Por las competencias habría quien podría compararla como la némesis de Mónica Oltra, sin embargo, su forma de proceder ha sido bien distinta a la de la exdirigente de Compromís. Hay quienes señalan que no aceptó ser la portavoz del Consell (lo es Ruth Merino) para evitar aún más esas comparaciones y dar una imagen centrada en la gestión en un área sensible y con muchos frentes abiertos y menos en el debate político del que, no obstante, no ha podido despegarse. 

Los 12 meses de Camarero en el cargo le han convertido en el contrapeso habitual de muchas de las andanadas de sus hasta ahora compañeros de gobierno sobre violencia intrafamiliar, derechos LGTBI o incluso memoria democrática, cuestión sobre la que ha asumido la portavocía en el parlamento ante las preguntas de la oposición al ser una materia adscrita a Presidencia que en los debates orales se traslada hacia otros representantes del Ejecutivo.

Con facilidad para el debate cuerpo a cuerpo, Camarero ha sido de las que más ha intervenido en el hemiciclo a preguntas de la izquierda, muchas veces, para cerrar brechas abiertas por sus exsocios de gobierno, aunque su modo de proceder ha sido habitualmente bajo el foco. La última ocurrió hace una semana cuando se reunió con la ya exconsellera de Justicia, Elisa Núñez, para que rectificase el cambio de nombre de una asignatura impartida por la Generalitat para los mandos de la policía local. Ni siquiera fue Camarero la que anunció esa modificación.

Ruido desde fuera

También fue la encargada de reunirse con las organizaciones de mujeres para asegurar que no iría ni un euro de dinero público a la Fundación de Hombres Maltratados o minimizar las «discrepancias» con el entonces otro vicepresidente Vicente Barrera por su rechazo a la campaña Orgull LGTBI. De hecho, Camarero ha buscado competir por la «bandera» de la diversidad con la izquierda, y a pesar de su bronca con una de las principales asociaciones (Lambda), evidencia su peso político marcando la posición en temas donde el PP podría notar la presión de Vox por un lado y PSPV y Compromís por otro. 

A ello se le añade su objetivo de desatascar la gestión en temática social. Vivienda aparece como una materia marcada en rojo, y ante la que el Consell ya ha planteado el Plan Vive como principal respuesta. Esta ha sido un añadido respecto a las cuestiones clásicas de unos servicios sociales saturados y con una herencia compleja en los centros de menores. 

Y por si fuera poco, entre los futuros deberes, Camarero podría tener que mirar a la izquierda para la renovación del Pacto Valenciano de Violencia de género y el acogimiento de menores extranjeros, asunto que ha roto el gobierno y contra el que Vox aumentará el ruido ahora desde fuera del Consell. Para eso Mazón ha potenciado a quien había sido su reverso. 

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