Del ‘zurdo’ Sánchez a la ‘facha’ Ayuso: cuando el insulto se convierte en bandera

El PSOE transforma los ataques de Milei en su reclamo para el sprint final de campaña

La apropiación del marco semántico del adversario se convierte en estrategia de la izquierda y la derecha para movilizar a los propios  

Sánchez, en un mitin en Murcia

Sánchez, en un mitin en Murcia / Marcial Guillén/Efe

José Luis García Nieves

José Luis García Nieves

La extrema derecha ha vuelto a regalar al PSOE un claim de campaña en la recta final de unas elecciones. Ocurrió en las generales de hace un año, cuando Pedro Sánchez se tambaleaba tras el revolcón de las autonómicas y logró resistir, contra todo pronóstico. Entonces fue el ‘perro’. El insulto con el que se despreciaba al presidente del Gobierno se convirtió en un guiño simpático, el “perrosanxe”, convertido en márketing electoral en camisetas, en chapas, stickeres, memes… Una campaña fresca que congregó a la militancia y penetró entre el público joven, jaleada incluso por el presidente en podcast, programas informales o en mítines.

Desde este fin de semana, Sánchez ya no es el perro, ahora es el ‘zurdo’. ‘Zurdo’ es como el presidente argentino, el libertario Javier Milei, se refiere con desprecio a los progresistas. En su visita a España para respaldar a Vox, importó su retórica y sus argumentos, con una buena dosis de ‘zurdos’. Y, claro, la Moncloa ha visto el filón. “Sí, claro que soy zurda. Con esta mano, con la izquierda, voy a votar por la igualdad de derechos, por una Europa verde”. “Zurdo, sí, porque con la zurda vamos a ganar a todos esos reaccionarios y vendepatrias”. “Cuantos más zurdos seamos menos ultraderecha y más Europa”. Todo eso se escucha en el spot electoral lanzado este fin de semana y que ya se acerca a las 600.000 reproducciones en X. Estos días se va a escuchar mucho a Sánchez hablar de la zurda.

“Esta apropiación del insulto tiene que ver con un orgullo de identidad, con reforzar la identificación”, apunta el politólogo Javier Carbonell, profesor asociado de la Universidad Science Po, de París. “Hay un factor estructural, tiene que ver con que hay un bajo interés por la política pero al mismo tiempo una polarización e identidad de grupo fuerte. Las elecciones se ganan, sobre todo, por la movilización de los tuyos, y no tanto por el gran grupo de votantes de centro de hace décadas. Antes querías demostrar nociones de consenso y competencia. Hoy se han roto los puentes entre los dos lados y se trata de movilizar a tu lado. Creo que es la estrategia del PSOE desde hace años. Se ha visto en la carta a la ciudadanía, en la idea de ‘parar a la extrema derecha’ y el conflicto con Javier Milei ha venido bien”, añade.

Viralidad y resignificación

“El origen de todo esto es que el concepto de meme nace de los genes, porque se transmiten igual: tiene esa capacidad de viralidad, consigue quedarse en la mente del huésped y expandirse de manera masiva”, contrapone el consultor de asuntos públicos David Sabater. “El marco teórico de esto es ‘El gen egoísta’, de Richard Dawkins. Si el gen es la mínima unidad de transmisión biológica, el meme es la mínima unidad de transmisión cultural. El PSOE ha resignificado el meme, lo mismo en julio que ahora. Ha operado el cambio en la semántica de un concepto unificador, que suponía un marco negativo para ellos, y le ha dado la vuelta. Un elemento de desgaste que usaba la derecha alternativa lo conviertes en algo positivo y en un elemento de empoderamiento”, añade.

Esta estrategia, en cualquier caso, ni es nueva ni pertenece al PSOE. "Cuando me llaman ‘facha’ pienso que algo estoy haciendo bien". “Aquí está la facha”, ha repetido la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, en los últimos años. Más a la derecha todavía, desde hace tiempo se señala la tendencia de formaciones ultra europeas por la apropiación de marcos discursivos y simbólicos de la izquierda, como cuando la extrema derecha de Aliança Catalana llama ‘imperialista’ al PSOE (algo más propio del marco comunista), o utiliza camisetas reivindicativas, algo ligado a formaciones ecosocialistas. Ocurre incluso con marcas de ropa. Dos semiólogos franceses han puesto en circulación el concepto “opas semánticas” para referirse a estos fenómenos. “En un época marcada por el confusionismo ideológico, las nuevas extremas derechas no solo han priorizado la batalla cultural, sino que han mostrado una gran capacidad para apropiarse de conceptos, ideas y discursos de otras ideologías, incluidas las de izquierdas”, señala en un artículo académico el historiador Steven Forti.

Término en disputa: Libertad, igualdad y concordia

Entrar en un marco discursivo ‘enemigo’ para apropiarse de él, resumía en redes sociales este fin de semana el consultor Javier Sánchez. En España se está viendo estos años también en otros dos conceptos clásicos de la izquierda. La libertad, por un lado, que la derecha y especialmente Díaz Ayuso ha arrebatado a la izquierda; o ‘igualdad’, ahora con la ley de Amnistía, convertida en el gran argumento de Núñez Feijóo. Conceptos resignificados también respecto a su sentido principal. El último término en disputa es 'concordia': del espíritu de la transición a las leyes contra la memoria de PP y Vox sin parada intermedia.

El 'zorra' del feminismo

Volviendo a la idea del insulto, Javier Carbonell deja una última reflexión que desborda la política estricta. “Hay un elemento cultural que va más allá. Tiene que ver con la pérdida de centralidad que tenía el trabajo como elemento de orgullo, y que hace que nos pensemos a nosotros mismos más en términos de identidad”, señala el politólogo, que pone ejemplos como el uso que el feminismo ha reconvertido conceptos como ‘puta’ o ‘zorra’. “Hay un elemento cultural. El trabajo ya no genera orgullo e identidad como antes. También ha retrocedido la religión. Y la política ha ocupado [ese espacio]. Si la vida es insatisfactoria hay un refuerzo de lo que te queda, tu asociación con ciertos valores”, concluye.