Delacámara: "La Comunitat Valenciana padece escasez de agua incluso en años húmedos"

El director del Centro del Agua y Adaptación Climática de IE University sugiere replantear el modelo de inversión actual para encontrar soluciones más efectivas y sostenibles a largo plazo

El director del Centro del Agua y Adaptación Climática de IE University, Gonzalo Delacámara.

El director del Centro del Agua y Adaptación Climática de IE University, Gonzalo Delacámara. / M. Á. Montesinos

Jaume Vidagañ

Jaume Vidagañ

El director del Centro del Agua y Adaptación Climática de IE University, Gonzalo Delacámara, defendió durante su intervención en el I Foro del Agua organizado por Levante-EMV, con la colaboración de Facsa, la necesidad de enfocar la gestión del agua como un desafío global y en términos de la economía en su conjunto, no solo de un sector concreto de esta.

Delacámara advirtió que la ciudadanía tiene una visión limitadas y simplista sobre el agua «en la que, muchas veces, se piensa que el agua viene del grifo y se va por el retrete». En este sentido, enfatizó la necesidad de que tanto ciudadanos como instituciones comprendan la importancia de invertir en la gestión del agua, tanto antes como después de su uso.

Esto último, según Delacámara, no se limita únicamente a la seguridad hídrica en entornos urbanos en un contexto de cambio climático, sino que aboga por una visión más amplia que incluya la gestión integral de las cuencas hidrográficas. «No se trata de gestionar tan solo la disponibilidad y la demanda de agua, sino también las actividades que generan presiones sobre los ecosistemas hídricos», dijo.

Estrés hídrico

Los expertos estiman que el 40 % mundial podría estar expuesta a niveles extremos de estrés hídrico en 2050, aunque, según Delacámara, la situación ya es grave. «No hace falta llegar a esta fecha. Actualmente, ya existen zonas del mundo —entre ellas las cuencas mediterráneas— que están sufriendo un estrés hídrico muy alto», alertó.

En este punto, Delacámara señaló que «hablamos demasiado de la sequía», cuando esta es la manifestación aguda de un desafío crónico en la gestión del agua. «Incluso en años húmedos, en la Comunitat Valenciana se padece escasez de agua», matizó.

Además, mencionó las consecuencias del cambio climático en este ámbito, amplificando la escala del problema. «El cambio climático contribuye a intensificar y aumentar la frecuencia de las sequías, que ahora son plurianuales y se conectan entre sí», subrayó.

Como consecuencia, el impacto de estos eventos climáticos extremos provoca pérdidas económicas muy notables que evidencian la necesidad de abordar la gestión del agua desde una perspectiva que «reconozca las complejas interconexiones del agua con el desarrollo económico y social».

Nuevos desafíos

A continuación, el director del Centro del Agua y Adaptación Climática de IE University recordó que, hace años, la sociedad consiguió canalizar recursos para garantizar la cobertura universal de los servicios de agua potable y saneamiento en nuestras ciudades. «Esto fue un éxito social sin precedentes», recalcó Delacámara, quien explicó que la construcción de infraestructuras críticas para el uso del agua perseguía «priorizar la expansión de las redes de suministro y de saneamiento».

En este sentido, Delacámara planteó la cuestión de si este modelo es el adecuado para abordar los desafíos actuales provocados por el estrés hídrico. «Desde mi punto de vista, el reto de hoy en día ya no es proveer a la ciudadanía de servicios 24 horas al día. En el contexto actual, debemos apostar por un nuevo modelo de inversión que tiene que priorizar la eficiencia en el uso del agua y la diversificación de las fuentes de oferta de agua».

Radiografía en España

En la segunda parte de su intervención, Delacámara expuso la situación actual a nivel nacional en materia del aprovechamiento del agua, la calidad de las aguas subterráneas y la desalación.

España es el líder a nivel europeo en el aprovechamiento de agua, con el mayor número de intervenciones en los cauces para garantizar el embalse de agua. «No podemos decir que no tenemos capacidad para regular y gestionar nuestra economía superficial», resaltó Delacámara.

Sin embargo, lamentó los desafíos que afronta España a nivel de la calidad de sus aguas subterráneas, un recurso esencial para garantizar el aumento de la resiliencia ante eventos extremos como las sequías. «Nos sirve como un elemento de respaldo del sistema, pero el 27 % de las masas de agua subterránea en España tienen problemas en relación a la sobreexplotación», destacó.

Por último, si pensamos en términos de desalación, España es la quinta potencia del mundo respecto a la capacidad instalada. «Lideramos a nivel de tecnología y, si revisamos los procesos de licitación en todo el mundo, vemos que la mayor parte de las licitaciones las están ganando empresas españolas», apuntó Delacámara. 

Del mismo modo, el director del Centro del Agua y Adaptación Climática de IE University explicó que España cuenta con más de 900 desaladoras —una parte importante de ellas, concentradas en la zona del Levante—, aunque en los últimos 25 años han sido utilizadas en un promedio inferior al 20 % de su capacidad instalada. «Se han utilizado a un nivel de rendimiento muy bajo porque la capacidad instalada no encuentra una demanda efectiva. Si queremos que estas plantas jueguen un papel importante debemos utilizar dinero del contribuyente para subsidiar el metro cúbico de agua desalada o repensar el sistema de precios del agua para rediseñar los incentivos».

Pese a ello, han tenido un papel fundamental en los últimos años: «La planta de Torrevieja nos ha sacado las castañas del fuego en momentos críticos», concluyó Delacámara.