Al llegar a la plaza del Ayuntamiento tocaba echar mano de la imaginación. Sintonías reconocibles y que entran bien. Domenico Modugno, Raphael, Nino Bravo... y cuando todo parecía tranquilo llegó el «Novio de la Muerte», el Himno de la Legión. El del audaz y temerario, el del enemigo exaltado y el de que fue herido con zarpa de fiera. Sin un Cristo llevado a brazo ni preparando el Desembarco de Alhucemas.