La pequeña sonda contiene 2 kilos de rocas lunares, especiales, que vienen directamente de la cara oculta de la Luna, el inexplorado y misterioso hemisferio que no mira a la Tierra. Ese es el momento en el que toca tierra en Siberia. La misión comenzó el 3 de mayo con el lanzamiento del robot a bordo de un cohete. El 2 de junio, el módulo de aterrizaje se separó del orbitador y apuntó al polo sur de la Luna, donde el Chang'e 6 bajó hasta el enorme cráter de Apolo para recoger con un taladro y otras herramientas el sedimento lunar. La sonda ha regresado sana y salva de una odisea de 53 días transportando esas primeras muestras de esa zona de la Luna. Es la segunda misión de retorno después de que su versión anterior volviera en 2020 con casi 2 kilos también de material, este de la cara más cercana del satélite. Las muestras serán analizadas en detalle, y según científicos chinos, revelarán nuevos detalles de nuestro sistema solar. Las autoridades chinas aseguran que investigadores de otros países también podrán tener acceso al estudio de estas rocas lunares. Un nuevo hito que muestra el acelerón de la carrera espacial de la superpotencia asiática.