Primera línea en una playa sin mar: “¿Pero es peligroso si me baño?”

Los arenales del sur comienzan a recuperar la actividad tras el vertido y sin que aún se permita el baño. Hay quien acaba en ellas por pura desinformación y quienes apuestan por el bronceado seco

Antonio observa el mar desde su hamaca

Antonio observa el mar desde su hamaca / Germán Caballero

Claudio Moreno

Claudio Moreno

El baño sigue sin estar permitido, pero las playas del sur empiezan a recobrar la actividad tras dos días de microinfarto, consecuencia de un vertido del que no se sabe su origen pero sí su destino: l’Arbre del Gos, el Saler y la Garrofera. Más de 35.000 litros de residuos después, vecinos y turistas han vuelto a pisar la arena de este litoral sur premiado con bandera azul. 

Desde una distancia prudencial miraba el agua Antonio sentado en su hamaca. Llegaba a la playa del Saler sin pistas del incidente. Todo burbuja: fuera la información, dentro paz y una jornada de sol. “Me he enterado del vertido porque me lo han dicho los socorristas. No pasa nada. Estaré aquí tranquilamente y si acaso me ducharé. Ir a otra playa no tiene sentido porque las carreteras de l’Albufera están muy transitadas y tardaría más de una hora”, reflexionaba el valenciano. 

Un bañista entra en el mar sin saber que podría estar contaminado

Un bañista entra en el mar sin saber que podría estar contaminado / Germán Caballero

En todo el ancho del frente marítimo permanecían recostados algunos cuerpos solitarios y otros en grupito, no más de una veintena de personas, solo un osado dentro del Mediterráneo. Se llama Cornel, es rumano y nadie le había dicho que aquello estaba prohibido. “Otros días voy más al sur. Me ha extrañado que no hubiese nadie en el agua. Era muy raro. ¿Pero es peligroso bañarse?”, preguntaba tras el chapuzón, todavía con el bañador lleno de un líquido no se sabe si contaminada o no. Los análisis dirán. 

Después de Cornel en dirección al Perellonet estaba la posta de socorristas con la bandera roja, la manifestación de la Comissió Ciutat-Port –rechazaban la ampliación norte del Puerto de València y pedían una zona de fondeo alejada del Parque Natural– y un vecino de Alfafar informado de la emergencia pero convencido de su plan. “Me gusta tomar el sol, no necesito mojarme. Está todo bien. Pensaba que olería a fuel, pero no he notado nada”, confesaba José Antonio. 

Un grupo de amigos toma el sol en primera línea de la playa del Saler

Un grupo de amigos toma el sol en primera línea de la playa del Saler / Germán Caballero

Y en primerísima línea también apostaban por el bronceado seco Carlos, Skandia y Marta –de Granada, Venezuela e Italia, afincados en Valencia–. “Venimos una hora y nos vamos. Normalmente no nos bañamos”, explicaban al ser preguntados por la tentación del mar a escasos dos metros de sus pies. Pese a que la playa empezaba a recuperar cierta actividad, aún estaba lejos de la normalidad. “No es una playa muy masificada entre semana, pero sí suele haber bastante más gente. Y los domingos ni venimos porque se llena”.