La Fira se inaugura entre el Himno de la Legión y la filigrana aérea

El mes de fiestas se abre con pasacalle de cornetas y tambores rematado con la interpretación del "Novio de la Muerte" y un espectacular ballet en altura 

El concierto inaugural de la Gran Fira se remata con el "Novio de la Muerte"

M. Domínguez

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

La inauguración de la Gran Fira de València nunca ha paralizado la ciudad. El acto inaugural jamás fue un evento multitudinario. Pero cuando se cambia el gobierno municipal se convierte en un medidor de sensibilidades. Sobre todo, cuando entre unos organizadores y otros hay tanto antagonismo. Nada queda de los actos organizados, a base de ensayo-error, por el anterior equipo de gobierno. Que, por ejemplo, intentaron crear la figura de pregonero, que no cuajó. O la traca corrida, que finalmente tampoco se convirtió en un espectáculo masivo. Pero por no quedar, no quedan ni las figuras alegóricas a Nelet y Quiqueta, los gigantes plantados en los albores del Siglo XX y que son un icono histórico de la ciudad. Este lunes, lo que se puso en la calle fueron dos espectáculos sin ninguna relación entre uno y otro y sin ningún hilo temático ni alegoría a que es el inicio de una lista interminable de actividades en la calle que han ido creciendo con el paso de los años.

El "Novio de la Muerte"

Y así, primero llegaron las cornetas, tambores y gaitas. En un lunes por la tarde también la ciudad está llena y toda esa gente -como pasaba antaño- «se lo encontró». Los ciudadanos, las familias que ya están de vacaciones, los «misters» y las japonesas. Carne de teléfono con cámara. Bajaron las cuatro agrupaciones de la ciudad de València, esas que también se las ve y escucha en otras fiestas, como la Semana Santa Marinera. Y ni que decir tiene que estaban felicísimas de tocar en el centro. «También nos tocaba». Al llegar a la plaza tocaba echar mano de la imaginación. Sintonías reconocibles y que entran bien. Domenico Modugno, Raphael, Nino Bravo... y cuando todo parecía tranquilo llegó el «Novio de la Muerte», el Himno de la Legión. El del audaz y temerario, el del enemigo exaltado y el de que fue herido con zarpa de fiera. Sin un Cristo llevado a brazo ni preparando el Desembarco de Alhucemas.

Acrobacias espectaculares

La segunda parte fue muy bonita. Sin peros. El Sylphes Aerial Ballet es un espectáculo muy conceptual. Básicamente, un grupo de portentosas bailarinas evolucionando cabeza arriba y cabeza abajo desde un soporte giratorio que sujeta una grúa mientras suena la música. Una filigrana que suma. Que mantuvo el interés aunque se prolongó durante más de media hora, pero en el que los teléfonos móviles funcionaron a piñón, las bocas se quedaron abiertas y las ovaciones atornaron en la despedida. Hasta quedaba bien cuando las figuras de las gimnastas se proyectaban por los focos en la finca de La Equitativa. Eso no estaba previsto y fue un valor añadido.

Después quedaba la pirotecnia, que con eso nunca te equivocas. Desde el tejado de la casa de la Vila. Peñarroja puso un punto y final que tenía coherencia con lo visto segundos antes.