Dani Rovira: 'El cáncer es una mierda y una oportunidad maravillosa para aprender"

Dani Rovira se sube a «El bus de la vida», la última película del director Ibon Cormenzana, que se estrena el día 3 de julio en cines

Habitual en cintas cómicas, el malagueño se mete esta vez en la piel de un profesor de música al que le diagnostican un tumor

Rovira, que en plena pandemia anunció que padecía un linfoma de Hodking, protagoniza esta historia de superación, de cómo abrirse a los demás, con toques de humor, pero mucha realidad 

Un fotograma de la película "El bus de la vida".

Un fotograma de la película "El bus de la vida". / David Herranz

Begoña Jorques

Begoña Jorques

El actor Dani Rovira (Málaga, 1980) protagoniza la película El bus de la vida, en la que interpreta a Andrés, un profesor de música que siempre quiso subirse a los escenarios. Destinado en un instituto de un pequeño pueblo del norte, le diagnostican un cáncer. Allí conocerá a un grupo de pacientes oncológicos con los que estrechará vínculos casi familiares. Rovira se mete en la piel de un personaje que no le resulta ajeno del todo, pues le diagnosticaron un linfoma de Hodking en plena pandemia. La película, dirigida por Ibon Cormenzana, llega a los cines el próximo 3 de julio.  

En «El bus de la vida» interpretas a un profesor y músico al que le diagnostican cáncer. ¿Qué ha supuesto para ti este personaje, con una historia tan cercana a tu caso? 

Obviamente, no ha sido una película más. Cuando me llegó la propuesta y me llegó el guion, no te voy a negar que me lo tuve que pensar, porque tenía muchas dudas. Primero, si yo estaba preparado para rodar una película con esta temática, emocionalmente yo estaba todavía temblando. Por otra parte, me daba miedo que la gente pensara que me iba a aprovechar de la coyuntura de que había tenido cáncer. Es la parte morbosa de la que huyo constantemente en mi vida. Pero leí el guion y vi que estaba hecho con muchísima sensibilidad. Es una película que trata una enfermedad como el cáncer, pero en la que hay humor sin frivolidad. Y tampoco es happy flower porque cuenta la realidad como es y hay momentos muy duros, pero sin caer la ‘pornografía’ emocional. Y si mi experiencia ha podido valer para darle al personaje cierta verdad y cierta autenticidad, pues bienvenido sea.

¿Cómo es tu personaje? ¿Cómo definirías a Andrés?

Andrés es una persona que la felicidad corre delante de él y no la encuentra. No termina de eclosionar, de darse cuenta de qué va la vida. Tener cáncer es una puta mierda, vaya por delante, pero es una oportunidad maravillosa para aprender. Y es una oportunidad maravillosa para afrontar la vida desde un enfoque más sano o más auténtico; para darte cuenta de lo que has estado haciendo hasta ahora, porque igual has vivido con el freno echado. Una vez escuché que muchas veces la gente vive en una especie de paz barata, porque está a gusto ahí. 

¿Te dieron la oportunidad de tocar ciertos matices del personaje a raíz de tu experiencia con el cáncer?

Sí. Recuerdo una secuencia donde yo pude interpelar al director: la del diagnóstico. Estaba planteada de una manera y yo le dije: «lo único que te voy a contar es cómo sucedió mi diagnóstico. Y a partir de ahí vemos si cambiamos algo». Mi diagnóstico lo tengo grabado en audio porque no sabes qué te van a decir. Es un audio de 15 minutos que no tiene desperdicio. A raíz de ahí replanteó la secuencia, ya no solo los diálogos, sino hasta dónde iba a poner las cámaras. Le dije «si quieres algo real, yo lo viví así». 

Comentabas que no estabas seguro de querer hacer la película, si era el momento. ¿Te resultó muy difícil volver a afrontar la enfermedad?

Lo pasé un poquito mal. Me removió mucho cuando me llegó el guion, la primera lectura. Tenía miedo ciertas secuencias en el hospital o en la sala de quimioterapia. Pensaba que no iba a parar de llorar, que iba a romperme y fue todo lo contrario.

En la película hay una reflexión muy interesante que hace el personaje de Manuela (interpretado por Elena Irureta) cuando estáis en un ciclo de quimioterapia. Dice que hay muchas veces que preguntamos «¿cómo estás?» pero sin esperar que nos contesten la verdad. ¿Las formas están huecas de contenido hoy en día?

Bueno, también hay que ubicarse. Si estoy haciendo mandados y me preguntan «¿qué tal?» ahí sí que hay cierta convención formal. Pero con la gente que te importa es otro asunto. Mira, el otro día me encontré en el aeropuerto a una chica cerca de mí que había terminado de hablar por teléfono y estaba llorando. Y uno no sabe muy qué hacer. Pues le di un paquete de pañuelos y le animé. 

Dani Rovira.

El actor Dani Rovira. / Caterina Barjau.

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Tras la enfermedad de la que trata la película hay mensajes de superación, de compartir el miedo, de abrirse a os demás. 

Hay una cosa ritualística en el compartir que es muy difícil de llegar estando tú solo. Pasa con el cine, con la terapia de grupo... El miedo, la pena y la tristeza compartida es la mitad, y la alegría compartida es el doble. Pero la película no deja de lado que en el cáncer hay gente que se salva y hay gente que no. Esto es así, la película no lo maquilla.

El humor también tiene su lugar en la película. Tú vienes, sobre todo, del mundo del humor. ¿La risa es la única manera de hacer frente a los golpes de la vida, incluso cuando son bastante gordos?

No es la única, pero me parece una opción muy potente. El humor, el amor, la esperanza, el deporte. El humor es un bálsamo. El humor es una ventana que se abre en una habitación viciada. El humor es un escudo ante las agresiones de la vida. Yo me tiraría por una ventana si se prohibiera el humor, si no existiera, si la vida fuera literal, si la vida fuera prosaica constantemente. El humor es ponerle un poquito de poesía a la vida. Ya la vida es bastante jodida como para encima no poder reírnos.

¿Qué límites te pones tú en el humor, si es que lo pones?

Ninguno. Porque yo creo que si desde donde nace es un lugar bonito y no es dañino, ni con mala baba, todo es posible. Si hago un chiste sobre algo y hay una persona que quiero y se ofende entonces no volveré a hacer este tipo de broma. Pero al final también el humor es contexto y hay que tener la suficiente inteligencia emocional y social para saber dónde puedes soltar según qué bromas y dónde no. A mí si un chiste me puede costar una amistad no lo voy a soltar.

Te hemos visto cantar en la película. ¿Qué te ha parecido la experiencia?

Bueno, no voy a poner energía en sacar un disco (ríe), porque no es mi profesión, pero yo he cantado siempre desde muy pequeñito. A los 12 o 13 años empecé a tocar la guitarra; supongo que cantar tocando la guitarra ya hace que cantes afinado. Siempre me ha gustado, aunque nunca he dado clases, pero he tenido buen oído, buen instinto. A mí mañana me dicen «oye Dani, ¿vas a hacer una película musical?» Pues pa’lante. Yo creo que el miedo hay que usarlo para situaciones más importantes.

Andrés es un profesor de músico que sueña con ser músico. ¿Tienes algún sueño por cumplir?

Igual esta frase te va a sonar negativa, pero no lo es: yo no espero nada de la vida. Estoy tan en el aquí y en el ahora, que intento no proyectar muchos sueños o muchos deseos. Me encantaría envejecer haciendo lo que hago. Yo no apuesto nunca, ni compro quinielas, ni cupones. Porque creo que hay una cosa kármica. Es decir, si económicamente estoy bien y la vida me va muy bien, creo que no debería tocarme ningún premio. Y lo que venga, lo surfearé como pueda. Voy a intentar coger todas las riendas que pueda para tener cierto control. Pero, mira, lo que me pasó [el cáncer] y lo que nos pasó hace cuatro años [la pandemia], nos enseña que por mucho que controles la vida, hay muchas cosas que se nos escapan. Yo me siento una persona muy privilegiada. 

Te hemos visto en dramas y en comedias. ¿En qué genero te sientes más cómodo?

Pues en las dos porque son emociones que están presentes en mi vida. Y mañana me dicen de hacer una de terror y te la hago o un thriller. Al final, todas las emociones están en la vida. Obviamente, hacer reír es una cosa que me sale muy fácil, pero creo que no nado mal en las aguas del drama. Mientras sea una buena historia y el personaje sea bonito y haya verdad, como si es un musical.

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