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Juicio en directo: 'El Tuvi' se enfrenta a 17,5 años de cárcel por intentar asesinar a otra chica con el mismo patrón que a Wafaa y a Isabell
La Audiencia de València juzga hoy al presunto asesino en serie por dejar al borde de la muerte a una exnovia con un ‘mataleón’ porque se negó a retirar la denuncia por maltrato contra él
![Comienza el juicio al 'Tuvi' por intento de asesinato de una joven que era su pareja](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/88ce0193-66f5-46f3-a38e-c4a107fe7a6c_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Europa Press
David S. O., El Tuvi, procesado por los asesinatos de Wafaa Sebbah, de Isabell Elena Raducanu y de su hija nonata de 6 meses de gestación, se sienta en el banquillo de los acusados por el ataque a la que podría haber sido su cuarta víctima mortal, una joven que era su pareja y a la que dejó sin sentido tras estrangularla por la espalda porque la chica no quiso retirar la denuncia por malos tratos contra él.
El presunto asesino en serie, que ya fue juzgado y condenado por el delito de maltrato a la joven, afronta ahora, tal como piden la Fiscalía y la acusación particular, que ejerce el penalista valenciano Juan Carlos Navarro, una nueva condena de 17,5 años de cárcel.
El Tuvi quiere hacer uso del turno de última palabra: "Quiero matizar que como es posible que esta señorita (en referncia a la víctima) no haya respondido al favor que le he tenido que hacer yo porque el dinero que le tenía que prestar". El magistrado le mira y le dice: "Pero, ¿tiene algo más que decir?. "Sí", responde, "y que no tenía intención de matarla en ningun momento, Han sido unas lesiones leves".
El magistrado anuncia: "Visto para sentencia".
La defensa inicia su informe protestando. Alude a las patologías "gravísimas" de su patrocinado, que considera "totalmente probados", y vuelve a criticar "que la forense haya tirado por tierra" el informe en el que, dice, se basaba "toda mi defensa". Y reitera: "Estoy asombrada del cambio de la forense que deja a esta parte totalmente indefensa".
Rechaza que haya intento de homicidio porque pone en duda que "alguien lo intente y fracese dos veces".
Asegura que su cliente estaba "bastante coaccionado" y dice que "todos ocultan algo", en referencia a los atestados policiales y a los informes "que constan en autos".
Aún así, entra en contradicción y pide "medidas de seguridad" para evitar "que algo así vuelva a pasar", recogiendo la petición de la madre que ha aprovechado su paso por la sala para pedir que a su hijo lo trasladen a un centro psiquiátrico.
"Tenía la intención de matar", sentencia el letrado de la víctima. "Por el grado de ejecución y por la exteriorización de esa acción, está claro que si intención era la de matar. No hay un reconocimiento de esa intencionalidad, sino que él ha argumentado hoy que se defendió de ella, así que nos vamos a inferencias" a partir de lo que se ha visto en el juicio.
"Termina pensando que esta mujer ha fallecido. Por eso para. Hay una continuidad en la ejecución. Lo importante no es el resultado, sino la intencionalidad. Y lo demuestra esos movimientos agonizantes que ha dicho el médico forense", concluye.
En cuanto a la atenuante, esgrime una sentencia de la Audiencia Provincial de Jaén. El elemento de voluntad es absorbido por el de conocimiento. Es decir, la capacidad cognitiva absorbe la volitiva. Sabía diferenciar lo correcto de lo incorrecto".
La acusación particular se adhiere a lo que ha dicho el ministerio fiscal, pero matiza la diferencia con la Fiscalía, en relación con esa atenuante.
"Los ataques se producen recién levantados. No ha tomado tóxicos. Hay un primer ataque que se convierte en un delito de lesiones. La consecuencia es un segundo ataque, el intento de homicidio. En el primer ataque, se produce un aturdimiento, que la lleva a vomitar, y él le da agua porque es consciente de lo que está haciendo. Le está advirtiendo. 'Retírame la denuncia', 'no te la retiro'. Es una situación de dominio mientras continúa con la amenaza".
"Superada a advertencia, y continuando ella sin hacerle caso, viene el segundo episodio, en el que se asegura la acción. Le coge el cuello por delante y la gira, estrangulándola. Quiero hacer hincapié en la diferencia de corpulencia y estatura entre ella, de apenas 1,50 metros de altura y delgada, y él, de 1,80 de altura y que está fuerte, y más en esa época que hacía pesas y tomaba anabolizantes. Era una bomba de relojería, ha dicho su madre".
"Mientras está en ese grado de ejecución, ella se revuelve, echa espuma, y él no cesa. Este señor continúa a pesar de que ella se orina, vomita. Quiere acabar con su vida", recuerda Navarro, quien en este punto recuerda que para entonces ya se habían producido los otros asesinatos de mujeres que se le imputan, en los que también hubo estrangulamiento (en ambos casos) de manera que conocía no solo las consecuencias, sino el modo en que se iban produciendo.
La defensa sigue protestando y diciendo que no acepta. El presidente da paso a los informes.
La fiscal reitera que acusan por cuatro delitos. El primero, el del quebrantamiento, dice que ha sido reconocido por el propio acusado, igual que el segundo. Aunque remarca que, hoy, por primera vez, ha argumentado que la discusión entre ambos deriva de que le pidió dinero, y que solo reconoce parcialmente que hablaran de la retirada de la denuncia.
En cuanto al intento de matarla, la fiscal mantiene que es un homicidio intentado. Se basa en que los 40 minutos que pasaron entre el primer y el segundo ataque "es mucho tiempo" como para que alguien no cambie esa actitud con el otro, es decir, como para que cejara en su intento de matarla. Por eso observan dos delitos, el de lesiones, en el primer ataque, y de homicidio intentado, en el segundo, que es cuando le hace perder el conocimiento.
En cuanto a la atenuante de disminución de su capacidad volitiva, la acepta, pero simple, porque hacía vida normal.
"Control de impulsos, parcialmente. De conocimiento, no hay afectación", reitera la forense a preguntas de la defensa, que ha intentado comprometer al tribunal alegando que "no acepta esta prueba". El presidente ha tenido que reiterarle tres veces que si desea preguntar algo a esta perito, este es el momento. "Es que me acabo de quedar sin prueba, todo se basaba en este informe, y si ahora lo cambia...", se agarra la abogada, a lo que el presidente de la sala le rebate que "no es así" y le reitera que pregunte si lo desea.
Es el turno ahora de la médico forense que hizo el informe de imputabilidad del detenido. La fiscal le pregunta cómo hizo el reconocimiento. Solo una entrevista más la documentación de la causa y "la que aportó el acusado".
Las conclusiones quiere matizarlas. Las capacidades cognitivas no estaban afectadas, pero si es posible que estuviese afectada parcialmente la volitiva. Dice que ha reevaluado la documentación y que quiere matizar sus conclusiones anteriores. "Fue un error mío en la apreciación de la pericial", argumenta.
La defensa protesta por ese cambio ahora.
La fiscal pregunta sobre la falta de control de los impulsos, si era habitual o no. Si hay grado de estrés, como lo es una discusión de pareja, es posible la afectación.
"Me aportaron informe de un psiquiatra privado, al que empezó a ir en marzo de 2021, en el que se le daba un tratamiento", que dice que "es aconsejable que se mantenga para controlar" esos arranques de ira.
Finalizada la declaración de los médicos forenses, es el turno de los psicólogos del Instituto de Medicina Legal (IML) que realizaron los informes de credibilidad de la víctima.
Solo va a preguntar la defensa. Indaga por qué en el informe hace una matización, "exageración", dice la letrada. El psicólogo dice que "no está exagerando los hechos, sino las consecuencias" y dice que es habitual que "los explorados tiendan a exagerar cómo perciben los hechos para hacérnoslo ver". Dice que para eso están los factores de corrección de los test, así como "la exploración directa y el relato".
En este caso, dice, "era obvio que había ansiedad y depresión", y que la exageración se percibió en "los intentos autolíticos", que no cuadraban con el tiempo transcurrido desde la agresión (cuatro meses) y con que "nos dijo que estaba más tranquila".
A los 10 o 15 segundos de oclusión sanguínea puede haber ya una pérdida de consciencia. Explican que también la expulsión de espuma, la relajación y pérdida de control sobre los esfínteres o que escupiera sangre después (se producen hemorragias microalveolares por el desesperado intento de respirar, de llevar aire a los pulmones, en pleno mecanismo asfíctico) son señales del estrangulamiento.
Es el turno ahora de las periciales. Los primeros en declarar son los dos médicos forenses que realizaron dos informes, uno por las lesiones y otro por el significado de las mismas. Las lesiones precisaron tratamiento con antiinflamatorios y no habrían remitido espontáneamente. Son compatibles con un intento de asfixia.
Las moraduras derivan con el intento de ella de defenderse. Las lesiones habrían sido mortales.
A preguntas de la acusación particular, los peritos dicen que es muy difícil establecer tiempos y fuerza ejercidos, pero aclaran que la anoxia cerebral es la que produjo la pérdida de consciencia. Establecen entre 2 y 5 kilos de presión la fuerza necesaria para la asfixia sanguínea, y algo mayor para la asfixia respiratoria. Con las lesiones observadas en este caso, consideran que se produjeron ambos mecanismos, el sanguíneo y el respiratorio, y que la conjunción entre ambos llevó a la anoxia cerebral (desmayo).
A partir de dos o tres minutos, se producen lesiones irreversibles y, a continuación, la muerte.
Había un edema de glotis y otro de lengua, lo que significa que había lesiones internas. Hubo que tratarlo con Urbason porque se continuaba hinchándose, podía producir asfixia.
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