El Tuvi reconoce ante los forenses que asesinó a Wafaa y luego la tiró al pozo

David S. O., que permanece en prisión por el homicidio de la joven de la Pobla Llarga desde junio de 2021, intenta justificar el crimen alegando que ella le pegó y rehuye la intencionalidad sexual en las entrevistas con los forenses

David S. O, El 'Tuvi', en los juzgados de Xàtiva.

David S. O, El 'Tuvi', en los juzgados de Xàtiva. / Raquel Segura

María González

Una confesión criminal, pero parcial e interesada. Es la que realizó David S. O., alias El Tuvi, ante los psiquiatras forenses en abril del año pasado aunque no ha trascendido hasta ahora: admite que asesinó a Wafaa Sebbah, la joven de 19 años de la Pobla Llarga cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en el fondo de un pozo en Carcaixent casi dos años después del crimen, pero maquilla la sucesión de torturas, culpa a los anabolizantes y a la propia chica de su reacción homicida y omite los detalles más sórdidos, incluido el móvil sexual.

Pero no solo eso. La confesión a los dos psiquiatras forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de València que han completado el estudio de imputabilidad del acusado no se produjo en un momento cualquiera, sino en uno especialmente relevante para El Tuvi: exactamente seis días después de que fuese formalmente imputado y encarcelado por otro asesinato, el de Isabell Raducanu, una mujer embarazada de seis meses en Xàtiva a la que presuntamente había matado en su domicilio de Xàtiva cinco meses antes que a Wafaa. 

Así, esa confesión apunta a una estrategia de defensa para evitar la máxima condena que se permite en España, la prisión permanente revisable, a la que se estaba haciendo acreedor no solo como asesino en serie sino también porque en ambos crímenes, el de Isabell, el 11 de junio de 2012 y el de Wafaa, el 17 de noviembre del mismo año, los investigadores de Homicidios detectaron una componente sexual que El Tuvi intenta negar por encima de todo, ya que uno de los supuestos para la imposición de esa condena es precisamente que la muerte de la víctima sea subsiguiente al ataque sexual.

Los dos médicos que han realizado la exploración de David S. O. para determinar si es imputable o no han mantenido cinco encuentros con él. La primera entrevista y la segunda, realizadas los días 25 de noviembre de 2021 (cuando llevaba cinco meses en prisión tras ser detenido por el asesinato de Wafaa) y 1 de febrero de 2022, no sirvieron para casi nada. Respuestas lacónicas, silencios... 

El 22 de abril de 2022, tras una complicada instrucción en el caso del crimen de Isabell Raducanu –la jueza de Xàtiva mantuvo como único imputado por el crimen a la pareja sentimental de la víctima, hasta que entró en escena El Tuvi tras ser identificado su ADN en distintos puntos del cuerpo de la mujer y en un calzoncillo hallado bajo el cadáver–, la magistrada del caso decretó prisión para David S. O. también por el asesinato de Isabell. Dos meses antes, el 25 de enero, la jueza había decidido no decretar prisión para él en esta causa, así que cuando llegó la segunda entrevista con los forenses, la del uno de febrero, siguió con la boca cerrada.

Sin embargo, y por la presión ejercida por los abogados de la acusación particular, la magistrada volvió a citarlo el 22 de abril y entonces sí, optó por ordenar prisión para El Tuvi por el asesinato de Isabell, aumentando así las certezas judiciales sobre su implicación en el crimen. 

A partir de ahí se produjo el cambio en su estrategia de defensa. Así, seis días después, el 28 de abril, confesó por primera vez a los forenses el crimen de Wafaa tras «arrancar espontáneamente y con relativa fluidez» en cuanto los médicos le empezaron a preguntar.

Eso sí, con una versión a su conveniencia, buscando el reconocimiento de un trastorno mental que lo convierta en inimputable. ¿Cómo? Tratando de convencer a los forenses de que no volvió a ser el mismo tras un accidente de tráfico sufrido a finales de 2015 que lo dejó dos meses en coma y de que el consumo de drogas y alcohol, que no ha conseguido acreditar con datos objetivos, influyeron en su acción. De hecho, sin que nadie le preguntase, le dijo a los médicos que estranguló a Wafaa después de que ella «me pegara en la cabeza» porque «los anabolizantes me pusieron rabioso». Curiosamente, no mencionó el consumo de esos fármacos hasta esa tercera entrevista, la de la confesión, e incluso, pese a su importancia para su defensa, olvidó volver a hablar de ellos en las siguientes, hasta que los forenses se lo recordaron y, entonces sí, volvió a dar todo tipo de detalles sobre dónde los compraba, a quién y cuánto llevaba consumiéndolos.

Se acostó a dormir en la casa tras haberse deshecho del cuerpo

Con «distante frialdad» y una «afectividad inapropiada», El Tuvi narró a los forenses que el día del crimen, el domingo 17 de noviembre de 2021, recogió a Wafaa y la llevó al chalé de su abuelo, habitado solo en verano. Llevó, dice, una botella de ginebra rosa y «dos o tres gramos de cocaína» que tomaron entre los dos, aunque en el cabello de la víctima no hay ni un vestigio de esa sustancia.

Asegura que estaban viendo la tele en el sofá cuando ella «de buenas a primeras me pidió mil euros» y que él le dijo que no se los iba a dar porque «y si luego no me los devuelve, qué». A partir de ahí, afirma que discutieron y que ella «me golpeó con las manos en la cabeza», a lo que reaccionó «cogiéndola del cuello». Rememora que «después de un rato apretando, ella perdió la conciencia». Cuando los forenses indagan en busca de más detalles, sobre cómo tenía la cara la víctima, si le pidió que parase o cómo reaccionó, El Tuvi vuelve al laconismo con un «no quiero hablar más de esto».

«Su relato salta, por decidirlo él», afirman los médicos, «a cuando la subió al coche, un Golf, y la metió en el maletero» para llevar el cuerpo a la finca agrícola que entonces era de la familia y la tiró al pozo, que mantuvo vigilado varios días «por si flotaba». Incluso afirma que arrojó piedras sobre el cuerpo y le disparó varias veces esa noche y en los días siguientes con un rifle de perdigones «para hundirlo», pero rehuye cualquiera de las torturas a las que la sometió y que han quedado acreditadas en la autopsia.

Después de deshacerse del cuerpo y de quedarse con el móvil de su víctima, algo que ya había hecho cinco meses antes con el de Isabell Raducanu «para que no lo rastrearan, recuerda que «se acostó a dormir en la cama de la casa del pozo y al día siguiente continuó con su vida». Sin más.

En ese relato, negó varias veces que buscase tener sexo con Wafaa, con quien tenía una auténtica obsesión, según todos sus amigos. Sin embargo, él mismo se delata al narrar, sin que los forenses le preguntasen, que le había quitado la ropa antes de arrojarla al pozo «para que no la vieran», aunque acabó «tirándola luego a su lado». No es cierto: el cuerpo conservaba las prendas superiores, pero estaba desnuda de cintura para abajo.