LA SAFOR / OPINIÓN

Mereció la pena

Salvador Gregori

Salvador Gregori / Àlex Oltra

Salvador Gregori

Hay momentos clave donde a uno se le aceleran las pulsaciones ante un suceso inminente, y ello ocurrió hace apenas tres semanas. El largo y proceloso camino iniciado en junio 2015 se ha despejado de manera muy notable para el futuro de las arcas municipales. El acuerdo alcanzado con el Ministerio de Hacienda para la restructuración de la devolución de la deuda financiera en condiciones óptimas, es un hito largamente trabajado y negociado, y que Gandia ha liderado claramente apostando no por una salida singular para nuestra ciudad sino aportando una solución de universalidad para el resto de municipios que cumplan una serie de criterios preestablecidos.

Pero para poder lograr dicho acuerdo, que redefine las condiciones financieras a largo plazo de la deuda municipal, ha habido un trabajo de muchos años. Afortunadamente, muy lejos quedan los impagos de facturas a nuestras empresas, la infracción del artículo 135 de la Constitución al incumplir las obligaciones con los bancos, y lo más penoso: el desplome reputacional de una institución pública como es el Ayuntamiento como consecuencia del ensordecedor runrún de casos de corrupción (solo hay que recordar al vehículo de la Guardia Civil saliendo del parking municipal tras un registro por orden judicial), la sentencia en firme del Tribunal de Cuentas exigiendo el reintegro de dinero a un exalcalde y su condena de cárcel tras un procedimiento penal, recurrida actualmente en casación al Tribunal Supremo.

En contraposición, en tan solo nueve años, el reloj de la economía de Gandia vuelve a estar en hora y las finanzas municipales ya no son un lastre que frenen las expectativas de futuro de la ciudad. Al contrario, un buen uso de las mismas pueden constituir una palanca de desarrollo decisivo al servicio de la actividad económica y garantía de bienestar para sus ciudadanos.

Y es que los datos son muy tozudos: el periodo medio de pagos a proveedores ha pasado de más de un año a menos de treinta días; la deuda municipal a finales de 2024 se habrá reducido en 93 millones (-27%); el paro desde junio de 2015 a junio de 2024 ha disminuido en 3.537 personas (-40%); desde 2016, todos los ejercicios se han cerrado con estabilidad presupuestaria y remanentes de tesorería positivos. En definitiva, a pesar de la habitual aversión hacia las cuentas públicas motivada por su carácter plúmbeo, si estas fallan, nada funciona. De ahí la importancia y lo necesario de su saneamiento.

Pero, a pesar de estos excelentes indicadores, la deuda municipal seguía siendo una amenaza para el futuro de la ciudad y ello era motivo de preocupación y reflexión. Por ello, Gandia ha propuesto vías alternativas a la oficial y las ha trasladado al Ministerio con la ventaja añadida de su propia credibilidad al ser considerado un ayuntamiento ejemplar en la observancia de sus compromisos. Finalmente, y después de muchos viajes a Madrid, nuestra propuesta ha sido aceptada y será aplicable al conjunto de municipios que estén en una situación similar a la nuestra: cumplidores con las obligaciones pactadas con el gobierno central (con independencia de su color político) aunque con una deuda excesivamente alta.

Y la solución es tan sencilla y lógica que el propio Ministerio la ha aceptado: se paga toda la deuda existente, no se alarga el plazo de finalización actual (2050) y no se cambian los tipos de interés ¿Entonces? La clave está en acompasar la evolución de los ingresos municipales anuales (+1%) con una devolución anual de la deuda gradualmente creciente (+5%). Ni método francés, ni alemán ni americano: pura progresión geométrica con un inicio de serie muy abordable y que cada año varía de manera creciente aunque, con la mejora natural de los ingresos municipales, su amortización es sólida y consistente.

Después de años muy duros, Gandia se encuentra en una auténtica encrucijada. Tal como afirma Richard Florida, en la actualidad ya no compiten las regiones sino que son las ciudades quienes lo hacen de manera feroz. Gandia y su ‘hinterland’ tienen todavía la oportunidad de convertirse en un foco de desarrollo propio que marque de manera autónoma su evolución futura y no termine siendo succionada por polos muy potentes como son Valencia y en menor medida por Alicante. El gran crecimiento poblacional de Gandia de los últimos años (superior a la media de la Comunitat Valenciana) y la fuerte reducción de las cifras de paro (de las ciudades de más de 45.000 habitantes es la segunda que más lo ha hecho) son indicadores claros de que algo se está haciendo bien. Pero el futuro inmediato y a medio plazo está plagado de retos y para ello la Administración necesita recursos económicos para invertir en iniciativas propias y otras de colaboración público-privada para alcanzarlos. Es por ello la importancia de este acuerdo financiero desarrollado desde Gandia para tener el combustible necesario que encienda el motor del desarrollo del futuro.

Visto con perspectiva, el pacto alcanzado en 2015 y la evolución consiguiente de la ciudad por todos los actores que entonces lo propiciaron, sin duda, mereció la pena y así lo ha entendido tanto en 2019 como en 2023 la ciudadanía de Gandia en el referéndum más preciso que existe: las urnas. A su vez, este gran acuerdo con el Ministerio de Hacienda, que hoy será aprobado en sesión plenaria de la Corporación Municipal, es el resultado de la labor tenaz de los últimos cuatro años y, sin duda, también ha merecido la pena. Porque, como afirma Donald Kendall, el único sitio donde éxito viene antes que trabajo es en el diccionario.