La historia de Gandia descrita en los 50 metros de su campanario

Los trabajos en la torre de la Colegiata, la más antigua de la Safor, dibuja la trayectoria de la ciudad desde la Conquista hasta la actualidad

En Navidad ya se podrá retirar el andamio, que dará lugar a una nueva imagen con ventanas que han estado dos siglos tapiadas

Los asistentes a la visita, en el interior del campanario de la Colegiata.

Los asistentes a la visita, en el interior del campanario de la Colegiata. / Francisco Llorens

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Pisar el campanario de la Colegiata de Gandia, que está en pleno proceso de restauración, sitúa al visitante en el siglo XIII, cuando esta estructura comenzó a construirse, y a medida que se van subiendo escalones aparecen las obras del duque real Alfons el Vell, una época de esplendor de la ciudad.

Más arriba se halla la estructura del siglo XVI que se erigió a las órdenes de la duquesa María Enríquez, en aquella otra época dorada, la de los Borja. Y por eso una parte de los azulejos del suelo que esta obra ha descubierto proceden de los talleres del Raval, desde donde también salieron cargamentos para las estancias vaticanas en época de los papas valencianos Calixto III y Alejandro VI.

En varias de las bóvedas del campanario se aprecia perfectamente la piedra ennegrecida a consecuencia del catastrófico incendio que la Colegiata sufrió durante la guerra civil española, cuando se desplomó el ábside, posteriormente reconstruido con ladrillo.

En el camino ascendente a esta estructura de 50 metros de altura, que alcanza los 55 con el remate de la veleta, cambia el paisaje. Ahora la piedra de sillería de la primera fase, que acaba en el siglo XVI, da paso al ladrillo de la parte superior, que dirigió el fraile Onofre Trotonda en el siglo XVIII y que concluyó el campanario más o menos tal cual se conoce hoy. En aquellas obras de hace algo más de doscientos años Trotonda optó por tapiar tres ventanas en cada lado del campanario, doce en total, que ahora los técnicos han considerado conveniente descubrir, toda vez que se ha podido comprobar que se cegaron por motivos estéticos y no para asegurar la estabilidad del campanario. Eso significa que, esta Navidad, cuando está previsto que se retiren las lonas y se pueda ver de nuevo todo el campanario, la imagen será completamente distinta, con un toque estética antigua que desapareció hace dos siglos.

Prieto e Izquierdo atienden a las explicaciones del arquitecto Jesús Roche

Prieto e Izquierdo atienden a las explicaciones del arquitecto Jesús Roche / Natxo Francés

En este recorrido histórico por Gandia se pasa por las zonas de campanas, las más modernas en la primera planta y, las más antiguas, del siglo XVIII, en la segunda. Esas son las que durante décadas han difundido información a los gandienses, tanto al dar las horas como al anunciar oficios o actos religiosos y también señales de alarma o atención.

Y también a esa altura, desde la que se divisa una impresionante vista de la ciudad, se encuentra el reloj, de la época de la duquesa María Enríquez, que es otra pieza destacable del campanario y, a su vez, de la vida social de Gandia.

Ese recorrido histórico, guiado por el arquitecto director de la restauración, Jesús Roche, es el que ayer dieron a conocer responsables de la empresa setabense Construcciones Vito, el alcalde de Gandia y la concejala de Patrimonio, José Manuel Prieto y Alícia Izquierdo, y el abad de la Colegiata, Ángel Saneugenio.

Sin patologías graves

La radiografía previa al inicio de las obras permitió asegurar que el campanario, pese a sus casi ochocientos años de antigüedad en su parte primigenia, no sufre patologías graves. Solo algunas humedades y la existencia de plantas que han arraigado en las juntas de los sillares que ahora serán retiradas. Ello ha permitido suspender un andamio flotante que se sustenta sobre los gruesos muros mediante una estructura metálica de casi diez toneladas de peso.

Según el arquitecto, tras un retraso en el inicio de las obras, ahora los plazos se están cumpliendo a la perfección y se estima que en Navidad se podrá retirar el andamio, dejando a la vista la nueva imagen del campanario. Por dentro todavía quedarán unos meses de obras, y ahí es cuando se tendrá que determinar si, como es intención, en un futuro los visitantes podrán acceder a alguna de las plantas. Lo ideal sería llegar al menos a la primera de las campanas, pero dependerá de si se puede garantizar la seguridad.

La restauración del campanario de la Colegiata, una actuación largamente esperada, ha costado casi 700.000 euros que han puesto el Ayuntamiento de Gandia, la Diputación de València y la Generalitat. El alcalde señaló ayer la importancia de esa colaboración, y la concejala Izquierdo destacó el esfuerzo municipal por preservar el patrimonio. De hecho, justo al lado acaban de iniciarse las obras de restauración de la Capilla de la Asunción.

El campanario, cubierto por el andamio y las lonas protectoras, esta mañana

El campanario, cubierto por el andamio y las lonas protectoras, esta mañana / Natxo Francés

Detalles. Como el Micalet de València y por debajo de Xàtiva y Alcalà de Xivert

El campanario de la Seu de Gandia tiene 50 metros de altura, 55 si se cuentan los elementos hasta la veleta y el pararrayos, lo que lo convierte en uno de los más altos de la Comunitat Valenciana. Aunque Gandia no ha estado nunca relacionada con una competición de ese tipo, baste decir que esta torre está al nivel del Micalet de la Seu de València, uno de los edificios más emblemáticos, singulares y populares de la capital.

Ahora bien, en altura los que sí rebasan con creces a Gandia son los campanarios de la Colegiata de Xàtiva, que llega a los 60 metros, y, sobre todo, aquella bellísima y esbelta torre de Alcalà de Xivert, que se eleva hasta una altura de 68 metros. De lo que no cabe duda es que en Gandia, cuando se pueda subir a la torre, los visitantes tendrán la oportunidad de contemplar la ciudad, desde sus cuatro costados, en una panorámica hasta ahora vetada solo a unos pocos privilegiados.