COLABORACIÓN

San Nicolás en el Grau de Gandia: Un sueño que se hizo realidad

La gran nave de la iglesia de San Nicolás del Grau de Gandia

La gran nave de la iglesia de San Nicolás del Grau de Gandia / Àlex Oltra

Fernando Mut Oltra

El jueves fue un día espléndido: la Iglesia de San Nicolás del Grau de gandia, creada por Eduardo Torroja, se ha incoado como Bien de Interés Cultural, es decir, como un monumento propio de la arquitectura contemporánea.

Es momento de agradecer a la Directora General de Patrimonio, Pilar Tébar el enorme paso adelante que dado por la Generalitat, por su impulso, al incorporar a la Arquitectura e Ingeniería contemporáneas a la máxima categoría monumental.

A las gentes del Grau siempre fieles a sus raíces: una placa en el templo afirma: “Populus me fecit 1962”, a D. Juan Miñana, a quien la ciudad no poco le debe, y a su entorno, personas que en mayor o menor medida impulsaron la obra. También al grupo de empresarios, innovadores, generalmente ligados al puerto de Gandia que habían mantenido, a través de las exportaciones, lazos con los pueblos del mediterráneo y especialmente con el sur de Francia e Italia, personas que creyeron en el futuro de su ciudad a la que aportaron lo mejor de sus conocimientos siendo fundamentales en la proyección de la ciudad hacia el mundo. Y a quienes han colaborado en que la consideración de la iglesia como exponente máximo de una cultura tanto técnica como social sea una realidad.

Es hora de incorporar a la figura de Torroja al programa de unos tinglados nacidos sin ambición, o al menos de realizar un pequeño busto, similar al que dedicó Pont de Suert, al gran maestro de la ingeniería española que proyectó iglesia, modelo base de la nuestra.

A diferencia del concepto tradicional de integración de la obra en el paisaje, San Nicolás es todo un ejemplo de cómo el hombre puede crear artificialmente un paisaje excepcional en un lugar concreto, contando con la aquiescencia de una sociedad tradicional,. Una sociedad que en su momento supo avanzar hacia el futuro al igual que la iglesia lo hizo hacia el mar.

En San Nicolas se ha creado un símbolo que “aparece como una aportación exterior, vehiculada por la historia, que se superpone a un fondo de creencias autóctonas que da nacimiento a expresiones nuevas” (Mircea Eliade), que se singulariza, en un espacio urbano, profano. Un símbolo que se incorpora a un lugar, creando una obra singular que, a su vez, se inserta en el universo.

Sobre un túmulo, incorporándose con solvencia en un paisaje de origen industrial, el puerto, y con la referencia propia de la cultura religiosa tradicional, se consiguió crear ese símbolo al que aludimos, y del que podemos enorgullecernos tanto los habitantes del lugar, como los de la Comunidad y a los que pertenecen al mundo de la cultura.

El templo del Grau constituye una síntesis de técnica y arte. Primó en su construcción el signo de los tiempos (Zeitgeist), la inmersión de la arquitectura en la cultura universal para reflejar lo más novedoso y característico de la época.

La época en que el Concilio Vaticano II quiso “abrir las ventanas de la Iglesia, mirar hacia fuera y permitir mirar hacia dentro”, buscando una nueva espiritualidad, más cercana a la persona. Sobre esa idea se cimienta la arquitectura de la vanguardia del siglo XX, que fue esencial, en España en la implantación del movimiento moderno en arquitectura.

Abordando el edificio con una mirada cercana, diremos que el soporte físico y paisajístico del edificio es como decimos, artificial, su construcción tiene una fuerte impronta tecnológica –avanzada para el tiempo de su construcción– pues fue concebido por técnicos de primer nivel en la historia contemporánea española y que la razón de su creación, hay que buscarla tanto en su origen como parroquia de un barrio, el Grau, como de un entorno social influenciado por un hecho de reciente creación como es la Playa, implantación turística genuina del siglo XX, que posibilitó tener la capacidad económica necesaria para permitir esa edificación que, hoy, ya no dudamos en definir como monumento.

Mar, intercambio y comercio, religiosidad y son los elementos básicos que confluyen en la creación del templo cuya historia nos ocupa.

Hoy, honrando a quienes crearon y posibilitaron la existencia de un edificio moderno que ya ha sido clasificado como monumental, brindamos por ese espíritu que motivó a nuestros antepasados a crear una obra de arte y como no, a todos los vecinos del Grau, de Gandia y de la Comunitat Valenciana por haber visto reconocido el sueño de la modernidad por la que apostaron decididamente. El reconocimiento de un sueño hecho realidad.