La crisis que cimentó la Muixeranga

El baile más representativo de la Festa de Algemesí estuvo a punto de desaparecer hace 50 años tras una época de declive

La reacción social tras no participar en la Processó de la Vespra relanzó la Muixeranga

Entrada de la Mare de Déu al final de la procesión en 2017.

Entrada de la Mare de Déu al final de la procesión en 2017. / Ximo-Bueno

La Festa de la Mare de Déu de la Salut de Algemesí goza hoy de un reconocimiento universal. Su declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad hace ya doce años multiplicó la proyección de los bailes que, con la Muixeranga como carta de presentación, protagonizan las procesiones y contribuyó a que cada 7 y 8 de septiembre las calles de Algemesí reúnan a miles de personas que quieren presenciar una manifestación cultural única. La implicación de todo un pueblo es uno de los aspectos que la Unesco valoró al otorgar su reconocimiento.

Pero no siempre ha sido así. De hecho, hace justo 50 años, la Muixeranga estuvo a punto de desaparecer hasta el punto que, en la Processó de la Vespra, la que sale la tarde del 7 de septiembre, únicamente la «dolçaina» de Joan Blasco, que se alternaba con una cinta de «cassette» ya que él acompañaba otro baile, hicieron sonar la música típica del baile, aunque esa tarde no se levantó ninguna torre humana, explica Josep-Antoni Domingo, excronista de Algemesí.

Grupo de "muixeranguers" en 1973, año de la crisis y la recuperación.

Grupo de "muixeranguers" en 1973, año de la crisis y la recuperación. / Levante-EMV

Domingo es autor del trabajo «El rerefons d’una crisi retardada» que forma parte del libro que, bajo el título «La Muixeranga d’Algemesí: 1973-2023», repasa a través de dieciséis voces diferentes aspectos de la fiesta desde aquella «crisis de 1973». Lo sucedido en la Processó de la Vespra supuso un punto de inflexión ya que el hermano marista Agustín recurrió a antiguos alumnos para aprovechar los 30 trajes que se utilizaban en el baile y, tras improvisar unos rápidos ensayos, al menos hicieron que la Muixeranga desfilara en la Volta General del día 8, relata Ferran Santos, uno de los coordinadores del libro que se presentará el martes en el Museu de la Festa. 

Santos señala que el hermano Agustín aprovechó esta procesión para reclutar nuevos «muixeranguers» para el año siguiente - «esa espalda tiene que estar», era la arenga-, lo que supuso el renacimiento del baile y cimentó lo que hoy es. 

El baile era protagonizado en aquellos años por gente humilde y jornaleros que cobraban por salir en la procesión

La decadencia del baile y de la fiesta, no obstante, ya se arrastraba desde hacía algunos años. En aquellos momentos, los representantes dels Quatre Barris, organizadores de la Festa, pagaban a los integrantes de muchos bailes para que salieran en la procesión y la Muixeranga era uno de ellos. Josep-Antoni Domingo, que vivió en primera persona aquella crisis ya que su padre era el depositario del Barri de la Muntanya, relata que incluso la expresión «muixeranguer» se utilizaba como insulto. Los «muixeranguers» eran gente humilde que trabajaba en el campo y que aprovechaba las fiestas para sacarse un jornal extra.

Ferran Santos detalla que cobraban un jornal de siega del arroz por salir en la procesión y, según la memoria popular, en el año 1973 pidieron el doble, por lo que ante la negativa de la fiesta a alcanzar esa pretensión se plantaron.

Domingo apunta a una conjunción de factores que incluye la desmotivación y el cansancio de los participantes en una sociedad desarrollista que no valoraba este patrimonio cultural y que prefería otras formas de ocio que no supusieran trabajo. De hecho, muchas casas que hoy abren sus puertas de par en par para ver pasar la procesión permanecían entonces cerradas. Lo que sucedió aquel año provocó una reacción social que ha acabado por llevar a la Festa a sus mayores cotas.

El libro también da cuenta en un artículo de Lluís Escartí del testimonio de las hijas de Salvador Úbeda, un jornalero con una extensa familia que durante los años sesenta y hasta 1973 dirigió el baile, que consideran que el relato que ha quedado de lo que sucedió no hace justicia: «Siempre se ha dicho que fuimos nosotros los que abandonamos el baile por temas económicos, pero no es cierto, nosotros no exigimos nada. Querían tirarnos para sustituirnos por otro grupo de gente con más nivel económico», recoge el texto de Escartí, que revela en este artículo que ellas fueron las primeras mujeres «muixerangueres».

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