La épica y la poesía de la final

Alberto Soldado

Alberto Soldado

 Contaba el poeta que su infancia eran recuerdos de un patio de Sevilla y su desdeño por los tenores huecos y el coro de grillos que cantan a la luna…Culminaba su poema recordando que en el ultimo viaje, ese del que nunca se ha de regresar lo encontrarían ligero de equipaje, desnudo como los hijos de la mar. En el poema machadiano pensaba este cronista soportando el intratable calor de este verano.

Mientras Giner de Murla comenzaba apabullando a Marc de Montserrat recordaba este contador de historias, la infancia de tantos infantes en el Carrer de Dalt de Murla, bajo la lápida dedicada al Nel, que bien podría considerarse el inventor de la Escala i Corda. Allí, en las mismas fachadas que vieron los saques de Llana los restos de Micalet, alabado por Azorín, Blaiet, Mestret, Sala, hasta la llegada de Tonico el Grande, maestro de Jan, el padre emocionado que ha visto como el hijo de sus entrañas no sólo ha seguido su afición sino que se ha proclamado nuevo rey de ese deporte. >Todos en Murla han tenido una infancia apegada al Carrer de Dalt y al nuevo Trinquet, Todos han sido conscientes de ese imperativo categórico , de ese deber inexcusable, inaplazable, de rendir tributo a la historia del Joc de Pilota,no sólo para honrar la memoria de los que han escrito bellas historias sino para sembrar semillas que garanticen su futuro.

Transcurria la final sin trazas de épica con un marcador que llegóa colocar un 50 a 25 a favor del joven de Murla que, toalla al hombro cruzaba las losas de Pelayo, ante lla fija mirada del Nel, orgulloso de ese paisano que imponía su porte, su poderosa volea, su valentía y que entregaba su corazón a las decenas llegados desde Murla y La Marina. Al tiempo, los de Montserrat parecían resignados a morir entre lamentos porculpa de una lesión que mermaba las posibilidades de su representado. Pero cual león del Mago deOz, Marc, el de Montserrat se revolvió contra ese destino, recuperó una fe que parecía perdida apretó los dientes, y resurgió de una muerte sin gloria para gritar a las alturas que no estaba dispuesto a morir sin pelear. Y… cómo peleó; con tanta determinación que atenazó al rival y le endosó cinco juegos seguidos entre el delirio de los aficionados llegados de la patria del Besó, del Tio Galán, de Amador, de Cirilet, del Marcial, de Voro…de ese pueblo que rinde tributo a la historia y conoce el deber del imperativo categórico para con el Joc de Pilota. Estuvo a un paso de protagonizar una remontada de las dos o tres históricas de este deporte. Ocurrió que el rival tiene los mismos genes competitivos y reaccionó con la fortaleza que se le exige a una figura. Remató con el 60 a 50 final. Genó Giner y gano la épica que merece una final para desdeño de los tenores huecos que convierten en épico y en histórico todo lo que cantan. Ëpica y estética la de los pelotaris que se enfrentan con la dura vaqueta, que la encaran por delante, frente a frente en impecables voleas,con ambas manos, que convierten en puro arte las dificultades de rebotes a dos paredes....Y que como poetas que son, abandonaran el deporte ligeros de equipaje porque los tenores huecos desdeñan de la poesía.