El reciente anuncio de la creación de la Agencia Española contra el Dopaje, nos ha recordado que existe otro tipo de dopaje al que la Administración no hace frente y que, salvando las distancias, también puede resultar peligroso para la competición y la salud. Se trata del dopaje económico, es decir, aquel que afecta al balance y la cuenta de resultados de los equipos, primordialmente de fútbol.

Podría parecer fuera de lugar dedicarse a analizar estos aspectos después de ver actuaciones estelares de jugadores como Ronaldinho u otros, que nos hacen disfrutar de este deporte-espectáculo y que sirven de evasión de los problemas cotidianos a una gran parte de la sociedad. Sin embargo, toda competición deportiva debería estar regida por el juego limpio y el equilibrio (dentro de las posibilidades) de la capacidad de victoria en la misma. El dopping en los deportistas trata de alterar este aspecto, dando una presumible ventaja competitiva a aquellos deportistas que usan productos no permitidos. Pero no es sólo esa ventaja temporal la que está en juego, sino las consecuencias que en el futuro inmediato tienen sobre la salud del deportista. Es por ello que nadie discute la necesidad de hacer frente a este tipo de actitudes fraudulentas en el deporte.

Casi al mismo nivel de fraude se podría situar lo que en Italia se acuñó con el nombre de dopaje económico, es decir, el fraude en las prácticas mercantiles y económicas ligadas al deporte y, más en concreto, a los equipos, clubes o sociedades anónimas deportivas.

En muchos países (Francia, Italia, Inglaterra, etc.) las cuentas de los equipos están disponibles (por ejemplo, en diferentes páginas de Internet) para su análisis y estudio, lo que permite medir el rendimiento económico de los equipos. Estas facilidades distan mucho de existir en el caso español, donde el oscurantismo económico es la guía que rige los pasos de muchos dirigentes deportivos en el desarrollo de sus actividades.

Se pueden encontrar innumerables ejemplos que avalan la sospecha de que las cuentas y, por tanto, los resultados económicos de los clubes de fútbol están sometidos a manipulación. Citaremos, sin explicitar a los implicados, algunos pequeños ejemplos relativos a equipos de la primera división del fútbol español:

a) La Junta de un equipo aprueba unas cuentas, que no son las que se remiten a la Liga de Fútbol Profesional y, posteriormente, estas cuentas son modificadas de nuevo dando lugar a unas terceras cuentas. Obviamente, con prácticas de este tipo resulta difícil discernir la realidad patrimonial o económica de la entidad.

b) Los resultados económicos (las pérdidas generadas) de una entidad imponen la condición de reducir el capital social a la mitad. Sin embargo, justo antes de iniciar el proceso legal, aparece una sociedad filial, sin reflejo en el balance de la misma, que distribuye en dividendos un número importante de millones, es decir, los necesarios para no tener que iniciar el proceso.

c) Aunque existe la obligación por ley de depositar las cuentas en el registro mercantil, algunos clubes la incumplen sistemáticamente. Así, por ejemplo, la consulta de las cuentas en el registro sólo puede realizarse para algunos ejercicios (están disponibles las cuentas de 1999, pero no las de años posteriores hasta 2003, sin que exista ninguna justificación).

Se podrían describir más situaciones de estas características, pero parece innecesario recurrir a un anecdotario nacional, ya que parafraseando a un importante presidente? «al final, vendrá alguien y lo arreglará». Implícitamente esta claro que se trata de una referencia a nuestros bolsillos, por medio de la Administración Pública. Así, cuando la situación llegue a ser insostenible para muchos equipos aparecerá un tercer, o cuarto, o quinto Plan de Saneamiento y todo arreglado. Lo mismo es previsible que ocurra cuando un Tribunal de Justicia falle sobre las actas de Inspección de Hacienda. En ese momento, con toda seguridad se establecerán moratorias, aplazamientos, diferimientos, etc. que, como todos conocemos, son los mismos que se aplican a toda persona física o jurídica que cumple religiosamente con sus obligaciones.

Mientras este tipo de situaciones llegan, se sigue pagando cantidades astronómicas por las acciones de determinadas sociedades que, acorde a lo que sus cuentas dejan entrever, técnicamente están al borde de la suspensión de pagos. Obviamente, dichas entidades tienen expectativas de que se van a producir importantes cambios en sus activos materiales, aunque no importe para nada que, por ejemplo, los gastos de los salarios de sus jugadores superen sistemáticamente la totalidad de los ingresos.

No hay que olvidar que todas las prácticas descritas están afectando al balance competitivo ya que algunos (más bien pocos) equipos que cumplen la legalidad, se encuentran en una situación de desventaja respecto a las entidades que sistemáticamente incumplen sus obligaciones y ello sin que nadie aplique los mecanismos previstos en la ley para que esto no suceda.

Por tanto, sería conveniente que la Administración se decidiera a crear una Oficina Española contra el Dopaje Económico antes que sea demasiado tarde.