Opinión | Tribuna

¿Movimiento estratégico de consolidación o golpe a las pymes?

La reciente oferta pública de adquisición (OPA) del BBVA al Banco Sabadell no es un simple movimiento estratégico de consolidación. No lo es para las pequeñas y medianas empresas que forman parte del tejido económico español y a las que esta operación podría plantear serios quebraderos de cabeza.

El Sabadell ha sido históricamente el banco de referencia para las pymes. No es una exageración afirmar que una de cada dos pymes en España trabaja con el Sabadell y en regiones clave como la Comunitat Valenciana o Cataluña este porcentaje se eleva al 60 % y 66 %, respectivamente. El porqué de este porcentaje tan alto no es otro que la confianza y el entendimiento mutuo al que han llegado el Sabadell y el tejido empresarial. La suya es una relación algo más que transaccional. Las pequeñas y medianas empresas confían, porque el banco se ha ganado su confianza, en que el Sabadell responderá a sus necesidades con soluciones personalizadas y un servicio altamente profesional difícil de replicar por otras entidades más grandes. Si desapareciese el Banco Sabadell este segmento de empresas se quedarían sin uno de sus principales apoyos financieros.

Las empresas precisan bancos que comprendan sus circunstancias y estén dispuestos a proporcionar los servicios financieros más adecuados a sus necesidades. Si son pequeñas todavía más. El Sabadell ha demostrado ser ese socio preferente que buscan, ofreciendo productos y servicios perfectamente adaptados a sus particularidades, porque es el que mejor las conoce. Sin esta entidad, muchas pymes se verán obligadas a buscar alternativas menos especializadas y ¿potencialmente más costosas?

Con la fusión de CaixaBank y Bankia, el mercado ya asistió a una reducción significativa en el número de grandes entidades. Pero no es lo mismo pasar de cinco a cuatro, que de cuatro a tres. Si el BBVA absorbe al Sabadell significaría que el 80 % de los activos bancarios en España estarían en manos de solo tres entidades y que tres de cada cuatro euros de préstamos y anticipos estarían controlados por estas mismas entidades. Este nivel de concentración bancaria no podemos verlo sólo como un movimiento de consolidación sino, también, como una erosión de la competencia.

Aunque las matemáticas digan lo contrario, uno más uno, no siempre son dos. Las dinámicas y las operativas reducen la financiación disponible para las empresas individuales o, lo que es lo mismo, el banco resultante de la fusión BBVA-Sabadell no tendrá la capacidad ni el deseo de asumir el nivel de financiación que los dos bancos por separado proporcionaban anteriormente.

Si Sabadell y BBVA financian, por ejemplo, cada uno a una empresa con 100 millones, el nuevo banco no seguirá financiando a esa empresa con 200 millones. Al contrario, la nueva entidad tenderá a reducir su exposición al riesgo, lo que significará menos financiación disponible para las pymes. En la misma línea, las empresas necesitan ofrecer el mejor servicio a sus clientes y eso en el caso de un restaurante, por ejemplo, significa disponer de dos datafonos de entidades distintas. Algo que parece tan simple con la fusión se complica.

En la misma línea, las pymes necesitan dos, tres o cuatro bancos para su operativa internacional y en ese ámbito el Banco Sabadell ha demostrado ser un buen compañero. Dispone del mejor asesoramiento en el proceso de internacionalización empresarial, de una amplia gama de productos y servicios exclusivos, una extensa red global a nivel internacional, con presencia en los cinco continentes y de una excelente plantilla de expertos en materia de comercio internacional distribuidos por todos los puntos del país.

¿Y si la reducción trajese aparejada una disminución de crédito? Esto tendría un efecto dominó en la economía, afectando a la creación de empleo, la innovación y la competitividad de España en el mercado global y sería así porque sin el acceso al capital necesario y en las mejores condiciones, las empresas no pueden crecer, innovar ni competir eficazmente.

La OPA del BBVA al Sabadell es, como mínimo, una jugada arriesgada que no tiene en cuenta las necesidades de las pymes y los efectos perjudiciales de una mayor concentración bancaria. El éxito y la salud del sector bancario no deberían medirse únicamente por la rentabilidad de las grandes entidades, sino también por su capacidad para apoyar a las empresas y mantener una competencia sana. Asegurémonos de que la fusión propuesta no es un paso en la dirección equivocada, porque los movimientos pueden parecer estratégicos a corto plazo, pero podrían resultar desastrosos en el largo.