Opinión

Sindicalismo solidario con la CNT

 “Somos muchas y vamos a estar en contacto con organizaciones similares” manifiesta Erika Conrado Arredondo ante la sentencia a las seis sindicalistas asturianas en el denominado caso “La Suiza”, nombre de una pastelería de Xixón. Ciento cincuenta mil cuatrocientos veintiocho euros y tres años y medio de prisión se han sentenciado. “La suma de dos delitos, por lo que ninguno de los dos es superior a dos años”, especifica la citada secretaria general del sindicato CNT (Confederación Nacional del Trabajo). Tal parece que la embrutecedora metodología del escarmiento se ha desempolvado como artefacto predilecto utilizándose hábil y exitosamente merced a ese incomprensible y escandaloso entresijo de togas y compañía. Seis sindicalistas asturianas han caído en dicha red y ha sido “en el marco de un conflicto laboral en la Pastelería La Suiza”, seis mujeres que participaban en pacíficas manifestaciones autorizadas por la Delegación de Gobierno (PP), “sin detenciones, violencia, ni carga policial”, defendiendo a una trabajadora que reivindicaba su dinero -“indemnizar a la empleada por despido improcedente”, horas extras y vacaciones adeudadas- y la denuncia de un presunto acoso sexual por parte del propietario. “¿Es verdad eso de que todos somos iguales ante la ley? La respuesta es sencilla: en teoría, sí; en la práctica, ni de coña” afirman los periodistas Quico Tomás-Valiente y Paco Pardo en su libro. Catorce fueron las concentraciones ante el local que, tal parece, ya se anunciaba en un servicio del sector inmobiliario por Internet desde hacía “un año”. Al final la maniobra ha desembocado en regocijo para alguien influyente y para una de las patas del bipartidismo con su club de hinchas. “Martín Pallín (magistrado emérito del Tribunal Supremo) considera que la injerencia de los jueces en la esfera política ha alcanzado dimensiones tales que amenaza la división de poderes”, tal como preludia su obra “La guerra de los jueces. El proceso judicial como arma política”. ¿Qué pasaría si en un quirófano el especialista hiciese prevalecer su querencia política, adversa a la del paciente, a la hora de realizar la intervención?

La Constitución Española, en el artículo 28, apartado número dos apunta que: “Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses”, por su parte el artículo 24 especifica en su apartado primero que “Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”. ¿No es derecho legítimo del sindicalismo defender públicamente, sin mediar violencia alguna, a trabajadores y trabajadoras? Llegados a este punto surgen las dudas, muchas dudas, tantas que descuadran y exasperan a la población proletaria cuando ciertos dictámenes sobre derechos de la ciudadanía sin pedigrí son retorcidos hasta zanjar casos disponiendo subjetivamente. Esta sentencia es “un aviso claro y directo a todas las organizaciones sindicales” apunta Conrado Arredondo. “La sentencia es también histórica”. ¿Crear jurisprudencia para ir acotando el terreno a la clase trabajadora? ¿Diseñando, sentencia tras sentencia, el sueño dorado de ciertos capitostes, un disfrazado gulag?

“¡Vamos a seguir en las calles!” proclaman rotundamente los sindicatos ante pellizcos y mutilaciones ocasionados progresivamente a la libertad del pueblo, al mundo laboral desde ese orbe de incesto clasista que brega por su hegemonía en gobiernos y sociedad. ¿Qué pasaría en nuestra sociedad de bulos, y mentiras “burdas”, si se mantuviese el “romper los huesos a un calumniador”, tal como en otras épocas se hacía, según recoge el que fuera profesor de Derecho Penal y escritor Antonio Viader Vives? ¿Por qué la empresa se negó al acuerdo con la trabajadora afectada dado que la norma generalizada en trances de tal índole es tratar de llegar a la conciliación entre las partes?

Hace siete años –en dos mil diecisiete-, se desencadenaría este tormento para seis mujeres abriendo una brecha imborrable en sus vidas, trabajos y salud. ¿Por qué no se piden responsabilidades ante los acosos psicológicos de víctimas judiciales, de personas desahuciadas que las desquician y deprimen? Poner en la mira a un valioso e indomable sindicato como la CNT, que no tiene ni liberados ni subvenciones, ha sumado contra la sentencia a muchos otros: CGT, C.C.O.O., Solidaridad Obrera, UGT, el SAT andaluz, Corriente Sindical de Izquierda, Educación de EH, COS, Solidaridad Obrera, Intersindical asturiana, Sindicato Andaluz de Trabajadores, CO.Bas, Confederación Intersindical y Sofitu (comité de apoyo a las seis sindicalistas), también los vascos LAB, ELA, Steilas, ESK, CSI, todos ellos haciendo piña ante este ataque al sindicalismo al igual que la Coordinadora Internacional de Sindicatos de Metro, sin olvidar el respaldo solidario de otros sindicatos trasnacionales. El sindicalismo está unido y muestra colectivamente su repulsa por esta sentencia, no cejaran aunque tengan que ir a los tribunales europeos. ¿Qué trasfondo encierra esta sentencia? un veredicto triunfal para el hijo del dueño del negocio quien escribe en redes sociales: “Javier…., lo conseguimos!! Sentencia firme condenatoria para los reos anarquistas de CNT Gijón de la Exc. Sala Segunda del Tribunal Supremo. Eres el máximo penalista como Magistrado de la Audiencia Nacional y Ex Presidente de la Sala de lo Penal”. ¿A qué viene tanto jabón al letrado, se supone que es un caso laboral como tantos otros? ¿Por qué hacer hincapié en “anarquistas”? Recurriendo a la historiografía es fácil toparse con hechos de persecución ideológica a cualquier disidencia u oposición política que se atreva a respirar. En el año mil novecientos setenta y cinco, durante la dictadura franquista, era el pan de cada día leer noticias como que: “Son juzgados por el TOP (Tribunal de Orden Público, instancia judicial especial “su misión fue la represión”, supuestamente suprimida en enero de mil novecientos setenta y siete, dos años tras la muerte de Franco) quince sevillanos acusados de pertenecer al Partido Comunista Internacional” o esa otra de que: “Once personas son detenidas en Valladolid bajo la acusación de distribuir propaganda subversiva. Entre los arrestados, dos médicos, dos profesores de E.G.B., y varios estudiantes” y una tercera: “En Valencia, sesenta seis trabajadores de las empresas “Sade” y “Entrecanales y Tavora” son despedidos al persistir en el paro laboral”. ¿Ser sosías de estos vergonzosos casos recopilados por el periodista Jesús de las Heras y el escritor y articulista Juan Villarín en el siglo veintiuno? Maniobras represivas tal parece moran en el anhelo de cierto anquilosado sector de la sociedad, un noventa por ciento ya bastante maduro y un diez por ciento de popurrí, empecinado en destruir, empobrecer, esclavizar, envilecer, crispar a millones de personas en países como España. El exbanquero Mario Conde apuntaba a las granjas políticas partidistas como causa de una problemática deriva, espacios a los que apuntan a adolescentes, generalmente los hijos, para que vayan metiendo cabeza en el entramado de la “dolce far niente”, pudiendo acceder en la madurez a “sillones” y estamentos. “Deseo decir a sus señoría y al señor ministro que lo que más me preocupa de todo lo que he vivido esta temporada, es la oscuridad, el secretismo, el miedo que existe; y que donde las cosas no están claras, no se puede hacer justicia”, se lee en “Las sectas” obra de la escritora y política Pilar Salarrullana. ¿Sindicalismo como objetivo y enemigo a destruir?

El periodista Miguel Ángel Fernández en su artículo sobre el caso aclara que, por aquél entonces, ya cierto empresariado hostelero de Xixón “pretendía ilegalizar al sindicato CNT por “extorsión y asociación ilícita” y, ¡claro está! afilaron la lanzadera para tejer la pieza en el telar del caso de “La Suiza”. Como informa Fernández tras todo este merengue hay nombres que ponen cara a intervinientes, más o menos silentes, que transitan por este incomprensible episodio del “Celtiberia Show” -título de una recopilación realizada por el escritor barcelonés Luis Carandell-. “El hijo de los dueños de la pastelería es asesor en el Gobierno de Javier Milei, (presidente de Argentina, aconsejando a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich) (…) entre sus clientes destaca el hijo del dictador de Guinea Ecuatorial”.

En el libro conjunto “El último año de Franco”, De las Heras y Villarín citan palabras del que, en mil novecientos setenta y cinco, ¡cuarenta y nueve años atrás! era cardenal, un singular religioso burrianense (Castellón), Enrique Tarancón el cual, durante la proclamación popular como rey de Juan Carlos I, espetaría en la homilía: “Que las estructuras jurídico-políticas ofrezcan a todos los ciudadanos poder participar libremente (…) que la mentira no invada nunca nuestras instituciones”.