Opinión | Mirador

Fútbol y algo más

Ambas selecciones, masculina y femenina, son extraordinariamente representativas de la diversidad española (geográfica, étnica y religiosa, al menos).

El lunes por la mañana cruzas miradas con la gente y encuentras luminosidad y confianza, sin duda, el fin de semana ha sido un baño de ilusión colectiva y no puedes dejar de preguntarte, si no hay aprendizajes que extraer del éxito de los deportes de equipo, para extenderlo a otros aspectos de la vida pública como la política.

Que nos perdone Alcaraz, su éxito también merece reflexión. Hoy, sin embargo, ponemos la atención en el deporte de equipo por excelencia.

Esta selección masculina de fútbol es la más goleadora de la historia de las Eurocopas. Es la única española que ha ganado todos los partidos de una fase final, además, la selección femenina es la actual campeona del mundo y de la UEFA nations League.

Desde 2001, los equipos españoles masculinos han estado en 27 finales y las han ganado todas, desde la segunda final de champions que perdió un gran Valencia ante el Bayern a los penaltis. Las mujeres, por su lado, han participado en, cinco finales internacionales en los últimos años y han perdido solo una.

¿Podemos extraer alguna consideración, más allá de la alegría por el triunfo?

La primera observación es el trabajo conjunto, más allá de que se señalen jugadores o jugadoras, lo que destaca en las selecciones es que trabajan como un equipo. A ello ha contribuido el ‘tiqui-taca’, que es la ‘tecnología’ por la que se reconoce a España en el exterior. El tiqui-taca, desde su ciclo de éxitos en 2008-2012 con la valiente disrupción de Luis Aragonés, se había estancado. El actual seleccionador, otro Luis, lo ha hecho evolucionar a mejor, lo que es ‘innovación’.

Ambas selecciones, masculina y femenina, son extraordinariamente representativas de la diversidad española (geográfica, étnica y religiosa, al menos) y su indiscutido éxito es una evidencia de que dicha diversidad es una mejora cuando se gestiona de modo inclusivo. Por tanto, hay que anotar que la ‘inclusión’ es otro valor en alza.

Además, una parte relevante de jugadores y jugadoras juegan en equipos no españoles. Lo que es una muestra de ‘internacionalización’.

Tener un objetivo claramente definido y compartido (ganar el trofeo), dejando a un lado el egoísmo o la envidia. Los jugadores remarcan en sus declaraciones a sus compañeros, celebran por igual los aciertos del conjunto y Rodri los señaló cuando recogió el trofeo al mejor jugador de toda la fase final.

Pero hay más, mucho más, respeto por las reglas del juego y el rival, combinación de experiencia y juventud, educación, no violencia en el juego, antidoping … podríamos seguir así. Seguro que hay más lecciones que extraer para nuestra vida ordinaria en común. En síntesis, trabajo en equipo, tecnología, innovación, inclusión, internacionalización, identificación de un objetivo común, compañerismo, respeto, esfuerzo, … valores prácticos y, al mismo tiempo, éticos, que aprender y aplicar en todas nuestras actividades sociales, empezando por la política.

El efecto sobre la diplomacia y sobre la reputación mundial de estos éxitos no es poca cosa y sería inaceptable desperdiciarlos. Y que a nadie se le olvide que la competición de selecciones es compatible con la rivalidad en las competiciones por equipos. Es decir, los partidos políticos deben tomar nota de que su racional rivalidad interior no es incompatible con la unidad en asuntos de Estado o internacionales.

No cabe la menor duda, si nuestros políticos toman ejemplo de este grupo de jóvenes que se jugaban la gloria, y han puesto el interés colectivo por delante de cualquier otra cosa, podemos mejorar y lograr el mayor de los trofeos, bienestar y calidad de vida para la ciudadanía.