Opinión | La ventana

La euforia desatada

Sale entrevistado el peluquero de quien ha sido proclamado mejor jugador joven en Alemania. Era el que faltaba tras haber visto al padre, al hermano pequeño, al barrio... cuando aún hay quienes lo llaman Yamil o Lamal o como se diga. El protagonista de la actualidad se presentó en Berlín y también arregló a Nico Williams en la víspera del gran día, con el dilema de si coger a Cucurella. El artista de peine y tijeras tiene 22 años, lo que asevera que la Generación Z está que lo rompe. Los jubilados saben de sobra que, de un modo u otro, moran destinados a hacérselo mirar.

Margallo, entre ellos, anda por los platós tanto como las terelus. Y en primer lugar le hacen mirar hacia Estado Unidos, sobre lo que el comentarista no alberga dudas: "Esto que está pasando es muy importante y lo que ocurre en la Unión Europea, el corrimiento de la extrema derecha hacia una fuerza más radical, los cambios de alineación responden a la convicción de que va a ganar Trump". Los pelos, de punta. Necesitamos que nos echen una mano, como mínimo el peluquero. A continuación se produce un cambio de tercio que nos hace reconciliarnos con el espíritu festivo aún cuando la ocurrencia de Morata se fuese por los caminos de reivindicar "Gibraltar, español" con la muchachada pegando botes, por lo que cuestionan al exministro de Exteriores sobre cómo le suena: "Me encanta. Sobre todo que entiendan que las negociaciones que está llevando a cabo el Gobierno son una rendición en toda regla. No aprovechar el Brexit para introducir el concepto de la cosoberanía...". Es, sin duda, la idea que emanaba de los brincos en el escenario.

 Ha sido tanta la euforia que, en esta conquista, algunos han querido ver al igual que en el fin de la pandemia una salida a una época de entendimiento en la que el ambiente que ha impregnado a la peña permanezca inalterable. Es lo que trasladó el seleccionador en la celebración: "Este equipo es un ejemplo para el país. Unidos como estamos somos más fuertes. Que sigamos así". Ya hay que ser creyente.

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