Opinión | TRIBUNA

El relevo generacional de los funcionarios

Con las nuevas incorporaciones, nuevos talentos, destrezas y competencias se pondrán a disposición de nuestras administraciones

Mucho se ha hablado, ya desde hace unos años, del momento en que esos funcionarios y funcionarias, esos llamados ‘dinosaurios’, dicho desde el respeto y el cariño, darían paso a un importante vacío en nuestras administraciones. Efectivamente, ese momento ha llegado y, pese a que advertidos estábamos, nos sorprendemos de observar a nuestro alrededor cómo muchas sillas, importantes sillas, se nos quedan vacías. Por eso mismo considero que es buen momento para rendir homenaje a todos los servidores públicos que, con determinación, conocimiento y, reconozcámoslo, con menos medios, pero con vocación profesional, han dedicado su vida a la función pública. Nuestro agradecimiento debe trasladarse a todos ellos, sin distinción entre grupos de clasificación, porque en ésta gran estructura que es la administración, todo cuenta.

Y ahora «ya toca» volver nuestra vista hacia delante y preguntarnos a dónde se dirige esta nueva y modernizada administración pública que tenemos para poner el acento en el relevo generacional. Seremos testigos, de cómo en los próximos años se producirá un importante cambio en el sector público español debido a la jubilación de una gran cantidad de funcionarios y funcionarias. En diez años cesarán más del cincuenta por cien de los empleados públicos activos en España, y la pregunta es ¿Qué debemos esperar?

Con las nuevas incorporaciones, nuevos talentos, destrezas y competencias se pondrán a disposición de nuestras administraciones. Hemos pasado de aquellos funcionarios y funcionarias que, con sus códigos impresos en papel, prolongaban tediosas y laboriosas jornadas a bases de datos informáticos, y ahora volamos hacia la asombrosa Inteligencia Artificial, de la que a veces recelamos y que no sabemos hasta dónde nos llevará. Y yo me pregunto, si en un sector como el privado, acostumbrado a la innovación, observamos, como ya viene siendo habitual, el uso de esta herramienta, parece razonable esperar que, como ya en otras ocasiones ha ocurrido, extrapolemos ágilmente estos instrumentos utilizados por el sector privado al sector público, adaptados, claro.

Ya concluyendo, posiblemente en el ‘sándwich’ entre los que próximamente nos dirán adiós y las nuevas y jóvenes incorporaciones, auténticos neófitos de las tecnologías, deberíamos mirar hacia adelante, pero sin que esa mirada nos suponga un desprecio o una depreciación de los principios superiores que han regido la administración pública. Es ahí donde seguro tenemos nuestro mayor reto: Avanzar apoyándonos en la tecnología para conseguir nuestros objetivos, principalmente la eficacia y la eficiencia. Pero sin olvidar que la modernización de la administración no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar un fin. Nuestro objetivo es servir a la ciudadanía y hacerlo con los mejores medios y con respeto a los principios superiores y constitucionales que ya inspiraron a aquellos a quién seguramente sustituiremos en los próximos años, hace más de cuarenta años, cuando la funcionaria que escribe estas letras ni siquiera había nacido. Sin duda, observaremos una interesante evolución, y es fundamental confiar en la capacidad y en el compromiso de las nuevas generaciones para impulsar una administración transparente y cercana a la ciudadanía y comprometida con el bien común. n