Opinión | tribuna

Un pacto colectivo para ganar

Venimos de un congreso extraordinario en el que hemos sido capaces de interpretar el momento que vivíamos y priorizar el interés del partido por encima de cualquier otra consideración.

Probablemente nos falta perspectiva histórica para valorar los cambios que vivimos en todos los órdenes de la vida, pero hay algo que emerge como una necesidad inaplazable. Comprender e interpretar las transformaciones en curso, afrontar los retos, innovar respuestas y no llegar impuntuales a la cita con el futuro. Si esta es una recomendación apropiada para todos, resulta especialmente perentoria en política. Concibo mi partido como una organización seria. Compleja, diversa, polifónica, pero seria y responsable.

La seriedad también descansa en el prestigio de su comportamiento y en la oportunidad de las decisiones correctas. El Partido Socialista se fundamenta en la inteligencia colectiva. En las ideas, la predisposición y las ganas de todos y todas. El partido es hoy un proyecto de victoria. Así debemos sentirlo y actuar en consecuencia.

Somos un pacto colectivo para ganar. Y también debemos cultivar las alianzas con la sociedad y sus sectores más dinámicos. Estamos en la oposición en muchas instituciones porque otros sumaron más. Se llama democracia, se acata, se reflexiona, se rectifica, se mejora y se vuelve para ganar. Esa es nuestra historia, nuestro ADN democrático.

Un partido es un equipo. Y un equipo, sobre todo, es un estado de ánimo. No podemos regalarle ni un minuto a la contemplación ni al adversario, para que no se quede más tiempo del imprescindible.

Por eso necesitamos rearmarnos para afrontar el auge de la ultraderecha que, como un caballo de Troya, amenaza nuestro modelo de desarrollo y convivencia. Y eso es lo que queremos hacer en la provincia de Valencia.

Venimos de un congreso extraordinario en el que hemos sido capaces -doy fe- de interpretar el momento que vivíamos y priorizar el interés del partido por encima de cualquier otra consideración, por más legítima que fuese. El partido y sus diferentes sensibilidades cerraron filas en torno a la opción de Diana Morant, a la que todos y todas nos debemos.

Y, por tanto, de todos y de todas tiene que recibir trabajo, talento y energía. Ese es el único partido que concibo. El de la corresponsabilidad y el trabajo. El que no especula ni sale a empatar, sino el que quiere ganar siempre, hasta en los entrenamientos.

El Congreso de Benicàssim cerró con honor un periodo encabezado por Ximo Puig y abrió con esperanza un tiempo nuevo protagonizado por Diana Morant.

Militar en este partido tiene sentido siempre que todo el esfuerzo se dedique a luchar por la libertad, la igualdad y la defensa de la mayoría social y de los que menos tienen, como hace el Gobierno de España.

Quiero reivindicar la dimensión pedagógica que debe tener la política. Nadie debe obviar cuanto subyace en el discurso de la derecha y la ultraderecha. Su receta es adelgazar o eliminar la estructura social del Estado y la redistribución de la riqueza a través de la eliminación de impuestos a quienes más tienen para después privatizar los servicios públicos.

Debemos explicar una y mil veces que esta fórmula conduce al desgarro social y abona el terreno para desarmar la democracia y ceder el paso a los populismos más ramplones. Con proclamas que aún no se atreven a plantear y por eso traen a Milei para que las lance. Lo suyo es activar la motosierra y alentar el miedo de la gente, gestionar el malestar que brota en la incertidumbre.

Los socialistas debemos ser, por convicción y responsabilidad, la referencia de la resistencia. De la defensa de los valores ilustrados de la libertad, la igualdad y la fraternidad. De los principios que han permitido avanzar a la mayoría. Porque solo desde la confianza y la unidad se puede construir algo grande, duradero y ganador.

Las sensibilidades, que lógicamente existen y son necesarias, han recorrido nuestra historia. Pero deben ser sensibilidades convergentes en su sentido profundo y sincero, porque la argamasa que nos da estabilidad en la diferencia se llama confianza. Esta palabra fundamentó el proceso que nos ha llevado hasta aquí.

Nuestro reto debe ser desetiquetarnos. Socialistas con ganas de ganar debe ser nuestro único apellido. Dinamizar la provincia de Valencia es nuestra mejor manera de ayudar al proyecto de ‘país’. Partimos de una fuerza municipalista que es la primera línea de defensa de nuestro proyecto.

Cada día doy las gracias a nuestros alcaldes y alcaldesas, a sus políticas y a su interacción con la sociedad y la vida real. Ellos nos permiten trasladar a la ciudadanía lo que somos capaces de hacer si gobernamos.

Somos el partido con más alcaldías en la provincia de Valencia y más de mil concejales, lo que evidencia que la ciudadanía valora las políticas progresistas. Por eso creo que estamos en condiciones de ser cruciales para que el progresismo vuelva a la Generalitat en el menor tiempo posible. En esta provincia nos aguardan grandes retos, pueblo a pueblo, comarca a comarca, propuesta a propuesta. En la propia Diputación debemos generar un modelo alternativo que confronte la deriva de la peor derecha que ya mostró de lo que es capaz.

Iniciamos un proceso lúcido de cambio mientras estuvimos en el gobierno de la Diputación, redireccionamos una institución podrida y debemos volver a demostrar que las cosas pueden y deben hacerse de otra manera. Debemos ser un partido de gobierno. Crítico con la contrarreforma ultra y profundamente propositivo. Si mostramos nuestra mejor versión, habremos cumplido.