Opinión | Tribuna

¿Sociedad eugenésica?

Down España denuncia que el 90% de casos con síndrome de Down acaban en aborto.

Francis Galton propuso en 1883 el término eugenesia en su libro Investigaciones sobre la facultad humana para designar la ciencia que permitía mejorar y modificar los rasgos hereditarios de la especie humana. Lo hacía, precisamente, inspirado en la obra de su primo hermano, Charles Darwin, que revolucionó el conocimiento en el siglo XIX a partir de la publicación en 1851 de El origen de las especies. Sesenta años más tarde, las tesis de Galton fueron asumidas y llevadas a la práctica por todo un Estado. En enero de 1940 Hitler, personalmente, impulsó el Programa Aktion T4 cuyo objetivo fue ahorrar recursos económicos y reducir el número de pacientes, en concreto, personas con discapacidad que eran consideradas un peso para la sociedad alemana. En 1941 se paralizó porque miles de familias comenzaron a buscar a sus familiares desaparecidos en hospitales, residencias y sanatorios. Fue la única protesta que tuvo que afrontar el nazismo en las calles liderada por el obispo de Münster Von Galen que lo denunciaba, a diario, desde el púlpito eclesial. Este proyecto acabó con 70.274 personas, una de ellas el primo de Benedicto XVI con síndrome de Down. La T4 fue el comienzo y la antesala de las cámaras de gas.

Sólo desde aquí fue posible el holocausto que se consumó en los campos de exterminio. Joseph Mengele, el Ángel de la muerte, y el médico nazi más famoso, llegó a decir en sus Diarios en Auschwitz: «Cuando nace un niño judío no sé qué hacer con él. No puedo dejarlo en libertad pues no existen los judíos libres. Tampoco puedo permitirles vivir porque no contamos con los medios para que crezcan. No sería humanitario enviarles a los hornos sin permitir que la madre estuviera allí para presenciar su muerte, por eso envío juntos a la madre y a la criatura». Estamos ante una lógica impecablemente demoníaca. La manifestación del mal en la tierra. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 nacieron para evitar el exterminio y el asesinato en masa de personas de toda condición, inclinación y procedencia. Cada persona es única y, por tanto, no puede ser utilizada como objeto de explotación o experimentación.

Europa y Occidente se han distinguido por el cuidado de las personas más vulnerables. A pesar de nuestros conflictos y nuestras miserias, vivimos en un espacio de libertad en el que se intenta que nadie se quede atrás. Sin embargo, estos valores se están tambaleando en realidades silenciadas, que no aparecen para no despertar nuestra mala conciencia en una sociedad que ha admitido como una nueva idolatría el consumo, el ocio y el bienestar a toda costa. Realidades como las que denuncia Down España afirmando que estamos ante una tendencia eugenésica: el 90% de casos con síndrome de Down acaban en aborto. No valoraré. Sólo quiero comparar las palabras de Mengele, sinónimo de barbarie y muerte, con las de Jesús Vidal, en los Goya del 2019. Sin papeles, durante cinco minutos, habló de inclusión, diversidad y visibilidad. La eugenesia borra todo ello. A su madre, le brindó estas palabras: «Gracias mamá por darme la vida, por dármelo todo porque me enseñaste a ver la vida con los ojos de la inteligencia del corazón. Me gustaría tener un hijo como yo». Fin de la cita. ¿Sociedad eugenésica? Ustedes mismos.