Opinión

¿Qué es Hezbolá?

El “Partido de Dios” nace en 1982 durante la llamada primera guerra del Líbano en medio de la “Operación Paz para Galilea” que inició Israel para defenderse desde el norte. No es paradójico que su líder, Hassan Nasrallah, después de más de cuarenta años, haya amenazado hace pocos días con invadir aquella zona precisamente, Galilea.

Hezbolá es una organización islámica de corte fundamentalista -yihadista- y orientación chiita. considerada como terrorista por la Unión Europea, Estados Unidos, Argentina -recordemos el atentado a la AMIA-, Australia, Canadá, Reino Unido, Países Bajos, Francia, el propio Israel, Bahréin, el “Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo” o Egipto (adivinen algo, Rusia no), que está también dentro del llamado “universo del narcoterrorismo” según todos los servicios de seguridad del mundo.

Surge impulsado por la Guardia Revolucionaria de Irán con la vocación de, entre otras cosas, citando su propia “Carta Abierta de Hezbolá a los Oprimidos”, destruir a Israel: “Nuestra lucha terminará sólo cuando se borre. No habrá tratado con Israel, ni alto el fuego, ni acuerdos de paz. Consideramos a todos aquellos que negocien con él como enemigos”. También pretenden exportar la revolución islámica a todos los países periféricos. Desde las elecciones libanesas de 1992 forman parte del entramado político de este Estado, tristemente “fallido”, que no puede dominarles. Ha sido capaz de amenazar a Chipre si colabora con Israel y arrastraría sin dudarlo a su país a una destrucción total por puro fanatismo y odio antisemita. En eso coinciden igualmente con Hamás.

Estamos en otro momento difícil; el estado hebreo se retiró del Líbano, igual que lo hizo de la Franja de Gaza (materia de estudio para historiadores), pero estos “pasos atrás” no acabaron con las amenazas a su seguridad, sino que las agravaron después de tantas décadas ¿Y qué hacer ahora?

La resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas del 11 de agosto de 2006 establecía “Arreglos de seguridad para impedir la reanudación de las hostilidades, en particular el establecimiento entre la Línea Azul y el río Litani de una zona libre de todo personal armado, bienes y armas, excepto los del Gobierno del Líbano y de la FPNUL de acuerdo con lo autorizado en el párrafo 11, desplegados en esa zona”.

Actualmente nadie espera que Hezbolá se retire más allá del río Litani. Israel tiene a más de ciento cincuenta mil desplazados en el norte -algo que no se recuerda prácticamente en nuestros medios de comunicación, Hispan TV seguro que no- a raíz de los ataques indiscriminados que esta organización lanza contra la población civil. Quédense con esta frase, por favor: “indiscriminados contra la población civil”.

El estado hebreo ha sufrido una lluvia de, solo durante este 2024, más de tres mil trescientos cincuenta misiles -mil en el mes pasado de mayo- cohetes y drones, mientras su respuesta siempre ha perseguido ser lo más quirúrgica posible y estrictamente contra objetivos militares.

Ahora, la encrucijada consiste en hacer retroceder a estas fuerzas terroristas lo suficiente para que dejen de tener la eficacia de dañar a esta población civil.

¿Qué se dirá de Israel si decide defenderse con todo su derecho? Parece que cualquier judío deba estar condenado moralmente a morir o dejarse matar con docilidad. Esto ha cambiado desde 1948. La diferencia entre el elogio o la censura de un movimiento geoestratégico en la zona no depende ya de una “fina línea” que distinga cuando un ataque sea necesario o no, legítimo o no. Los esfuerzos diplomáticos deben ser más persistentes que nunca. Nadie quiere otra guerra, Israel tampoco. Sólo quiere vivir en paz.