Opinión | Tribuna

Cuando cese el bombardeo

«Para escribir una poesía

que no sea política

debo escuchar a los pájaros.

Pero para escuchar a los pájaros

hace falta que cese el bombardeo.»

(Marwan Makhoul, poeta palestino)

Cuando cese el bombardeo, podré volver a la escuela. Plantaré tomates en terreno no-minado con certeza de estar viva para la recolecta. Cuando cese el bombardeo, mi hogar dejará de ser recuerdo, dejará de ser futuro incierto. Será reconstrucción, resiliencia, sanación. Será un lugar donde ya no tendré que preocuparme por si despertaré a la mañana siguiente. Cuando cese el bombardeo, el tiempo retomará su curso. De huérfana a refugiada y, de refugiada, regresaré a la niñez. Por fin podré moldear el sentido cambiante de mi ser-en-el-mundo.

Un mundo que camina creyendo que sus pisadas no influyen en las mías. Como si fueran entes que vagan entre objetos, sin entender que la relación sujeto-mundo es indisociable. Somos consciencia, interacción, dependencia, historia. Somos responsables de un mundo que se rompe en pedazos. A veces, en mis pesadillas, imagino que soy una niña palestina, yemení o sudanesa. Que he crecido en medio de uno de los más de 60 conflictos armados activos que existen y mi único ruego es que cese el bombardeo. En este día en el que las personas que han tenido que huir de sus hogares triplican lo equivalente a la población española, el mundo conmemora el día de las personas refugiadas.

Imagina salir de casa sin saber cuándo podrás regresar; en busca de un espacio seguro, un refugio, un lugar donde tu vida ya no corra peligro. En este mundo hecho jirones existen lugares donde «seguridad» es una palabra carente de significado; lugares donde se bombardean escuelas, hospitales y campos de refugiados. ¿Dónde huir cuando hasta el Derecho Internacional está siendo vulnerado? Podríamos decir que en el mundo existe consenso sobre qué es el derecho, pero no podemos garantizar los Derechos Humanos cuando todavía seguimos categorizando a los sujetos de dichos derechos. Existen seres humanos de primera, segunda y aquéllos a los que directamente hemos despojado de su condición de humanos.

Para dar cuenta de ello basta con revisar el último informe de la OECD sobre el dinero destinado en 2023 a Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). Del dinero recaudado de todos los países adheridos al CAD, gran parte se ha quedado dentro de los países donantes. Además, la atención a Ucrania (50.000 millones) supera la realizada en toda África Subsahariana (30.400 millones) y duplica la totalidad de acción humanitaria (25.000 millones). La ayuda canalizada a los territorios palestinos es de 1.400 millones.

Ser países y sociedades de acogida de personas refugiadas me hace sentir orgullosa. Sacar los fondos para lograrlo reduciendo el dinero destinado a países vulnerados, me parece una tomadura de pelo. Se estima que, para el próximo año, 44 de 118 países del Sur global recibirán menos dinero en AOD que el gasto que realizan para pagar la deuda (y los altos intereses asociados) fruto de programas de ajuste estructural. Estas transferencias negativas perpetúan el empobrecimiento continuado y consciente de millones de seres humanos.

Con estos datos en la mano, desde Fundación por la Justicia seguiremos trabajando porque, cuando cese el bombardeo, los bombardeados recuperen su vida y los que bombardean su humanidad. n