Opinión | tribuna

La graduación de los sueños

Mario Alonso Puig, médico, cirujano y orador tiene una intervención explicando el fundamento y la naturaleza de la educación. Relata que cuando estudiaba para cirujano solían decirle que se dedicaba a lo más importante del mundo: salvar vidas. Sin embargo, recuerda que la profesión y la tarea más importante que podemos encontrar en la vida es la educación, ya que tiene la capacidad de generar transformaciones profundas, crear hábitos y nuevas formas de interactuar con la realidad que hace que la existencia tenga otro sentido. Los que tenemos el privilegio y la suerte de entrar todos los días en un aula, somos testigos de los pequeños milagros que se producen ahí. Cómo personas que estaban perdidas, que no eran capaces de escribir una frase con sentido, que no alzaban la mirada en clase por vergüenza al timbre y sonido de su voz, con el tiempo, superan esas limitaciones y acaban su etapa educativa buscando nuevos caminos, aventuras y sendas por explorar. Todo ello puede verse en uno de los actos más emocionantes y hermosos que se dan en los centros educativos: las graduaciones. Cuando los ves subidos al atril, sus discursos, recordando el primer día que entraron de la mano de sus madres y que ahora, quinceaños después, van a alzar el vuelo para emprender un viaje incierto, pero cargado de ilusiones y sueños, sientes que la tarea de educar es única y que si volvieses a nacer te dedicarías otra vez, sin dudarlo, a este asombroso mundo.

Al igual que en El Principito, se requiere de corazones diferentes para traspasar los recovecos íntimos de esas personas que te buscan y necesitan. En palabras de Saint-Exupery: «He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino en el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos». El corazón es necesario para captar lo esencial, contando con unos ritmos, reglas y lenguajes precisos. De ahí que la educación sea una tarea única. Recordemos cómo el escritor francés describe el encuentro entre el principito y el zorro y éste le enseña el valor humano del tiempo a través de la entrega al otro. Una persona es única cuando tras ella florecen vínculos, señales de pertenencia, invalidando toda apatía e indiferencia. Una de las lecciones diarias de la educación es que toda persona merece ser atendida, escuchada y después dejarla volar con sus decisiones. En todas y cada una de ellas palpita un proyecto, un quehacer, un sueño que debe ser expresado, atendido y escuchado.

El día en que se disipe la esperanza en la juventud, en la niñez, en esa adolescencia que nos coloca en más de una ocasión entre la espada y la pared, tendremos que dejar la escuela y cambiar de aires. Mientras escribo estas líneas no paro de estar agradecido a la vida por haber tenido una promoción extraordinaria de 2ºbachillerato. Académicamente, muy buena, pero más como personas, y sé, estoy convencido, como tantas personas jóvenes que se gradúan estos días, que son la esperanza del mundo, son, sois la luz del mundo. Que cada graduación se convierta en la certeza de que en la vida no se sale adelante a través sólo de los deseos, sino que surge de las inversiones, de lo que se cultiva y se trabaja. Gracias por todo.