Opinión

Los enemigos de la patria valenciana

Hay que ver la facilidad que siempre ha tenido la extrema derecha para sentenciar cuando gobierna quién es o deja de ser una determinada cosa. Por ejemplo, un 'buen' español, un 'buen' cristiano o un 'buen' valenciano. Ahora predican sobre los valencianos 'de veres'.

Una joven estudia valenciano en una clase de Orihuela.

Una joven estudia valenciano en una clase de Orihuela. / Tony Sevil

Era un frío 5 de noviembre de 1941, cuando el régimen franquista, además de fusilar a miles de personas, creaba el Patronato de Protección a la Mujer, un organismo nacido para meter en vereda a todas aquellas mujeres -abusadas, prostituidas, madres solteras, contestatarias, rebeldes, liberales...-  que ellos consideraban 'extraviadas' según la moral de la dictadura. De hecho, muchas de ellas (algunas menores de edad) eran encerradas en contra de su voluntad en conventos u otros centros religiosos por motivos tan dispares como llevar la falda corta, ir con un chico de la mano o haber sido violadas. La justificación, siempre, era salvarlas de la prostitución. Muchas de esas órdenes todavía defienden esa 'labor' en la actualidad y, por supuesto, jamás han pedido perdón a sus víctimas, que se prolongaron en el tiempo hasta un escandaloso 1985, ya con varios años de gobierno socialista. Las mujeres, como siempre, las últimas en ser reparadas por las injusticias cometidas sobre ellas. Un libro maravilloso, 'Indignas hijas de su patria' de las periodistas Marta García Carbonell y Maria Palau Galdón saca a la luz los actos vergonzosos cometidos por estas órdenes religiosas y la tortura diaria a la que se sometían decenas y decenas de 'malas' valencianas y, si quieren emociones fuertes, oigan los capítulos titulados 'Perdidas' del pódcast 'De eso no se habla', de la escritora y documentalista sonora Isabel Cadenas Cañón. Se les revolverá el estómago.

Recordaba el otro día este libro, su título y la desgarradora historia que conlleva a raíz del espepéntico mensaje del diputado autonómico de Vox, José María Llanos, acusando de 'enemigos de la tierra valenciana' y 'traidores de nuestra identidad' a miles de familias, niños y niñas, alcaldes y alcaldesas, profesores y población en general que acudieron a les Trobades d' Escoles en Valencià el pasado fin de semana. Digo esperpéntico porque, lingüísticamente, el mensaje no hay por donde cogerlo. Hasta los integrantes de Lo Rat Penat se deben haber enfadado y con razón. Una cosa es no querer acatar las directrices de l'Acadèmia Valenciana de la Llengua porque consideres que las carga el diablo, y otra bien distinta es intentar argumentar que tu valenciano repleto de faltas es de Lo Rat Penat. A ver, señor Llanos, que los integrantes de esta veterana institución no son tontos y se han dado cuenta de que usted no casca ni una en la lengua autóctona y ha intentado hacer colar por valenciano secesionista lo que no es más que un 'xamó i ques' de toda la vida. O sea, traducir del castellano quitando letras. Por Dios, señoría, que Ausiàs March, Isabel de Villena y Joanot Martorell, escribían en algo más que en un castellano medio mutilado. No nos haga usted tan vagos a los valenciano-hablantes.

De buenos y malos valencianos

Dicho esto, hay que ver la facilidad que siempre ha tenido la extrema derecha para sentenciar cuando gobierna quién es o deja de ser una determinada cosa. Por ejemplo, un 'buen' español, un 'buen' valenciano o un 'buen' cristiano. Tampoco olvidemos a los 'buenos' trabajadores, al 'buen ' inmigrante', al 'buen' padre de familia y, sobre todo, a la 'buena' mujer (con todas esas acepciones que no tuvieron las que acabaron en el Patronato). A todos ellos les caracterizaba que eran personas que no defendían sus derechos. Si levantaban la mano, ya eran 'malos'.

Y yo no sé, señor Llanos, cómo son esos valencianos 'de veres' a los que usted se refiere pero le diré como son los valencianos que acuden a les Trobades desde hace décadas porque les conozco desde que era pequeña. Son valencianos que votan a todos los partidos políticos (incluso me atrevería a decir que al suyo, también, porque en los pueblos hay de todo); de izquierdas y de derechas; valenciano-hablantes y castellano-hablantes que quieren dominar las dos lenguas o que sus hijos lo hagan. Son personas que entienden que cuanto más, mejor, y que expresarse en valenciano es un acto normal, como lo es hacerlo en castellano. No se entendería lo contrario, porque es una herramienta de comunicación, como el inglés, el francés o el chino. Y porque el valenciano no es un 'problema', señor diputado, es una realidad. Le guste o no. Porque la gente que acude a les Trobades son personas del mundo de la sanidad, empresarios, profesores, funcionarios, amas de casa, camareros, comerciantes, tenderos, trabajadores sociales, curas, monjas, deportistas, periodistas, personal del servicio de limpieza, carniceros, médicos... Lo que viene siendo, la ciudadanía normal y real. Yo no sé, insisto, a qué se refería usted con su frase de que estos no son los valencianos 'de veres' porque yo les veo todos los días, con estos ojos que se han de comer los gusanos, nada más salir de casa. Junto a otros muchos valencianos, de orígenes muy diversos y tonos de piel diferentes. Pero claro, igual ellos tampoco son valencianos 'de veres' y juran lealtad a otras patrias enemigas. Quien sabe. A ver si también va a ser eso.