¿Por qué parecen proteger la justicia y los medios a la familia Biden?

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Es la pregunta y a la vez la acusación que lanzan muchos legisladores republicanos sobre el supuesto encubrimiento de la Justicia y el largo silencio de los grandes medios en todo lo que se refiere a los supuestos negocios de la familia Biden.

Silencio que contrasta con el enorme revuelo periodístico cuando se acusó a la Rusia de Vladimir Putin de injerencia en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 para favorecer al republicano Donald Trump frente a su rival demócrata, Hillary Clinton.

Los dos principales diarios de EEUU, The New York Times y The Washington Post, fueron galardonados incluso con el premio Pulitzer por su cobertura del llamado ‘Russiagate’, que, como ha quedado demostrado después, fue sólo un invento del equipo de Clinton para perjudicar a Trump.

No han tenido ni de lejos la misma cobertura los negocios del hijo del actual presidente, Hunter Biden, que salieron a la luz con el descubrimiento de un ordenador portátil que ése había dejado olvidado en una tienda de reparaciones de Delaware.

Según el diario The New York Post, que fue el primero en destapar el escándalo, el disco duro del ordenador contiene, aparte de detalles escabrosos sobre su vida privada que a nadie deberían interesar, abundante y comprometedora información sobre las relaciones de negocio de Hunter con empresarios de Ucrania, China y Rumanía.

Ese diario neoyorquino publicó ya en 2020 una información según la cual Hunter había presentado en 2015 a su padre, entonces vicepresidente de Barack Obama, a un ejecutivo de la empresa gasista ucraniana Burisma.

Hunter Biden no sólo fue contratado por esa empresa con un sueldo de 50.000 dólares mensuales, sino que su progenitor viajó a Kiev y logró mediante presiones – amenazó con no entregar a Ucrania la ayuda prometida por Washington- el despido de un fiscal ucraniano que estaba investigando a la empresa.

El mismo Joe Biden se jactaría después en público y entre risas de ese despido, que su equipo atribuyó, sin embargo, a otro motivo: el fiscal ucraniano no estaba haciendo lo suficiente contra la corrupción en el país.

El senador republicano Chuck Grassley, que forma parte del Comité Judicial del Senado, publicó hace unos días un documento del FBI que la agencia había retenido durante algún tiempo y que parece demostrar la reiterada utilización por Hunter Biden del nombre de su padre para sus negocios privados.

Según ese memorándum, la empresa Burisma hizo dos pagos de cinco millones de dólares cada uno a «la familia Biden» en agradecimiento por el despido a instancias del entonces vicepresidente del molesto fiscal.

Pero los negocios de Hunter Biden no se limitaron a Ucrania: ése abusó también del nombre de su padre para conseguir que el directivo de un empresa energética china ligada al Partido Comunista de ese país transfiriera varios millones de dólares a su tío Jim por supuestos trabajos de asesoría.

El hijo del hoy Presidente intentó llegar últimamente a un acuerdo con la fiscalía para evitar la cárcel por dos delitos menores contra el fisco que le permitía sobre todo eludir otra acusación más grave de posesión ilegal de un arma de fuego en su tormentosa etapa de drogadicto.

Ese acuerdo enfureció, sin embargo, a los republicanos, y una juez federal nombrada en su día por Donald Trump lo desestimó. ¿Cuándo se sabrá toda la verdad sobre el caso Hunter Biden? ¿Es el miedo a favorecer una futura presidencia Trump la que explica ese silencio?