Que la actividad cinegética es un instrumento indispensable de gestión ambiental, desarrollo local, económico y lucha contra la despoblación lo dice hasta nuestra ley de caza de 2004 en su preámbulo. Que controle y evite las plagas de animales de caza mayor y conejos, daños a la agricultura e infraestructuras, accidentes de tráfico, riesgo de epizootias (PPA, sarna, tuberculosis…), zoonosis (gripe aviar, Crimea-Congo, triquinosis…), endogamia genética, especies exóticas invasoras, peligro para la flora protegida… es una realidad que se demuestra diariamente a poco que uno salga de la ciudad. Que se invierta en mejora de hábitat y cree 187.000 empleos y 6.475 millones de euros al año también es dato objetivo conocido.

Pero más allá de todo esto, es cierto que algo también está cambiando en la caza a nivel social y que conviene poner en valor, porque no siempre se conoce. Por lo pronto, el cazador de hoy está mucho más formado y con mayor responsabilidad ética. Ya no solo es que tenga que realizar un curso para obtener la licencia, es que además, por la Escuela de Caza (de la Federación de Caza de la CV, FCCV) que ahora dirige una mujer, han pasado a lo largo de estos diez años, más de 10.000 alumnos entre cursos oficiales, formación continua y actividades. La FCCV y sus clubes federados colaboran con instituciones científicas públicas y privadas (universidades, Fundación Artemisan...) y financian proyectos científicos en beneficio de las poblaciones silvestres, como el observatorio cinegético de censos, proyecto Coturnix de seguimiento de la codorniz, zorzales, RUFA-Cristóbal Torres de recuperación de la perdiz roja, proyecto de mejora de hábitat de la tórtola europea, reintroducción del águila pescadora en la marjal Pego-Oliva, Canyet del buitre leonado, o el proyecto Erasmus+ con la Escuela Alsud de Mértola (Portugal).

Solidariamente, el mundo federado ha mostrado su compromiso también en los momentos de mayor vulnerabilidad. Quiero recordar que se han hecho donaciones de alimentos durante la dana, reparto de juguetes en Navidad, entrega periódica de carne de caza al Banco de Alimentos, Cáritas y Casa Caridad de Valencia, ayuda en el proyecto Carne solidaria. Recientemente se repartieron en Mestalla más de 300 raciones de ‘ragout’ de ciervo para gente necesitada. Durante la pandemia, los clubes federados han aportado más de 200.000 euros a la sociedad, sumando donaciones de dinero, mascarillas, trajes epi, lejía, protectores faciales, alimentos, desinfección de calles… Sin ir más lejos, con Filomena los federados han ayudado con su maquinaria agrícola a abrir pistas, calles, carreteras, rescatado vehículos, trasladando médicos y enfermos a centros de salud en sus 4x4, llevando medicinas y alimentos a personas vulnerables incomunicadas en masías y aldeas o al ganado de montaña, dispensado alimento a la fauna salvaje en lugares nevados. Y así un sinfín de acciones en beneficio de la sociedad, como el proyecto Apren volant de zooterapia con discapacitados con aves de cetrería (declarado de interés social por el Consell de Mecenatge-GVA), vigilancia y ayuda en extinción de incendios forestales, rescate de aves protegidas heridas por tendidos eléctricos, de corzos en canales de agua, búsqueda de personas desaparecidas en el monte, y el trabajo impagable de vigilancia del guarderío rural de caza.

Además, la FCCV se ha comprometido en otros ámbitos sociales tradicionalmente infravalorados. Se ha adquirido un compromiso serio por la igualdad de género, incorporando mujeres en los ámbitos directivos, se ha apoyado las justas reivindicaciones de agricultores y ganaderos, la creación de la primera asociación de jóvenes cazadores de la Comunitat Valenciana independiente de la FCCV, que fomenta, entre otros, los valores del mundo rural y la lucha contra la despoblación, la vigilancia constante epidemiológica con analíticas de fauna para control de epizootias y zoonosis…

Y todo ello, conviene decirlo, sin ayuda ni subvención alguna, y a pesar de la tribulación que sufre el sector desde exiguos ámbitos, aunque generosamente subvencionados. Pero da igual, aquí estamos y estaremos con nuestro compromiso ambiental y cumpliendo nuestra función social los federados y federadas valencianos, que no hay que olvidar que son cerca de 40.000 y 600 clubes.