Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Miedo al pobre

El defensor del pueblo, ya no me acordaba de que existía, señor Fernández Marugán, lo ha dicho: «Queremos extranjeros en el campo, pero no en la misma cola del médico». Y eso que pagan su asistencia sanitaria (se lo descuentan de la nómina, suponiendo que tengan nómina). El defensor del pueblo, síndic de comptes, síndic de greuges, diputado del común y cosas parecidas son esas personas que señalan nuestras faltas, pero no tienen los medios para corregirlas. Como el observatorio de los precios que nos dice que la merluza fresca va a subir una barbaridad, pero no nos dice como conducirla, a la merluza, por la senda de la contención.

En fin que el señor Fdez. Marugán tiene razón. Cuando yo me ganaba unas pesetas como albañil el capataz menos compasivo era el que había trabajado más años como inmigrante. Somos un país de inmigrantes: por eso no nos gusta verlos, nos recuerdan que nosotros también íbamos jinetes de una burra. Con suerte. Ahora creemos, firmemente, que Chanel lo cubrirá todo, y si Chanel no alcanza, Margaret Astor efecto gloss.

La misteriosa desaparición o invisibilidad de los emigrantes, sobre todo cuando hay muchos, como ocurre en El Ejido, me recuerda que una vez atravesé los EE UU y salvo una chica de Tejas, no me encontré a ninguna moza gallarda. Concluí que las guardaban liofilizadas, en el interior de una frasca, y sólo las sacaban para las superproducciones de Hollywood. Como los siervos de los terribles Primordiales en los espantos concebidos por Lovecraft. Así quisiéramos a los emigrantes: frescos y fuertes a las seis de la mañana y guardados en forma de sales esenciales en la frasca a partir del ocaso, que no usen nuestros paseos, cines y paritorios, pero si no paren ellas, quién va a reponer el ejército laboral y el fondo de pensiones. No calléis, cobardes.

En fin, que bien está ordenar, legalizar, contener la ola de inmigrantes, claro, pero ellos no saquearon las cajas de ahorros, ni firmaron hipotecas con insolventes, ni vendieron pisos por su peso en oro. Con enemigos así de enclenques, poca honra ganaréis.

Compartir el artículo

stats