Opinión

El patrimonio saguntino, cuestión de voluntad

Debemos acudir a Europa en busca de fondos para la conservación de nuestro patrimonio, como se ha hecho en Cartagena y La Unión, e involucrar a la ciudadanía

El Teatro Romano de Sagunt en obras

El Teatro Romano de Sagunt en obras / Daniel Tortajada - LEV

Celia Paniagua

Hace unos días, algunos miembros de la Plataforma de asociaciones en defensa del patrimonio saguntino, sabedores del impulso que Cartagena ha experimentado en los últimos treinta años, visitamos dicha ciudad. Teníamos interés en conocerla, pero, sobre todo, la necesidad de saber qué buenas prácticas habían aplicado allí para su desarrollo que en Sagunto no hemos sido capaces de aplicar.

Cuando al viajar conocemos los establecimientos patrimoniales de los lugares visitados, nos preguntamos cómo son revalorizados esos bienes de manera que contribuyan a la riqueza económica y cultural del lugar, y en Sagunto ese proceso es totalmente insuficiente. Nos corroe la envidia por esas habilidades ajenas y sentimos indignación por la situación de inoperancia en Sagunto.

Los sentimientos en Cartagena fueron los mismos. Descubrimos una ciudad floreciente, limpia, organizada especialmente para desarrollar sus bienes patrimoniales, su gestión y su turismo. Las personas con las que contactamos para obtener la información que necesitábamos nos recibieron y atendieron espléndidamente. Desde aquí queremos darles las gracias una vez más. Estas personas fueron pioneras en el desarrollo de Cartagena cuando, a finales del siglo pasado, la ciudad se quedó arruinada porque sus medios de supervivencia se agotaron o desaparecieron; por ejemplo: la extracción minera o la desaparición del personal militar y el arsenal.

Primero contactamos con el presidente de la Fundación Sierra Minera, una entidad sin ánimo de lucro con un patronato de unos cien socios. La Fundación trabaja en tres áreas: formación y empleo, medioambiente y patrimonio cultural minero. Nos centramos en este último y visitamos varios sitios patrimoniales en La Unión con miembros de la Fundación: el impecable Museo de las Minas, el yacimiento de Las Matildes, una instalación educativa sobre minería, y el archivo municipal, donde un archivero y becarios catalogan meticulosamente el archivo de la empresa Maquinista de Levante. Este trabajo se realiza lentamente pero con éxito.

La Fundación Sierra Minera cuenta con 26 trabajadores en plantilla y en su organigrama hay dos personas responsables con experiencia en la gestión del patrimonio dentro de la Administración autonómica. Cuando la Fundación detecta una necesidad, sea social, medioambiental o patrimonial, elabora un proyecto que solucione esa necesidad, se presupuesta y se prevé su financiación, normalmente mediante financiación europea, autonómica, empresarial, bancaria o municipal. Se presenta el proyecto al Ayuntamiento y una vez aprobado se recaudan los fondos y se ejecuta. Ese es el sistema.

La otra experta con la que contactamos es la gerente de la Fundación Teatro Romano quien nos informó del desarrollo de Cartagena desde un punto de vista institucional. La ciudad, enfrentando una ruina económica similar a la de La Unión, inició un Plan director para modernizarse: peatonalizar el casco histórico, señalizar y revalorizar bienes patrimoniales. Así nació “Cartagena, Puerto de Culturas”. Los fondos europeos FEDER y el consenso de la población impulsaron el proyecto, especialmente tras el descubrimiento del teatro romano. Con el apoyo de Caja Murcia, la Autoridad Portuaria, Repsol y el Ayuntamiento, se excavaron la Casa de la Fortuna, el Teatro Romano, su museo, el Foro Romano Molinete, entre otros. La clave fue la voluntad de recuperación, el trabajo en equipo, un proyecto claro y solicitar apoyo financiero.

La Fundación Teatro Romano nos descubrió que se dedica a la gestión de los bienes patrimoniales de Cartagena, es decir, organizar su funcionamiento y explotación, administrarlos y controlar todos los ingresos con los cuales se forma y se paga a los guías y a todo el personal de seguridad, limpieza y mantenimiento y todavía quedan 40.000 euros limpios al mes en la Fundación para futuros proyectos. Han leído bien: al mes. Evidentemente, las visitas se cobran.

¿Qué? Igualito que en Sagunto, ¿no? Donde solo se cobra en las visitas a la Via del Pòrtic y la Domus dels Peixos. Un euro para las dos visitas con un método ridículo: obligatoriamente tarjeta. Estamos hablando de dos bienes patrimoniales de los que nos sentimos orgullosos como última consecución patrimonial. Lo del Grau Vell está muy bien, pero se tendrá que terminar. ¿No se podría entender el patrimonio como un paquete y vender entradas que incluyeran varios espacios para obtener una mayor rentabilidad, incluyendo el del Puerto de Sagunto y el Grau Vell cuando se musealice y ofrecer un discurso global? Tampoco entendemos por qué no se paga para entrar en los Monumentos Nacionales que hay en Sagunto.

Nuestros bienes históricos e industriales requieren una gestión municipal diferente. Actualmente, no hay planificación ni proyecto para ellos, y las pocas recuperaciones se realizan sin coordinación. Es fundamental formar un equipo competente dedicado a planificar y establecer prioridades para la recuperación, así como a buscar financiamiento. Debemos acudir a Europa en busca de fondos para la conservación de nuestro patrimonio, como se ha hecho en Cartagena y La Unión, e involucrar a la ciudadanía para presionar a los titulares de los bienes no municipales. El Ayuntamiento de Sagunto necesita reactivarse, y empresas como Volkswagen podrían ayudar a financiar proyectos, siguiendo ejemplos de países como Alemania.

Para convertir a Sagunto en una verdadera “Smart City”, donde la calidad de vida y la sostenibilidad son prioridad, no podemos obviar el papel fundamental que desempeña la preservación y promoción de nuestro rico patrimonio cultural. Es un compromiso con nuestra identidad, nuestra historia y nuestro legado, uniendo modernidad y tradición en un futuro vibrante y lleno de oportunidades para todos.

Lo cierto es que Sagunto siempre será noble por su historia y sus vestigios: los de las culturas que la habitaron y los de su historia industrial. Nuestro deseo es hacer de ella un lugar todavía mejor y más próspero. Tenemos la materia prima.