La discoteca del Montgó en Xàbia no quiere colapso de coches

Hacienda advierte de que está prohibido aparcar en las cunetas de la carretera de la Plana

Otros veranos los coches han llegado a bloquear un vial que está dentro del parque natural y que lleva al faro y al mirador del cabo de Sant Antoni

Cartel colocado por la discoteca que deja claro que está prohibido aparcar en la carretera

Cartel colocado por la discoteca que deja claro que está prohibido aparcar en la carretera / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

Este verano se ha acabado la barra (cuneta) libre para los coches en la carretera de la Plana (está en el parque natural del Montgó), carretera que lleva al faro, al mirador y al área recreativa del cabo de Sant Antoni. El Ayuntamiento de Xàbia ya clavó en Semana Santa bolardos en las cunetas. La discoteca Hacienda, una de las primeras de España y que cuenta con licencia desde 1966, se suma a mantener a raya a los coches. Ha colocado un cartel bien explícito. Deja claro que está prohibido aparcar en la carretera y que el lugar donde dejar el vehículo es el aparcamiento de la discoteca.

Urgía tomar medidas después de lo que se vivió el pasado verano (y los anteriores). Los coches colapsaban la carretera. Algunos vecinos de la Plana (partida de casitas tradicionales que está dentro del parque del Montgó) casi no podían atravesar el tapón de vehículos aparcados en las cunetas y la marabunta de gente que, a primera hora de la mañana, salía de la discoteca. La carretera era un jolgorio. Los vecinos temían que si había una emergencia (un incendio forestal, por ejemplo) los camiones de bomberos y las ambulancias no podrían pasar.

Sacudirse los coches

Ahora, con los bolardos y la clara advertencia de la discoteca, se espera que la carretera se sacuda los coches. El pasado verano también ocurrieron escenas bien curiosas. Un conductor, tras una noche de jarana, paró el coche y se quedó dormido. El vehículo estaba en medio de la carretera de les Planes. Hubo atasco. El conductor dormía tan a pierna suelta que ni los bocinazos lo despertaban.