El moscatel de la Marina Alta, el vino más versátil (y feliz) del mundo

La feria “Terra Moscatell” de Els Magazinos de Dénia maravilla con vinos diversos, luminosos y que expresan todos los matices del universo floral de la comarca

Responsables de las bodegas participantes, el productor de pasa Ovidi Mas y los artistas junto a Federico Cervera

Responsables de las bodegas participantes, el productor de pasa Ovidi Mas y los artistas junto a Federico Cervera / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

El vino y la palabra van de la mano. Este es el contexto: El mercado gastronómico y cultural Els Magazinos de Dénia celebra la tercera edición de “Terra Moscatell”, la feria de vinos del Mediterráneo. Surgen palabras humildes, palabras que son muy pequeñitas, pero que obran el prodigio de convocar la fugaz felicidad.

Mara Bañó, de la bodega les Freses de Jesús Pobre, reflexiona sobre las imprescindibles cooperativas agrícolas. Destaca la labor de la de Teulada. Quienes heredan una “camada de vinyes” de aquí y otra de allá, esos pequeños agricultores (la Marina Alta es minifundio), la mayoría vocacionales, resisten por el apoyo que les proporciona la cooperativa. La “camada de vinyes” es el estrecho pasillo entre las hileras de cepas. En la Marina Alta, en sus bancales escalonados (paisaje moldeado con muros de “pedra seca”), “les camades” culebrean, son secano esencial, heroica agricultura mediterránea.

Mara llamó a uno de sus vinos, quizás el más heterodoxo, “tallaruques”. Lo elabora con un “remitjó” de giró de aquí, unos “cabassos” de monastrell de allá y un “pessic” de forcallat, bobal y tardana (todas variedades endémicas valencianas).

Joana Bisquert insufla poesía en las escenas de la pasa y "l'escaldà"

Joana Bisquert insufla poesía en las escenas de la pasa y "l'escaldà" / A. P. F.

“Camada”, “tallaruca”, “remitjó” y “pessic” son palabras humildes que aluden a la porción, a lo pequeño y fulgurante. En la botella de ese vino con destellos de sol e intensidad de miel y pasas llamado “Dolç” (de les Freses), queda un “remitjó”, apenas nada, y ese poco, servido gota a gota en la copa, basta para convocar la felicidad, para “pessigar” y deslumbrar. Eso es el moscatel, un sorbo de felicidad y un relampagueo del paisaje con hondura agrícola de la Marina Alta.

“Todos estos vinos de moscatel son diferentes. Es la variedad más versátil del planeta”, afirma Mara Bañó mientras presenta a Candela Castelló, de la bodega Finca Collado (Salinas, Alt Vinalopó); María Sancho, de Montesanco (Teulada); Joan Pastor, de Joan de la Casa (Benissa), y Tamara Rivera, de la cooperativa de Teulada. Sus vinos de moscatel son extraordinarios. Mara recuerda la riqueza botánica de la Marina Alta (solo en el Montgó hay más de 650 especies de flora) y asegura que ese universo de flores está en estos vinos.

María Sancho, de la bodega Montesanco de Teulada, charla con la periodista Marina Vega

María Sancho, de la bodega Montesanco de Teulada, charla con la periodista Marina Vega / A. P. F.

En “Terra Moscatell” también participa Ovidi Mas, de Llíber, el único productor de pasa de la Marina Alta que cuenta con registro sanitario. Su familia lleva 200 años haciendo “l’escaldà” y secando sobre los cañizos la uva de moscatel. Mara cuenta que en esta saga agrícola se turnan los nombres de Ovidio y Ovidiet. No debe ser casualidad que se llamen igual que aquel poeta romano que escribió “Las metamorfosis”. ¿Acaso no es una metamorfosis la transformación de la dorada uva de moscatel en la golosina de pasa?

Se sirven tres vinos de la bodega les Freses, Paquita Mut, la Rectoria y Dolç. Los asistentes a “Terra Moscatell” descubren las historias de las pequeñas bodegas y la tradición que retrató Joaquin Sorolla. El historiador del arte David Gutiérrez Pulido revela que el artista de la luz, en sus cinco estancias en Xàbia y la Marina Alta, creó más de 80 apuntes al natural y lienzos de la vendimia y la pasa. Mientras, en el restaurante “A la fresca”, también en Els Magazinos, se exponen los cuadros de riuraus y de l’escaldà de Joana Bisquert, una artista de Xàbia que da nueva vida a las escenas costumbristas y les infunde poesía. Y Ximo Canet lleva a cabo un taller de pintura con los colores del vino.

Mara Bañó y, a su derecha, integrantes de la asociación Poetes per la Cultura de la Marina Alta

Mara Bañó y, a su derecha, integrantes de la asociación Poetes per la Cultura de la Marina Alta / A. P. F.

Mara contagia su pasión. Paquita Mut es un homenaje a su abuela. El “flaire” a jazmín de este vino evoca la “bronja de gesmil” que Paquita llevaba prendida del vestido. Este vino y el de la Rectoria están también perfumados de azahar y tienen notas cítricas. Son vinos luminosos. Los pueblos de la Rectoria (territorio con identidad propia en la Marina Alta) descansan en la falda de la Serra de Segària y se asoman al río Girona. Están envueltos en huertos de naranjos.

Sol, miel, pasas y poesía

El último vino que los participantes prueban es ese “Dolç” que es sol, miel y pasas. Mientras, los Poetes per la Cultura (asociación de la Marina Alta que ha dado brío a la poesía) recitan versos que embriagan como ese “remitjó” que quedaba en la botella de “Dolç” y que cae en la copa gota a gota y que destella, dorado e intenso.

Aquí, en Els Magazinos, en estas ferias gastronómicas, hay resistencia y felicidad. Esa otra comarca, la del secano esencial, la de la modesta huerta, la de los heroicos agricultores, existe. Y tanto que existe. Este mercado cultural y gastronómico tiene un mérito enorme. Arracima moscatel, vino, territorio, arte y poesía. Y surge el prodigio.