Cenizas y sequía en las entrañas del Barranc de l’Infern

Los senderistas se sorprenden de que el incendio de agosto de la Vall d’Ebo alcanzara incluso el fondo de este afilado cauce

Dos senderistas ascienden entre arbustos carbonizados

Dos senderistas ascienden entre arbustos carbonizados / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

La ruta senderista de los 6.000 escalones del Barranc de l’Infern, en la Vall de Laguar, comienza en Fleix. La senda arranca poco después de la Font Grossa. En el primer y zigzaguante tramo, el de la primera bajada al barranco y la subida a les Juvees d’Enmig, ya se ve claramente que esta primavera ha sido extremadamente seca. Lo normal es que llueva, incluso con intensidad, y que ahora ruja la cascada del Salt de Fleix y el barranco baje con agua. Pero todo esta seco. No se escucha el habitual rumor del agua en esta época en el Barranc de l’Infern. Reina un seco silencio. Otros años esta ruta, circular y de 14 kilómetros, deslumbraba por su esplendor hídrico.

Cenizas y sequía en las entrañas del Barranc de l’Infern

Cenizas en el lecho del Barranc de l'Infern / A. P. F.

Además, al poco de llegar a les Juvees d’Enmig, asoma la huella del fuego. Hasta aquí llegó el incendio que desato un rayo el pasado 13 de agosto en la Vall d’Ebo y que acabó calcinando 12.150 hectáreas de las montañas de la Marina Alta y el Comtat. La montaña se está regenerando. Pero la pertinaz sequía no ayuda.

Cenizas y sequía en las entrañas del Barranc de l’Infern

Uno de los pozos que jalonan la ruta senderista. A la izquierda, "margallons" con los troncos calcinados / alfons padilla. la vall de laguar

El desastre del fuego se ve con más claridad al bajar por segunda vez al barranco (el descenso por la Font de Reinós, que todavía mana, pero con un hilillo de agua) y volver a subir por la ladera que lleva a les Juvees de Dalt. En este tramo entró el incendio con virulencia. Llegó hasta lo más hondo de este afilado cauce, hasta las entrañas del Barranc de l’Infern. En su lecho, hay cenizas que han arrastrado las escasas lluvias que han caído en esta zona desde el chaparrón que a los pocos día de declararse el incendio fue decisivo para lograr apagarlo.

Los senderistas se sorprenden de lo profundo que llegó aquel voraz incendio. Dejó su marca en la «Catedral del senderismo», en esta ruta que cada año realizan cientos de excursionistas.

La ruta está jalonada de pozos de piedra que revelan que estas montañas son ricas en aguas subterráneas y manantiales. Ahora, en una primavera inusual en la que no ha caído ni gota, se observa con claridad el incipiente efecto de la sequía en unos agrestes parajes modelados por el agua.