Modelos contrapuestos

El este se divide entre el ultranacionalismo de Orbán y el europeísmo de Tusk en las elecciones europeas

Al líder húngaro parece haberle surgido un rival capaz de disputarle la posición de hombre fuerte indiscutible en Budapest

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán.

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán. / EP

Gemma Casadevall

El este de Europa sigue dividido entre el europeísmo y el extremismo derechista: el ultranacionalista Fidesz del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, defendió su posición dominante en Budapest, mientras que en Polonia el pulso entre los afines a Bruselas y la extrema derecha se decantó a favor de la Plataforma Cívica (PO) del primer ministro, el liberal Donald Tusk.

Las proyecciones de voto al cierre de los locales electorales en Hungría apuntaron a la clara victoria de Fidesz, con un 44%, pese a que cayó hasta 10 puntos respecto a sus resultados de 2019. Es notorio el resultado alcanzado por el partido Tisza, un 32%, lo que supone un hito para una formación hasta ahora marginal que ha tomado vitalidad liderada por un disidente de las filas de Orbán, Peter Magyar. Este partido ha asumido el protagonismo en las movilizaciones multitudinarias contra Orbán vividas en el país en las últimas semanas.

Al líder húngaro parece haberle surgido un rival capaz de disputarle la posición de hombre fuerte indiscutible en Budapest. Es una señal de advertencia, que también puede tener su impacto entre la extrema derecha europea. El Fidesz no está hasta ahora integrado en ninguno de los dos grandes grupos, los Conservadores y Reformistas (ECR) de la italiana Giorgia Meloni ni tampoco Identidad y Democracia (ID), de la francesa Marine Le Pen. Ambas familias de la extrema derecha se disputan la cercanía de Orbán, puesto que una reestructuración de sus grupos contando con los escaños húngaros agradaría su influencia en Estrasburgo.

En Polonia, por contra, se afianzó el europeísmo representado por Tusk frente al ultranacionalista partido Ley y Justicia (PiS). La formación del actual primer ministro logró un 38%, frente al 33% del PiS. Es una diferencia aún corta, pero que favorece a Tusk y al conjunto de los populares europeos, al que pertenecen los liberales polacos.

Tusk logró el relevo en el poder tras ocho años de dominio del PiS en su victoria electoral del pasado octubre al frente de una alianza entre partidos centristas y la izquierda moderada. En las elecciones municipales de principios de año, su PO ganó en el llamado voto urbano, pero el PiS mantuvo el dominio en el campo. Ahora el pulso parece decantarse claramente a favor del europeísmo, lo que en este país del este europeo es un giro notable.