Actividades de verano, una alternativa frente al calor y la falta de rutinas

Las opciones de ocio para niños y niñas durante los meses estivales combinan la diversión con el fomento del aprendizaje, y permiten a las familias compaginar sus horarios laborales

Imagen de archivo de la escuela de verano de la Ciutat de les Arts i les Ciències.

Imagen de archivo de la escuela de verano de la Ciutat de les Arts i les Ciències. / GVA

Candela García

Candela García

Una vez concluido el periodo vacacional de Semana Santa, todas las empresas y entidades, públicas o privadas, que organizan actividades extraescolares y campamentos de verano para niños y niñas empiezan a abrir sus plazos de matriculación. Estas alternativas de ocio y tiempo libre pueden ser muy positivas para que los más pequeños afronten el calor y la falta de rutinas de los meses estivales de la mejor manera para su salud mental. Por eso, es fundamental que las familias dediquen tiempo a escoger el sitio más idóneo para los intereses y las necesidades de cada menor.

«Los cambios de temperatura del verano llevan implícitos una necesidad de adaptación. Esto supone que algunas personas, sobre todo los niños y niñas más pequeños que no tienen una solvencia para la autorregulación y el control de sus propias emociones, puedan sentir más irritabilidad, frustración, cambios en el patrón del sueño o en los hábitos alimentarios. Pierden las rutinas y eso va afectando a la conducta», explica Sefa Mulet Salvador, psicóloga general sanitaria, forense y neuropsicóloga.

Con el aumento de las temperaturas, pueden sentir «más irritabilidad o frustración», comparte la experta Sefa Mulet

Con un periodo estival que se espera, de nuevo este año, muy caluroso, la experta recomienda a las familias «ofrecer a los pequeños actividades que tengan que ver con entornos de agua, que les ayuden a aliviar ese sofoco; o establecer unos horarios, aunque sean menos estructurados que cuando van al colegio, pero que tengan unas rutinas como la hora de levantarse, las actividades que van a hacer a lo largo del día o la hora de dormirse». «También pueden presentar a los niños y niñas un espacio de comunicación, para que expliquen lo que sienten», añade.

Frente a emociones como la irritabilidad o la frustración, Mulet apuesta por «favorecer una visión positiva del tiempo libre, de las vacaciones, así como destacar la posibilidad de hacer y gestionar actividades que el resto del año no podemos. Asimismo, si coinciden con el periodo vacacional de padres y madres, organizar iniciativas que sean lúdicas y en familia para compartir y fomentar el apego, que viene bien para conciliar la vida laboral y familiar», apunta.

Ayudar a las familias

Además de las experiencias que puedan vivir en familia, las actividades extraescolares o los campamentos de verano cumplen un papel muy importante, ya que permiten a los padres y madres poder seguir con sus horarios laborales, mientras los más pequeños —especialmente aquellos que todavía no tienen autonomía y no pueden quedarse a cargo de otras personas— disfrutan de un espacio lúdico donde se fomenta también su aprendizaje.

Es relevante, apunta la psicóloga, elegir «centros específicos, con experiencias previas y personal cualificado»

Huir del aburrimiento, reducir el tiempo de pantallas y conectar con la naturaleza, realizar ejercicio físico, socializar con otros niños y niñas de su misma edad, ser más independientes, o descubrir y potenciar nuevas habilidades son algunos de los posibles beneficios si se escoge la iniciativa adecuada.

«Las actividades tienen que ser siempre elegidas en función, tanto de los aprendizajes que queremos fomentar en los menores, como también pensando en la visión más lúdica y distendida de lo que es el tiempo de ocio, en verano especialmente», señala la psicóloga general sanitaria.

Para Mulet, es fundamental decantarse por «centros específicos, con experiencias previas y personal cualificado que pueda entender el desarrollo de los niños y las niñas dependiendo de su edad». «Siempre hay que intentar respetar los gustos e intereses de los más pequeños, así como sus cualidades. Algunos tienen capacidades potenciales que pueden ir desarrollando también a partir de las actividades extraescolares. Por ejemplo, se ofrecen programas de corte deportivo o campamentos con estancias en función de las necesidades y cualidades de cada uno, además de sus preferencias y opiniones», afirma.

Si las actividades de ocio y tiempo libre son al aire libre y garantizan el contacto con la naturaleza, hay que añadir un punto a favor, «siempre vigilando el exceso de temperatura y exposición solar», matiza Mulet. «Son muy beneficiosas y van a compensar los períodos de invierno, donde no pueden tener tantas salidas. La naturaleza ofrece una oportunidad de aprendizaje y de fomentar el desarrollo y respeto por el entorno», continúa la forense.

Familiarizarse con el entorno

Con el objetivo de mejorar la experiencia de los niños y niñas y facilitar su adaptación a un posible nuevo reto o entorno, la psicóloga general sanitaria aconseja a las familias, en primer lugar, «informarse previamente» y, en segundo lugar, «hacer unas visitas a las instalaciones donde se va a desarrollar la actividad para que nos expliquen el programa detallado». En este sentido, invita a que los niños y niñas puedan estar presentes también en ese primer recorrido para que «se familiaricen con el entorno».

No obstante, puede ser que, por distintos factores, como el miedo o la personalidad, el pequeño o pequeña se niegue a participar en una de estas actividades extraescolares. Ante esta situación, la neuropsicóloga defiende la importancia de escuchar cómo se sienten.

«Hay que intentar fomentar esta participación desde el punto de vista ilusionante, motivar a que va a ser una experiencia gratificante y muy positiva. Pero, en ningún caso, hay que forzar a los niños y niñas que se posicionan de manera muy rotunda en contra de ir a algún tipo de experiencia o actividad de verano», asegura Mulet. En estos casos, la psicóloga general sanitaria propone «retomar conversaciones y ver a qué se debe este posicionamiento y, si de alguna manera no se consigue cambiar, se pueden buscar alternativas que nos ayuden».

Con todo, la experta llama también a tener en cuenta y respetar la «emocionalidad» que desprenden los niños y niñas cuando están viviendo este tipo de actividades de verano. «Muchos de ellos, cuando se comunican con las familias, especialmente si están en estancias de campamento, son bastante directos a la hora de describir sus experiencias y de decir si están bien o no en el entorno», destaca. De esta manera, si la vivencia ha sido «beneficiosa y si han estado a gusto, van a tener muy buenos recuerdos, van a compartir con las familias lo que han aprendido y realizado, y siempre van a estar predispuestos y a querer aceptar otras propuestas para los años siguientes», concluye Mulet.