CANDIDATAS A FALLERA MAYOR DE VALÈNCIA 2024

La experiencia vivida en casa... pero no en primera persona

Alba Barberá Nieto. Falla San Rafael-Antón Martín. 23 años

Alba Barbera Nieto.

Alba Barbera Nieto.

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Ya hemos explicado en más de una ocasión la querencia de las preseleccionadas por la carrera de Magisterio. Y aún quedan muchas por salir. Cada una de ellas, con diferentes realidades. Desde la que está empezando con sus primeros trabajos a la que está ya consolidada e indefinida. Alba, con el título bajo el brazo, «está de monitora de comedor en un colegio de Educación Especial. Cuando acabé me puse con el inglés, después fallera mayor y este trabajo, al ser también con niños, me viene muy bien. Quería ser maestra desde niña. Lo tenía muy claro. Y además, de infantil» -de los más pequeños- «los niños son un amor».

A los 23 años va haciéndose a fuego lento y no lo duda a la hora de decantarse entre empresaria de hostelería o maestra: «No, no: en principio, maestra. Estoy trabajando de camarera porque es el negocio familiar y me permite sacarme un dinero, vivir independiente... yo quiero sacarme el título de inglés y poder opositar o trabajar en un colegio privado. En casa llevo echando manos desde los 18 años en el restaurante».

Alba Barbera, en la visita a la falla

Alba Barbera, en la visita a la falla / Falla San Rafael

Alba Barbera, ya elegida. En el tiro de cámara, la derecha, su padre, Toni.

Alba Barbera, ya elegida. En el tiro de cámara, la derecha, su padre, Toni. / Fotofilmax

La corte, en el día a día

Porque su vida también está marcada por el negocio familiar, el restaurante Hermanos Barberá. Si tiran del hilo deducirán que es propiedad de Antonio Barberá «Toneti». Cuando se es Vip en la fiesta hay que vivir con el latiguillo de ser «la hija de». Salvo que el destino le acabe por convertir a él en «el padre de Alba, la de la corte» o similar. De momento, es ella la que conocemos por ser la hija de uno de los acompañantes más veteranos de la Delegaciónde Protocolo. «Claro, en casa la corte está en el día a día. Me voy con la corte y todo lo demás. Las fallas y la corte siempre están en la conversación. Las conoces por referencia, pero la familia nos quedamos al margen». Por lo que si pasa algo grande, «lo que viva tendrá mucho de nuevo para mí».

Y si pasa algo grande, San Rafael-Antón Martín regresará a lo alto de la fiesta justo diez años después de hacerlo con Patricia Simarro. En el cuadro de honor del casal sólo hay niñas. Ella sería la primera mayor. «Mi abuelo fue uno de los fundadores y toda la familia son de la comisión. Es mi segunda familia. Vivimos en la calle de detrás». 

Corazones, una bola del mundo y una luna

Vayan acostumbrándose a falleras con tatuajes. Las hay y cada vez las habrá más. Todas tienen mensaje. A Alba se le distinguen tres entre brazo y hombro, discretos. «Los dos corazones que se dan la mano me los hice en Malta, por las buenas migas que me hice allí. Nos fuimos mi tía y yo, mano a mano, para aprender inglés durante tres meses. Para nosotras fue casi como tener una vida paralela. También por eso tengo este otro -señala una bola del mundo con un avión rodeándolo-. Y la luna la tengo con tres amigos. Nos recuerda las noches de pandemia que pasábamos en la terraza». Si se tatúa una peineta... igual es para recordar algo para siempre.