En Sendra-Plaza Coll es uno de esos pequeños grandes milagros falleros que existen en la parte más vieja y descuidada de la ciudad. Escondida detrás de la calle Guillem de Castro hay una serie de comisiones que sobreviven a duras penas en un barrio que casi no existe „pocas casas están habitadas„ pero cuyos falleros, muchos de ellos descendientes de antiguos habitantes, prefieren no cambiar de aires y aferrarse a una existencia seguramente precaria, pero tan centenaria como admirable.

Una de ellas es En Sendra-Plaza Coll y, dentro de este particular grupo (Murillo Palomar, Guillem de Castro-Triador, Pintor Domingo-Guillem de Castro, Guillem Sorolla-Recaredo?) es la que sale mejor parada. Planta en una plaza tan imposible como entrañable.De las que se dice «con sabor» y tiene el suficiente caudal humano como para tener una excelente carpa en una zona bastante amplia y vivir un momento dulce con el monumento fallero: han ganado los dos últimos años el primer premio de su categoría.

Pero los falleros se frotan los ojos en los últimos meses. Pocas veces una comisión de este tipo puede disfrutar con el auténtico «baby boom» que tienen. Para ellos, la festividad de la natividad ha llegado en los meses anteriores sin pesebre ni villancicos. Ya lo tenían montado. Les han nacido cinco niños y hay dos en camino. Leyre Dernit Ventura, Mateo Rovira Pozo, Leo Vila Martínez, Alba Serra Valero y Miguel Pozo Sanz son los que, quien sabe, llevarán las riendas de la comisión dentro de un cuarto de siglo. Y ahora faltan Hugo y Marcel, que aparecerán por el mundo en muy poco tiempo. En la comisión se cuestiona con humor qué pasó en la falla en los meses anteriores, remontando en el tiempo, para explicar esta explosión de natalidad.

Vinculación a la barriada

Cada historia es diferente, pero existe, efectivamente, mucha vinculación con la barriada. Estar apuntado a una de estas comisiones supone tener una vinculación ancestral porque residir, lo que se dice residir, nadie lo hace y menos si es una pareja nueva. Pero es así. Por ejemplo, Alfredo y Silvia Pozo son hermanos y dan apellido a dos de los bebés, Mateo y Miguel y proceden de generaciones anteriores. Lo mismo sucede con Natalia y Pedro, también hermanos y progenitores de los dos que están a punto de llegar. Sólo en algún caso puntual han venido a la falla pero precisamente por el efecto llamada de algún amigo. Son, en cualquier caso, los hijos del último segmento de adultos. «Entre ellos y los infantiles nos falta gente, pero el futuro, desde luego, parece asegurado» explica María José Melero, la contadora de la comisión.

No consta una explosión de natalidad similar. «Hace unos años tuvimos tres prácticamente a la vez. Los hicimos "mascotas" de la falla». No habrá problema para ser presidente infantil o fallera mayor infantil. «Para nada. Aquí no hay listas de espera. Se habla y siempre hay y habrá acuerdo».