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«Tot el que sobra»

El coche de Rita reaparece en la calle Corona

Mossén Sorell-Corona sorprende con un monumento en el que se quemará todo lo que se quitaría si se plantara una falla

El Lancia Delta que fue de Rita Barberá ha vuelto a aparcar en una calle de la ciudad. levante-emv

Está tan integrada en su entorno que si no prestas atención, pasa completamente desapercibida. Porque la idea de «Tot el que sobra», la sorprendente falla de Mossén Sorell-Corona, era quemar un monumento con todas las cosas que se retirarían de la vía para plantar una falla «de verdad». Por ejemplo un contenedor, una valla con una bici aparcada, o varios coches estacionados „uno no está porque se lo ha llevado la grúa„, entre los que se ha colado el Lancia Delta que la alcaldesa Rita Barberá tuvo aparcado en el Ayuntamiento de Valencia durante 23 años. Original, valiente y un soplo de aire fresco en el mundo fallero que vuelve a situar en la Falla Corona como un referente de la innovación, tal y como avalan los numerosos premios que ha cosechado en este apartado.

La original propuesta de la Falla Corona es una idea del pintor mural urbano llamado Escif, y que ha llevado a cabo el artista Emilio Miralles. Escif tiene pinturas muy populares en los muros de Ciutat Vella y para causar el efecto deseado ha creado una falla a escala 1:1. Además, los materiales utilizados no han sido otros que el cartón y la madera, que reivindican el origen de las fallas y «deja en evidencia a todas esas epopeyas de poliespan disneyficado», explica José Luis Pérez Pont en el propio llibre de la falla.

Entre los elementos de la falla destacan, además del Lancia Delta que tuvo Rita Barberá, un coche de una de las empresas de servicios que cada día aparcan como pueden para proveer a los comercios del barrio, otro Audi negro grande que evoca los coches oficiales que aparcan frente a la Benificència, las bicicletas tan propias de Ciutat Vella e incluso las multas de la grúa, que ni siquiera han tenido la compasión de llevarse por estar mal estacionado uno de los coches del monumento. Tan real como la vida misma.

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